Cuatro tésis para la neutralización preventiva del antiterrorismo



Policías especiales practican tiro durante un ejercicio antiterrorista en Shanghai, el 14 de septiembre de 2011.

Cuatro tésis para la neutralización preventiva del antiterrorismo


1. El antiterrorismo no es una forma de represión judicial, sino un modo de gobierno.
Glosas:
α. Contra todas las apariencias, el principal objetivo del antiterrorismo no son aquellos sobre los que se abate, sino la población en general. Golpeando a algunos, su objetivo es obtener un efecto en todos los demás. Ya sea para tranquilizarlos, afianzando la ficción de que el gobierno estaría ahí para protegerlos de tantas amenazas, o para infundir una cierta conmoción, un cierto estado de terror y de parálisis oportuna en la población: golpear a uno para asustar a cien. El incremento del “nivel de amenaza terrorista” jamás ocurre de manera fortuita. Hay que recordar que, bastante antes de las revelaciones de Snowden sobre los programas de vigilancia generalizada de la NSA, la Patriot Act de 2001 y la Terrorist Act inglesa de 2000 autorizaban de manera explícita la vigilancia de cualquiera en nombre de la “lucha contra el terrorismo”.
β. Una genealogía del antiterrorismo nos conduce a la Guerra de Argelia. En aquella época, el “antiterrorismo” designaba la actividad clandestina de grupos como la Main Rouge, preparados por los servicios secretos franceses para provocar al FLN y cometer tanto asesinatos selectivos como bombardeos contra la población argelina. De manera no fortuita, esta genealogía continúa con la “estrategia de la tensión” puesta en marcha en Italia durante los años 1970 para contrarrestar el movimiento revolucionario. Pasa después por los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) en España y Francia que, desde 1983 a 1987, bajo el mando del Ministro del Interior español, llevaron a cabo más de treinta y cinco operaciones, de igual modo desde atentados hasta asesinatos, en contra de ETA. Durante el proceso de los GAL, el director de la Guardia Civil, el general José Antonio Sáenz de Santamaría declaró que: “La lucha antiterrorista no se puede hacer dentro de los márgenes legales. Se sitúa en el borde de la ley, unas veces por fuera y otras por dentro. […] No hay más remedio que emplear la guerra irregular contra unos tíos que vienen a matar por la espalda. Está bien el estado de derecho, pero no se puede llevar hasta sus últimas consecuencias, porque quedaríamos en manos de los terroristas”. En 1995 añadía, en una entrevista concedida a El País: “En la lucha contraterrorista, hay cosas que no se deben hacer. Si se hacen, no se deben decir. Si se dicen, hay que negarlas”.
γ. Como cuestión de hecho, el terrorismo no es una categoría jurídica. No existe definición jurídica alguna del terrorismo, y es por esto que existen tantas: más de cien definiciones diferentes en todo el mundo. “Terrorismo” es una categoría política. Es la traducción imposible, en el lenguaje del derecho, de la categoría política de “enemigo”. Terrorista es aquel que ha sido declarado como tal por el soberano, ya que es prerrogativa del soberano designar al enemigo. De esta manera, no es extraño que el “terrorista” de ayer se convierta, tras un cambio aleatorio de régimen, en el soberano de hoy, e inversamente. Tanto Isaac Shamir como Nelson Mandela fueron los líderes de “organizaciones terroristas” antes de volverse jefes de Estado. Más recientemente, esto es lo que les ocurrió a los miembros de la Hermandad Musulmana en Egipto. Pocos días antes de salir huyendo del país en su jet privado, Ben Ali describía en la televisión como “grupos terroristas” a los manifestantes que iban a volverse más tarde “héroes de la revolución”.
δ. El antiterrorismo extrajudicial, que ejecuta sin ningún proceso con drones cargados de misiles u operaciones especiales sobre toda la superficie del planeta, no puede ser separado del antiterrorismo judicial, que conduce procedimientos interminables y encarcela a gente por décadas, o no. Ambos son dos aspectos de un mismo modo de gobierno, es decir, de una guerra dirigida en contra de la población, en contra de la posibilidad de una insurrección.
2. El antiterrorismo es el nombre de una guerra, de una guerra psicológica mundial.
Glosas:
α. Hace ya más o menos un siglo —desde la Primera Guerra Mundial, de hecho— que sabemos que la guerra no es simplemente un fenómeno militar, sino un hecho social total, cuya victoria implica tanto a la industria de la salud como a la propaganda y el control de los comportamientos. Pero es sólo desde las guerras de descolonización que hemos llegado a considerar como central el aspecto psicológico de la guerra. Y no sorprende que, puesto que las guerra de descolonización son guerras que se libran al interior de la población y en contra suya, las técnicas de acción psicológica se hayan difundido desde entonces por todas partes, desde el marketing hasta la política, pasando por la policía. En nuestros días, ¿quién no tiene el objetivo de “conquistar los corazones y las mentes”, desde la estrella de pop hasta la multinacional, pasando por el general que conduce una operación?
β. La guerra psicológica, ya sea que recurra a la práctica de tortura, a la manipulación de la opinión pública o a la infiltración de una organización, tiene como objetivo modelar las percepciones, las del adversario, las de sus propias tropas o las de la masa flotante de la población. Es una intervención sobre los mapas mentales a partir de los cuales cada uno navega a través de la existencia y sobre la combatividad misma del enemigo de la que depende todo combate efectivo. En una nota escrita al Secretario de Estado John Foster Dulles el 24 de octubre de 1953, el antiguo presidente de los Estados Unidos Dwight D. Eisenhower define las formas de esta intervención como tratándose de cualquier cosa, “desde el canto de un bello himno hasta el acto más ostentoso de sabotaje”. En una Noticia de información sobre la defensa interior y la guerra psicológica durante la Guerra de Argelia, el ejército francés define este tipo de guerra así: “Es el empleo planificado de la propaganda y todos los medios disponibles para influenciar la opinión, las pasiones, las actitudes y los comportamientos de los grupos humanos, amigos, neutros o enemigos, de modo que sea posible contribuir a la realización de objetivos nacionales del País”. Lo que aquí se juega es la invasión militar en el continente negro de lo preconsciente, el control gubernamental de la afectividad misma de las poblaciones, una extensión inédita del campo de batalla.
γ. El terrorismo es el primer crimen afectivo de la Historia. El terrorista no es principalmente acusado de haber perpretado o preparado una acción, o de profesar tal o cual doctrina antidemocrática, sino simplemente de haber esparcido el terror, por su sola existencia. Y el terror es un afecto. La acción del terrorista, su violencia, es su existencia misma. Su existencia aterradora. Ahora bien, no hay tal cosa como una existencia aterradora. Sólo hay relatos, escenificaciones, imágenes cuyo objetivo es producir conscientemente un sentimiento de terror. También hay maneras de acoger estas narrativas, estas imágenes, que pueden desactivar este sentimiento. Lo cual quiere decir que el carácter terrorista de un asesinato, de una cara o de una consigna es determinado por aquellos que dominan el estado de explicitación pública, la narrativa social: o sea las fuerzas universalmente aliadas del antiterrorismo, las fuerzas del Espectáculo.
δ. Las fuerzas antiterroristas, desde hace años ya, se han dedicado a asociar al hecho del motín, de la acción directa contra tal o cual agente imperial, no un sentimiento de liberación, un sentimiento de respirar mejor, de estar menos solo en el universo automatizado que nos aplasta, sino el pavor. La simple evocación del “Black Bloc”, a pesar de todas las explicaciones contrarias, aspira a inducir la necesidad de tener miedo: miedo a ser atacado, o miedo a ser asociado. Es crucial romper este hechizo. Jamás dejarse aislar, haciéndose coincidir con la propia imagen y el efecto que la sigue mecánicamente. Suscitar la complicidad. Asociar una vez más la idea de revolución a la del incremento de potencia, de alegría. Recientemente en Francia, durante los motines que siguieron tanto en Toulouse como en Nantes al asesinato de Rémi Fraisse, numerosos bancos fueron hechos pedazos. El gobierno, continuando su eterna tarea contrainsurrecional, hizo que se viralizaran las imágenes de motines, de destrucción y de bancos ardiendo en llamas, incriminando como siempre al “Black Bloc”, los “anarquistas” y otros “extremistas”. La operación no tuvo el efecto esperado: algunos espíritus bien inspirados tuvieron la malicia suficiente de pintar en uno de los bancos destrozados: “¡Toma tus intereses!”. Gente “violenta” con sentido del humor, he ahí algo que no cuadra con el storytelling espectacular.
3. El antiterrorismo es una política global, implementada a escala nacional.
Glosas:
α. Es sabido que, entre las once propuestas para una legislación común antiterrorista que fueron presentadas por la Unión Europea en el otoño de 2001 “en reacción a los atentados del 11 de septiembre”, seis habían sido ya examinadas antes de los ataques, cuatro estaban ya en preparación y solamente una, sobre el derecho de asilo e inmigración, era realmente nueva. También es sabido que Gran Bretaña, verdadera locomotora en la materia, había votado ya su Terrorism Act en el año 2000, la cual sin así decirlo tenía como objetivo, al igual que la futura legislación europea, los movimientos políticos subversivos, principalmente el movimiento antiglobalización. Para el general Fabio Mini, después de Génova, no queda ninguna duda de que “la protesta violenta contra el sistema mundial [es] equivalente en este caso al terrorismo”.
β. En el marco de la decisión del Consejo de la Unión Europea del 13 de junio de 2000, a propósito de la lucha contra el terrorismo, se define como terrorista toda acción susceptible de “socavar gravemente a un país o a una organización internacional”, cuando su autor tiene como objetivo “intimidar gravemente a una población” u “obligar excesivamente a los poderes públicos o a una organización internacional a cumplir o a abstenerse de cumplir cualquier acción”, o “desestabilizar gravemente o destruir estructuras fundamentales políticas, constitucionales, económicas o sociales de un país o una organización internacional”. Debido a su voluntaria imprecisión, esta definición permite golpear tanto a una contracumbre como a un movimiento de huelga general que trata doblegar al gobierno; e incidentalmente a una organización que practique la lucha armada. Evidentemente es así como fue interpretada esta decisión por numerosos activistas en la época. Por otra parte, no había nada de nuevo en esto: fue con argumentos similares que Margaret Thatcher intentó, al inicio de los años 1980, aplicar leyes antiterroristas contra las huelgas de mineros.
γ. Mientras tanto, aplicar procedimientos antiterroristas contra los movimientos contestarios se ha vuelto algo normal. En España, algunas personas que habían participado, durante el movimiento llamado “de los indignados”, en el bloqueo del Parlamento catalán en Barcelona el día en que se votaba un plan de austeridad, fueron convocados ante la Audiencia Nacional, el tribunal antiterrorista. En Grecia, algunos camaradas —junto a muchos más— que habían ocupado el ayuntamiento en respuesta a una operación antiterrorista en el Pireo fueron tratados con la misma suerte. En Francia, algunos militantes que estaban acusados de transportar bengalas y clavos torcidos camino a una manifestación, también fueron condenados de acuerdo con la legislación antiterrorista. Otros, los de Tarnac, todavía son perseguidos bajo la misma acusación por haber saboteado —según la policía— líneas de tren de alta velocidad haciendo uso de ganchos de hierro y, lo que es más importante, por haber escrito La insurrección que viene. En Italia, cuatro camaradas, Chiara, Claudio, Nicolò y Mattia, siguen acusados de terrorismo por haber participado en una acción colectiva, reivindicada por el movimiento No TAV en su conjunto, durante la cual un compresor del sitio de construcción de la línea de tren de alta velocidad Lyon-Turín fue incendiado. Se trataría de terrorismo ya que esta acción habría intentado “obligar a los poderes públicos” a no continuar con el proyecto y habrían causado “un grave daño al país” hiriendo su “imagen”. Es por esto que tienen que soportar condiciones de detención y de proceso que son usualmente reservadas a los líderes mafiosos. Más recientemente, en Brasil, algunas personas que tuvieron el valor de organizar manifestaciones contra la Copa Mundial fueron arrestadas a partir de procedimientos antiterroristas.
δ. En estas condiciones es imposible imaginar grandes manifestaciones contra la gran inauguración de la sede del Banco Central Europeo en Fráncfort sin tratar de neutralizar preventivamente el instrumento desarrollado por la Unión Europea contra este tipo de eventos políticos. Y hay que admitir que, hasta ahora, en ninguna parte hemos tenido éxito en nuestros intentos de neutralización del antiterrorismo. Una de las razones por las que hemos fracasado puede ser que siempre lo hemos enfrentado dentro de la escala nacional, cuando se trata de una política global.
4. En cuanto política global, el antiterrorismo tiene que ser combatido en una escala global.
Glosas:
En 2001, en reacción a Génova, el redactor jefe de la Revista Italiana de Defensa escribe: “Dado que las fuerzas del orden conocen bien estas guerrillas antiglobalización, no debería ser difícil establecer una base de datos europea e internacional con el objetivo de identificar previamente a los individuos peligrosos, infiltrar esas organizaciones y, justo antes de un evento de riesgo, recurrir a medidas preventivas como la recolección obligatoria de firmas, los controles fronterizos y la suspensión de la convención de Schengen”. El presidente de un Centro de Estudios Estratégicos Italiano cualquiera recomienda, aún más explícitamente, frente a los “movimientos altermundialistas”: “Un control generalizado del territorio a través de una colaboración organizada y permanente entre las instituciones militares y las fuerzas locales de policía”, “la creación de centros de entrenamiento especializados que trabajarán en estrecha colaboración con los Ministros de Defensa y del Interior”, “evitar la organización de eventos internacionales destinados a dar credibilidad a los activistas y sus motivos”, “incitar a la prensa y a los medios de comunicación a autodisciplinarse (a través de presiones institucionales más o menos aparentes”, “modificar el código penal”, “la desinformación y la infiltración de agentes provocadores que busquen controlar y sabotear” y por último “un uso discrecional de las represalias”. Concluye: “Las instituciones implicadas en esta gran ofensiva podrán igualmente recurrir a todo un abanico de contramedidas teorizadas y aplicadas por las escuelas estadounidenses de contrainsurrección y francesas de guerra revolucionaria”. Si tenemos presente la función de infiltración a escala europea que tuvo el oficial inglés Mark Kennedy así como las estrategias policiales aplicadas en las últimas contracumbres, aparece como algo evidente que estas líneas no son palabras vacías, sino la política global que es dirigida en nuestra contra. Así pues, necesitamos una contraestrategia, una estrategia que sea tan global como la maniobra del enemigo.
1. Cuando su táctica consista en aislarnos de “la población” para girarla en nuestra contra, tenemos que procurar que los que vengan a Fráncfort no sólo sean activistas y militantes, sino la gente misma, todos aquellos que tienen que lidiar con la obscena política del BCE.
2. Cuando su táctica consista en asociar a los movimientos revolucionarios un sentimiento de terror, tenemos que hacer reír a la gente, burlarnos de nuestros enemigos, dar muestra de un gran ingenio. Un “terrorista” que hace reír ya no puede ser un terrorista.
3. Cuando luchemos contra cada procedimiento antiterrorista a escala local o nacional, tenemos que aprovechar cada ocasión para convertirlo al menos en un asunto europeo. Es bastante lamentable que no hayamos logrado convertir el escándalo levantado en Inglaterra por el caso de Mark Kennefy en un asunto europeo que pusiera en cuestión las prácticas de las diferentes policías que acudieron a sus servicios.
4. Cuando intenten oponer la “vida normal”, apolítica, a la locura de las hordas anticapitalistas, tenemos que mostrar, al contrario, la locura de la “vida normal” y la alegría de una política arraigada en la vida, en la vida ordinaria.
5. Cuando las victorias del partido adverso se deban a que tiene una estrategia global en nuestra contra, mientras nosotros no tenemos ninguna en contra suya, tenemos que reemprender un debate estratégico internacional, como mínimo europeo, para volver a ser capaces de abordar la situación.
(GUCCIO N° 1)
Policías especiales rodean un autobús secuestrado por terroristas
 durante un ejercicio antiterrorista en Shanghai, el 14 de septiembre de 2011.


[Cogido de la revista Nada aldizkaritik hartutako testua]

ZILBORKERIAREN LABIRINTOAN

ZILBORKERIAREN LABIRINTOAN
Duela zenbait egun garaiotan bizi dugun egoera tamalgarriaren eredu ezin argigarriagoa aurkitu nuen Oaca atari libertarioan, “Beganismoaren mitoa” izenekoa. Ez zen testu berria, 2013koa baizik, baina gauzak ez ziren lar aldatuko ordutik hona, okerrerako ez bada. Gertakari horri zilborkeriaren labirintoa deitzea otu zait.
Artikuluak beganismoaren aurkako artilleria guztia atera zuen, korronte horren kontraesanak eta eskastasun ideologikoa agerian uzteko, ez oso modu lagunkoian. Asmoen iragarpena hasieran zegoen jarrita: <<Testu txiki honek ez du zalantzan jarriko filosofia beganoaren ideia eta balioen irrazionaltasuna. Oraingoan beganismoa Gizarte Teknoindustrialaren mito bat dela eta egiazko Animalien Askapena ulertzeko eta haren alde jarduteko oztopo bat dela frogatuko dugu>>. Irrazionaltasuna frogatzea, beraz, beste baterako geratzen zen, eta oin-oharrean argi uzten zuten beganismo horretan mota guztiak biltzen zituztela, beganismo burgesetik anarkobeganismora, zalantzarik gera ez zedin.
Ez naiz beganoa, maiz eman dizkiot bueltak teoria beganoari eta, zenbat eta gehiago pentsatu, gutxiago konbentzitu nau, baina esan behar dut miretsi egiten dudala nire lagun beganoek izan ohi duten autodiziplina, aitortu behar baita egungo gizartean, are gehiago hiri erraldoi batean, mirariak egin behar direla euren buruari ezarri dizkioten arauak bete ahal izateko. Askatasun eta fede osoz egiten dute eta, beraz, nire errespetu osoa dute, niri ere pentsaera eta jardunbide berberak ezarri nahi ez dizkidaten heinean.
Ez naiz sartuko beganismoaren aurkako artikuluak darabiltzan argudioetan, haietako batzuekin bat nator, eta beganoa ez izateko arrazoietako batzuk dira. Kezka iturrietako bat, ordea, anarkiston artean gero eta zabalduago dagoen tonua da. Gero eta gehiago ematen dugu sekta bateko azpi-sektetako predikariak, nor bere egia errebelatuaren jabe, eta beste azpi-sektak etsai nagusi bihurtuta. Egia esan, askoz errazagoa da egia errebelatuen eremuan mugitzea, etsaitzat gizartean ahuntzaren gauerdiko eztula diren beste talde txikiak hartzea eta energiak haiek zafratzen erabiltzea, sistema deuseztatzeko zerbait eraginkorra egiteko bideak elkarrekin bilatzea baino.
Baina testuaren eldarnioak azken paragrafoan jo du gorena: <<Horrek guztiak, euren kontzientzia nolabait tronpatu eta lasaitu baino ez du egingo, baina egiatan ez du ezer egingo animalien erreinuaren etxekotze eta esplotazio sistematikoari erasotzeko. Eta askoz gutxiago egingo du Natura Basatiaren etxekotze, suntsipen eta artifizialtze sistematikoaren aurkako ezer. Teoria eta praktika beganoak dakarren iruzur irrazionalaren aurrean, honakoa erabaki dugu guk: alferreko kontsumoari uko egitea, ekoitzitako materialak berrerabiltzea eta Sistema Teknologikoaren menpeko izateari uztea, geure bizimodu autarkikoa garatuz, kaiola zibilizatuaren balioetatik urrun eta gure Banako Askatasunetik eta Natura Basatitik ahalik eta gertuen>>. Alegia, beganoek euren kontzientzia tronpatzen dute animalia produktuak kontsumitzeari utziz animalien alde ezer egiten dutela uste dutenean, eta horrela euren burua lasaitu besterik ez dute egiten. Egiaren eta egiazko praktikaren jabe diren teknologiaren etsai amorratu hauek, ordea, ez dute euren burua tronpatzen halako aldarrikapen sutsua ordenagailu batean idatzi eta Interneten bidez zabaltzen dutenean. Ez, haiek uko egin diote Sistema Teknologikoari, eta horrexegatik, tam-tamen soinu urrunen bitartez iristen zaizkigu haien mezu naturalak. Autarkikoak dira, eta kaiola zibilizatutik urrun bizi dira, alferreko kontsumoari uko egiten diotenean. Adi, alferreko kontsumoari, oso garrantzitsua da “alferreko” hori, aukera ematen duelako Sistema Teknologikotik eta kaiola zibilizatutik hartu behar duzun guztia zuritu ahal izateko, haiek kontsumitzen duten guztia ez baita alferrekoa. Gainera, ekoitzitako materialak berrerabiltzen dituzte. Hots, guztiz autonomoak dira, Sistema Teknologikoak eta kaiola zibilizatuak haiek behar dituzten produktuak ekoiztea baino ez dute behar, gero, sistema eta kaiola horietako presoek produktu horiek zakarrontzira botatzea erabakitzen dutenean, haiek, euren buruaren oso jabe, eskura eta berrerabil ditzaten. Horrela natura basatitik “ahalik” eta gertuen bizi dira. “Ahalik” hori ere ez dago debalde hor, aukera ematen duelako “kaiola zibilizatutik” hainbeste ez urruntzeko, “ahal dena” doi-doi. Baina noski, zer espero daiteke teoriaren azpian dauden mantra nagusiak aspaldiko mitoak direnean, hala nola “banako askatasuna” eta “natura basatia”. Mito horiek Iluminismotik datoz, eta indibidualismoa egungo Kapitalismoaren fasearen balio nagusia da. Nor bere garaien kumea baino ez da. Agian ez zaie otu banako askatasunez eta natura basatiaren bidez, hots, gizarterik gabe, gizakia ez dela gizaki. Gizakia, uteroan dagoen unetik beretik, gizartean bizi dela. Gizaki orok, eta batez ere ideia ilustratuak dituztenek, hala nola teknologiaren etsai hauek, gizarteari eta “zibilizazioari” esker garatzen dituela garatzen dituen ideiak. Hizkuntza, ideologia -hala nola anarkismoa eta sistema teknoindustrialaren aurkako teoriak-, gizartea kritikatzeko gaitasuna bera, giza ekoizpen oro, jendartean baino ezin direla garatu, natura basatitik kanpo. Gizakiok gertuen daukagun natura basatia etxekotu dugulako daukatela aukera euren ideiak Interneten bidez barreiatzeko. Gizaki basatiaren mito ilustratua baino ez zen falta.
Baina kezkagarriena da testu hori egungo estilo oso errotu baten adibide bat baino ez dela. Uste dut kritika, elkarri zein geure buruari egiten dioguna, aberasgarria eta beharrezkoa dela beti. Baina ildo anarkisten artean -beste ideologia batzuetan ere bai, baina haiek ez naute hainbeste kezkatzen- ohitura bihurtu da, beste ildoetan ikusten diren gabeziak eta beste ildoek norberarenean ikusten dituztenak adiskidetasunez eztabaidatu beharrean, norberarena aukera on eta koherente bakartzat hartzea. Ghettoa ghettoaren barruan, nor bere zilborraren labirintoan. Eta horrela, oso erraz egiten dizkiogu gauzak sistemari, autokonplazentzia osoz.
Argi dago beganismoan kontraesanak daudela, argi dago testu hori idatzi dutenen artean kontraesan izugarriak daudela, argi daukat nire ideien eta jardunbideen artean kontraesan ez txikiagoak ere badaudela. Horrexegatik, nik behintzat, nahiago dut anarkistek -eta anarkista izan gabe gizarte hau benetan irauli nahi duen orok- zerbaitetan jardutea, esperimentatzea, okertzea, euren adimenak adierazten dien bideari jarraitzea, bidea zuzentzea, berriz ekitea…, ezer egin gabe egotea baino. Eta egiten dituzten horietan, nire ustez egokiak eta okerrak direnak ikus ditzaket, baita adierazi ere, nire kritikek zerbaitetarako balioko dietela uste badut. Eta nik egiten ditudanetan beste batzuen ustez egokiak eta okerrak direnak entzungo ditut, eta hausnartzeko eta agian hobetzeko bidea emango didate. Nire ideiak ez direlako fede bat, ez direlako erlijio berria, ez direlako ideia bukatuak, akatsik gabeak. Nire burua mugatua delako, ez dudalako dena ulertzen, eta batez ere ez daukadalako gaitasunik nahi nukeen herena ere egiteko nahi nukeen moduan. Eta seguru nagoelako beste bide batzuk arakatzen eta bizitzen ari direnak ez direla ni baino ergelagoak, haiek ere hausnarketa luzeen ostean erabaki dutela euren bizitza mugatuan hori dela egin dezaketena, edo baleko aukera bat, behintzat, egin ditzaketen guztietatik.
Horregatik, ez nuke ezer artikulu horren egileek dauzkaten ideien eta jardunbideen aurka, seguruenik haiek ere hausnarketa luzeen ondoren iritsi dira haietara eta, bistan denez, munduko onenak eta koherenteenak direla uste dute. Ez dira haien ideiak eta jardunbideak mahai gainean jarri nahi ditudanak, artikuluaren tonua baizik, maiz gertatzen denez/zaigunez, jaurtitzen ditugun harriak erraz itzul daitezkeelako gure teilatura. Ez da gauza bera ideia edo jardunbide batzuk, demagun, kasu honetan, beganoenak edo sistema teknologikoaren etsaienak, kritikatzea kritikatuek gure iritziak hartu eta euren hausnarketetan sar ditzaketelakoan, eta gure bideari jarraitzen ez diotenei eraso egitea, kritikatzen ditugun kontraesan berberetan jausiz. Bide batek zubiak eraikitzen ditu, besteak lubakiak eraikiarazi baino ez. Zoritxarrez, estimatzen dudan jendeak ere bere ideiak adierazteko estiloan maiz egiten duen zerbait, bestalde; neuk ere bai, beharbada.
Dena dela, uste dut, eta hala izatea nahi nuke, gure garaiotako moda bat, banakoikeria sistemikoaren zantzu iragankor bat direla anarkismoan ugaldu diren halako korronteak eta halako erretorikak. Anarkistok gizartean jaio, hazi, hezi eta bizi gara, eta gutako askoren desira, behintzat, egunen batean bestelako gizarte batean bizitzea da. Eta amesten dugun gizarte horrek ere bere kontraesanak izango ditu, zer zuzendu izango du beti, eta gure auzoan biziko diren guztiak ez ditugu berdin maiteko, gehienek ez dute gutako bakoitza bezala pentsatuko, ez ditu bizitzan asmo eta amets berberak izango, ez gara elkarren klonak izango…, baina haiekin guztiekin osatu beharko dugu gizartea, haiek guztiak direlako egiazko gizakiak, eta anarkismoaren xedea gizaki guztiak sartzen diren gizarte bat sortzea izan delako beti, ez gure “kontzientzia mailara” iritsi ez diren guztiak gutxiestea eta “egiara” iritsi direnekin baino ez bizitzea.
Bitartean, nork bere sendabelarrak, bere autojustifikazioak bilatuko ditu, bere bidea bakarra dela pentsatzeko, bere ideiaren inguruan erlijio berria eraikitzeko, egiaren jabe bakar. Askoz errazagoa delako besteen kontraesanak ikustea eta kontraesan horiengatik besteen gainetik sentitzea ezdeus sentiarazten gaituen gizarte eredu indibidualista honetan.
[ Asel Luzarragaren webgunetik hartua ]

Agricultura postindustrial, Jairo Restrepo: “cuanto más nos alejamos del bosque más nos acercamos a la industria"

[Tarcoteca webgunetik Jairo Restreporen ideien berri izatea daukaNK]  



Agricultura postindustrial, Jairo Restrepo: “cuanto más nos alejamos del bosque más nos acercamos a la industria"


Llevo alrededor de 5 años intentando encontrar un autor capaz de apreciar tanto el valor de los bosques en la agricultura postindustrial como la forma de iniciar la recuperación de los mismos. Todo un hallazgo personal. Espero que disfrutéis del artículo.
P. Heracleo

Jairo Restrepo: “Escuche al ingeniero agrónomo y después haga lo contrario” - Atlántica XXII

Jaime Santos / Periodista.

Jairo Restrepo ante el cartel del pueblo del que es oriundo su apellido
Jairo Restrepo se enamora en un instante de ese refrán asturiano que dice “Dios y el cucho pueden mucho, pero sobre todo el cucho”, y lo repite en voz alta para tratar de memorizarlo mientras come con el grupo de personas que desde varios lugares de España se acercaron recientemente a Tapia de Casariego para seguir sus enseñanzas de agricultura respetuosa. En el marco de la Fundación Edes, cerca de Salave, rodeado de huertas e invernaderos, Restrepo imparte su renombrado curso “El ABC de la agricultura regenerativa” ante un nutrido grupo de productores, neorrurales y agricultores ecológicos que siguen con pasión sus revolucionarias enseñanzas, las mismas que imparte con enorme éxito en varios países del mundo aunque él prefiera denominarlo “otro curso de mierda”.
“Dios y el cucho pueden mucho, pero sobre todo el cucho”, se maravilla una y otra vez. No en vano su organización se llama “La mierda de vaca” y el eslogan que lo acompaña “Con agua y mierda no hay cosecha que se pierda”. Y con ese punto de partida Restrepo carga sin compasión contra la mal llamada “revolución verde”, esa moda para urbanitas que llena nuestros supermercados de productos etiquetados como bio eco, que son a su modo de ver “prácticas corruptas” de la industria para robar a los campesinos su verdadera soberanía alimentaria. “Los certificadores son corruptos porque trabajan para las grandes multinacionales, inventando cada año nuevos productos para saquear el bolsillo del agricultor”.
“Cuando se hacen cálculos sobre cuánto nos ahorran los productos industriales que salvan cosechas, son cálculos hipócritas, cálculos en los que no se asumen los costes que causa la degradación del medio”, explica el agrónomo colombiano a sus alumnos. “No se calculan los seis años que como media se tarda en desarrollar un nuevo principio activo ni las más 9.000 sustancias necesarias. Para purificar un metro cúbico de agua (1.000 litros) en los que se haya vertido un litro de veneno es necesario invertir 800 dólares. ¿Quién va a asumir ese coste, la industria, el Gobierno? La contaminación la asumimos todos subsidiariamente, pero los beneficios se los lleva la gran industria”.
El fraude bio
Hoy en día, en el campo, se sustituyen productos y herbicidas convencionales por otros supuestamente “verdes”. Nuevos insumos que una vez más el agricultor debe comprar a la gran industria. Frente a estos productos industriales, por muy bio que sean, Restrepo recorre el mundo participando en cursos, proyectos y asesorías que tienen como finalidad enseñar a los agricultores a producir sus propios fertilizantes, fermentaciones, trucos y remedios, con elementos propios de la hacienda, como el calcio, el abono bocashi y un arsenal de productos “caseros” que se utilizan hoy en día en miles de hectáreas repartidas en una creciente y activa red de agricultores respetuosos, un movimiento casi cultural que poco a poco, y especialmente en Europa, está creando una nueva conciencia frente a la producción de alimentos.
Restrepo enseña a cultivar plantas fuertes, capaces de resistir plagas y enfermedades de un modo natural. “La biología me interesa poco”, afirma Restrepo, “prefiero fijarme en la geología porque las plantas son minerales animados”, y por eso afirma que en el equilibrio mineral de la tierra está la respuesta a todas las plagas y enfermedades que aquejan a los cultivos. “Todo ser vivo está conectado con los minerales”. En este sentido van enfocados algunos de sus experimentos, como el de inocular carbón con microorganismos. “Hice una prueba, planté bananas, puse a un lado carbón inoculado con microorganismos y a otro un fertilizante industrial. A los pocos meses las raíces del banano se alejaron del industrial y se agarraron al carbón como quien se agarra a la vida”. Rodeado de los alumnos convocados en la Fundación Edes por el nodo asturiano de Agricultura Regenerativa, Restrepo lleva a cabo algunas de sus prácticas. La primera consiste en calcinar huesos de vaca en un bidón. El resultado será calcio puro, un abono espectacular sin apenas coste económico que se aplica directamente a la tierra. Después llega la hora de fabricar su biofertilizante estrella, el bocashi, una mezcla compuesta por elementos asequibles, cuando no gratuitos: capas de gallinaza, levadura, melaza, cascarilla de arroz, carbón vegetal, harina de basalto, más mierda (de caballo), tierra tamizada y de bosque. Un compuesto con el que Restrepo certifica haber revitalizado millones de hectáreas de terreno yermo por todo el mundo. El constante estudio del suelo y la consigna de que la vida es “una eterna reciclada de una cagada” como motivación permanente.
Soja invasiva y sinvergüenza
Para Restrepo el futuro del mundo está en el renacer del campo “porque la vida depende del campo y no al revés”, pero para ello es necesario que los agricultores tomen el control mediante la economía local, la diversificación de la granjas y la transmisión de la cultura ancestral. Cosas que hoy buscan nombres sofisticados como permacultura, el manejo holístico del pastoreo o las granjas multifuncionales (polymarketing), que no son más que nuevas adaptaciones a los usos tradicionales -la casería asturiana que producía un poco de todo, que todo lo aprovechaba y que gestionaba el territorio en su conjunto-. Cosas como la biofertilidad (Dios y el cucho pueden mucho) frente a la proliferación de insumos comerciales, la trampa de las subvenciones y los créditos agrícolas que hacen del campo (también del campo asturiano) un negocio suicida incapaz de sostenerse a sí mismo, cargado de incertidumbres y de agonía.
Viejos conceptos con nuevas ideas, aplicando elementos como el marketing y la investigación basada en la observación y el experimento reposado. “Llegué a un pueblo del Perú -cuenta Restrepo-  y vi un montón de remolachas que un campesino tenía apiladas para desechar porque no eran perfectas o no tenían el calibre exigido por el mayorista. Se las comerán los cerdos, me dijo resignado. Estuve unos días allí enseñándole a desecar y triturar estas remolachas y después le dije: Ahora solo necesita hacerles un bonito empaquetado y venderlas como remolachas orgánicas de los Andes, fáciles de preparar en sopa o en ensalada para personas que no tienen tiempo para cocinar, con siete minerales esenciales para salud… esto le sacará de pobre. Con ese concepto sacamos muchas granjas adelante, hoy la venta del producto primario no da beneficio, el beneficio está en la transformación in situ, así daremos trabajo además a un mecánico y a un repartidor local, trabajando en pequeños círculos sociales y aprovechando al máximo todos los recursos de la zona”.
Restrepo es escéptico cuando oye hablar del PH de la tierra y otras medidas científicas. “La ciencia es una débil interpretación de lo poco que conocemos”. Este ingeniero agrónomo con tres cursos de postgrado (Ecología y Recursos Naturales; Ingeniería de Seguridad Ocupacional  Agrícola y Agroecología) siempre reparte el mismo consejo: “Escuche lo que le dice un ingeniero agrónomo y después haga todo lo contrario”. Para Restrepo todas las claves están en el bosque: “La agricultura es una forma ordenada de violar la naturaleza, pero cuanto más nos alejamos del bosque más nos acercamos a la industria. Hoy se hace compostaje en cajoneras de plástico pero el bosque nunca descompone en montones, siempre lo hace en capas esparcidas. Hoy la agricultura y la ganadería funcionan al ritmo de la industria. Criar un pollo en veinte días, crear comida masiva de pésima calidad que nos hace enfermar cerrando el círculo perverso de industria alimentaria y farmacéutica, creando imperios malignos como el imperio de la soja, la planta más sinvergüenza e invasiva que existe”. Es lo que el maestro colombiano llama la cultura de la agonía“porque los bancos producen agonía y la agricultura que tratan de imponer hoy nos aleja de la observación y del reposo necesario”.
Jairo Restrepo tiene sesenta años, una espalda de toro y tiene toda la pinta de llegar a ser tan longevo como su padre, que sobrepasó los cien. “Al final todos necesitamos hacer la reflexión de cuántas cosas necesitamos para ser felices y cuál es verdadero valor de las cosas. En una ocasión le preguntaban a un técnico forestal cuánto cuesta un ejemplar de árbol de 150 años, tras cálculos y medidas el técnico responde machaconamente dando la cifra del valor de la madera en el mercado, pero no entiende la pregunta: un árbol de 150 años cuesta 150 años”.

Restrepo en Restrepo

En su primera visita a Asturias, Jairo Restrepo llega con una misión. Sabe que el pueblo que le da nombre a su familia, y uno de los apellidos más populosos en su Colombia natal, está en Asturias. Así es que cuando le informan que Restrepo está en Vegadeo, a apenas veinte minutos de donde ahora se encuentra, una sonrisa ilumina su cara: “Tengo que ir a hacerme esa foto”. Viene con la lección aprendida, sabe que Restrepo es un topónimo que hace alusión a riestra, en línea, ordenado y, efectivamente, Restrepo en Vegadeo es un pequeño pueblo conformado por dos barrios que dibujan dos pequeñas líneas sobre el monte occidental asturiano. Para un hombre que admira los conocimientos ancestrales del campo, el lenguaje de la agricultura, la tradición del campo, esto es otro motivo de felicidad, lo que él llama “pequeñas cosechas internas” que nos unen a la tierra. Tres días después se cumple su pequeño sueño: Restrepo está en Restrepo. 

Decepcionantes revoluciones campesinas

Nacido en Colombia y con nacionalidad brasileña, Restrepo vive a caballo entre estos dos países y México, donde gestiona proyectos de agricultura y asesorías campesinas. Esta condición panamericana le lleva a hablar de lo que conoce bien, Latinoamérica y su agricultura, y a hablar con dureza y decepción de las “revoluciones campesinas” que encabezaron los llamados Gobiernos populistas latinoamericanos. “La mayor decepción fue sin duda Lula en Brasil. Lula se abrió de piernas a la gran industria. Bajo su mandato se fumigaron los bosques y los campos de Brasil con más venenos y pesticidas que con todos los generales anteriores juntos”.
Continente arriba, en Bolivia, “Evo Morales sustituyó los pesticidas de las multinacionales por otros ‘patrios’ y ahora el mensaje es ‘no compre sus venenos, compre los nuestros’. De Correa en Ecuador, solo puedo decir que es un hombre al que siempre le entrevistan con una Coca-Cola encima de la mesa, es un presidente Coca-Cola y al que se deben proyectos de desertización masivos en Ecuador”. Por último, recalando en Venezuela, “de Chaves debo criticar su falta de visión para crear un modelo político que le sobreviviera, pero al menos se puede decir que su revolución campesina fue más respetuosa con el medio ambiente”.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 39, JULIO DE 2015

El arte es Basura: Apostillas contra toda la cultura, en especial la libre

El arte es Basura: Apostillas contra toda la cultura, en especial la libre 

Para los diggers que todavía habitan en nuestros corazones.
Es tiempo que entendamos que tenemos que reivindicar el delito. Somos delincuentes. Eso es lo que hacemos: piratear, robar, traficar. Somos ladrones, criminales. Simple, reconociendo este hecho es que podremos escapar más rápidamente, escondernos mejor, no ser identificadas, continuar con nuestra labor. Somos las grietas, ocupamos y ensanchamos las fisuras de este sistema que nos vende la ilusión de que es orgánico, de que constituye una barrera indemne, infranqueable. Es mentira. Toda pared puede ser agrietada. ¿Cómo hacer?
El ejercicio de los derechos jamás beneficiará a quienes desean quebrar las lógicas del sistema. Los derechos son los propios sustentáculos de este sistema. El tiempo de los artistas, y del arte político ha dejado ya una estela tras de sí. Crear (el acto creativo) y su identidad privilegiada aparentemente meritocrática forma parte de una construcción socio-política-cultural a la cual los delincuentes nos oponemos. No nos interesa el reconocimiento dentro de esta lógica, sino el intercambio que atente contra esta construcción.
Si nada sale de la nada, como creía Leibniz, si los elementos ya están dados de ante mano, como creía el primer formalismo ruso, entonces nuestro único mérito “creativo” es recombinar elementos y hacerlos circular, es decir la puesta en común. No se trata de realizarlo en un sistema político ajeno al cuerpo, sino en aprovecharse de los fallos de este sistema para provocar microprocesos revolucionarios que posibiliten nuevas sublevaciones y procesos de singularización. Para esto tomaremos las armas que nos sirvan. Robaremos sus dispositivos de subjetivación para luego fugarnos.
El arte, el artista, se alimenta de una promesa sistémica. Muchas veces su pago siquiera es material, muchas veces adopta formas de coerción más intrincadas: prestigio, se le llama a esa brutal mentira de reterritorialización de la propiedad privada que el joven artista encarna cuando habla de “culto”. Aquello a lo que llamamos arte político pega como acto de consolación ciudadanista. Desmaterialización de la culpa. Civilidad antipolítica. La política en tanto pipa de Magritte. Pseudocompromiso sacrificial. Los dispositivos estéticos realmente incumbidos del terrorismo inmediato no necesitan la incorporarse a esta categoría. El arte es el efecto colindante del museo-mercado. Aquellos que chillan por un arte independiente, por un arte político, por un arte sin fines de lucro, no son lo suficientemente talentosos para lograr ingresar al capitalismo. El único arte revolucionario es el no-arte.
Hay una razón que no aceptaremos; hay una apariencia de sabiduría que nos horroriza; hay una petición de acuerdo y conciliación que no escucharemos. Hemos sido reducidos a esa franqueza que no tolera la complicidad.
Blanchot
Los situacionistas definían al proletariado de una manera profundamente inventiva; proletario es todo aquél que ha perdido el control de sus operaciones vitales y que lo sabe. En esa fisura es donde asentaban la posibilidad de una nueva radicalidad.
El trabajo es la fuente de casi toda la miseria en el mundo. Casi todos los males que puedas mencionar provienen del trabajo, o de vivir en un mundo diseñado para el trabajo. Para dejar de sufrir, tenemos que dejar de trabajar. El artista, aquel que quiere vivir del arte, aquel que quiere trabajar de lo que le gusta no puede quebrar las lógicas de la política del capitalismo tardío: vivir del trabajo, trabajar dignamente. Su esquema perceptivo del gusto es la propia construcción que neutraliza su subjetividad en este campo de batalla.
Aun hay envidia, estupidez, el deseo de ser alguien, de ser reconocido, la necesidad de valer algo y, peor aun, la necesidad de autoridad. Son las ruinas que el viejo mundo ha dejado en nosotros y que todavía no hemos abandonado. Los conceptos suelen encerrar praxis vitales, formas de vida, estados de excepción, alianzas y estrategias factibles, llamamientos para encontrarnos en el medio de la niebla, modos de acción directa, atentados contra el orden como lo conocemos. Los conceptos no nacen solos pero, como las crías humanas, tampoco pertenecen a quienes las alumbran, sino al devenir de las ideas, a las ecologías que las han parido, a los gestos que transmiten, y sobre cualquier a cuerpo que desee usarlos para conspirar contra lo establecido. Los conceptos son ontológicamente libres. La tierra y los conceptos “pertenecen” a quienes la habitan y la trabajan. Si es que algo son, es ser un modo de acción.
“Los conceptos no son generalidades que se encuentran en el espíritu de la época. Al contrario, son singularidades que reaccionan frente a los flujos ordinarios de pensamiento (…) Un concepto es algo que posee una fuerza crítica, política y de libertad.”
Deleuze
Se trata de un nueva máquina de guerra, poderosa y potente: arma eficiente que cuenta con manifiesta potencia de destrucción y creación propia de las bestias mitológicas. Es el fruto desviado, el vástago inconfeso, del cruce de una noche de juerga entre el accionismo vienés y la postpornografía. Este concepto como tal no tiene dueña, porque una potencia de esta magnitud debe poder ser invocada por cualquier cuerpo que se disponga a pelear contra el Imperio en términos de magia y sexo. Debe poder ser usado por todos.
“Si el intercambio es el criterio de la generalidad, el robo y la donación son los de la repetición. Existe por tanto una diferencia económica entre ambos”
Deleuze
Esto significa la diferencia entre quien se va a la guerra y quien quiere vivir del arte. ¡Estamos en guerra! ¿dónde armarás tu trinchera? ¿Cómo armarás tu barricada? ¿Cómo funcionan tus armas? ¿Quiénes tus aliados en combate? ¿A que tipo de afectividad entregarás tu vida? ¿De qué afectos todavía seremos capaces? Nadie sabe lo que el cuerpo puede. No hay lugar para lectores, espectadores o consumidores de arte en un tiempo en el que todo cuerpo tiene que tomar posición y actuar.
Ludditas Sexxxuales
[ Cogido de la web de la revista Nada aldizkariaren webgunetik hartua]

Un atajo entre el turismo y el terrorismo

Un atajo entre el turismo y el terrorismo


“¡Soy un turista, un turista!” – protesté en algún lugar de los calabozos de la Guardia Urbana, discretamente situados en La Rambla.

“¡De eso nada!” – respondió a gritos el policía meneando el dedo-. “¡Terrorista!”

En la calle, justo encima de mí, sólo minutos después del supuesto acto terrorista, todos los demás turistas paseaban tranquilamente, ojeaban las postales y los menús de tapas, echaban un vistazo a los puestos de libros montados para la fiesta de San Jordi del 23 de abril o contemplaban a los artistas que siempre bordean los típicos paseos peatonales de Barcelona. No había ninguna estampida de pánico, tan sólo la aglomeración cotidiana que siempre inunda la ciudad. Pero en aquel momento no estaba precisamente discutiendo con la voz de la razón. El policía estaba seguro de que yo era un terrorista porque estaba seguro de que era un okupa, y estaba seguro de que yo era un okupa porque pensaba que tenía pinta de serlo (llevaba una camiseta con un lema político y algunos eslóganes garabateados en las zapatillas).


Lo cierto es que había sido la Asamblea de Okupas la que había organizado la pequeña protesta de La Rambla. Tenían un cartel con globos en el que podía leerse en catalán: “Una ciudad sin okupaciones es una ciudad muerta” y repartían folletos contra la gentrificación en los que se explicaban los motivos para ocupar. El pequeño acto terminó con la explosión de un petardo de esos que lanzan octavillas al aire. Hizo un ruido tremendo, quizá más de lo que se pretendía, pero después de todo fue sólo eso: ruido. La policía, sin embargo, siempre entrenada para lo peor, llegó y empeoró las cosas. Cargaron gritando e incorporaron al acto el elemento de pánico que el petardo no había aportado. Yo me encontraba en la zona y vi correr a la policía –en ese momento, perseguían a uno de los manifestantes-, e hice lo que habría hecho en los Estados Unidos: seguir a los polis para ver si arrestaban a alguien, por si ese alguien necesitaba ayuda o era golpeado. Un par de manzanas más allá, los policías habían arrojado a uno de los manifestantes contra la pared. Me quedé observando hasta que ordenaron a la multitud que se dispersase, pero cuando volvía a La Rambla, un poli me miró con suspicacia y me hizo una pregunta. Le expliqué que no hablaba muy bien español y le mostré mi pasaporte; él lo cogió y se lo llevó. Tuve que ir tras él hasta la comisaría, donde se me informó de que estaba detenido, acusado de participar en una manifestación ilegal y de desórdenes públicos. Y puesto que alegan que los desórdenes fueron llevados a cabo con explosivos, me enfrentó a una condena de entre tres y seis años de cárcel.


Después de dos días en los calabozos de la policía, tuve el privilegio de que me gritase un juez que describió la protesta como “guerrilla urbana” y, al mismo tiempo, como una acción “paramilitar” cuyo objetivo era atacar La Rambla cuando más gente había en ella, lanzando así el mensaje de que los okupas formaban una fuerza militar. En cierto momento durante mi declaración, me interrumpió para gritar que, en los Estados Unidos y por una acción semejante, habría acabado con mis huesos en Guantánamo. Me impuso una fianza de 30.000 euros (una secretaria me dijo después que, en los 25 años que llevaba trabajando allí, jamás había visto una fianza así por los cargos de que se me acusaba) y me envío a la Modelo.

Llegados a este punto, debo admitir que no soy el típico turista. Odio las guías turísticas, no me gustan los reclamos para el turismo y no tengo mucho dinero que gastar. He estado viajando, primero en bicicleta y después haciendo autostop, durmiendo en parques, en casas de amigos o de gente a la que acababa de conocer. Mi principal interés, aparte de aprender idiomas, es informarme sobre los movimientos sociales radicales en Europa. Quiero abolir el capitalismo y considero el turismo como parte de él. Pero por mucho que intente mantenerme en la pureza de mi distinción de principios entre viaje y turismo, lo cierto es que entré en España con un visado de turista y, para los nada imaginativos propósitos de la ley, soy en efecto un turista. Hasta los anarquistas se van de vacaciones.

Las mías me han llevado, de la forma más extraña, a la misma prisión que alojó a muchos de los revolucionarios anarquistas de la Guerra Civil española. Nada más llegar, me puse a hacer lo único que uno puede hacer en prisión: esperar y organizar mi nueva vida dentro de sus muy menguados horizontes. Al principio tenía la impresión de que el juicio llegaría en unos pocos meses, pero pronto descubrí que podía llevar un par de años.

El día 22 de mayo se celebra, después de dos años de espera, otro juicio en Barcelona y el veredicto puede poner a cinco personas inocentes en la cárcel durante tres años y nueve meses. Fueron arrestados el 25 de junio de 2005 cuando la policía atacó a una manifestación de solidaridad con el movimiento anarquista italiano, que recientemente había sido reprimido con una ola de cerca de 180 redadas, 25 arrestos y cierto número de encarcelamientos mediante el recurso a una vaga ley de culpabilidad-por-asociación. Después de que la policía atacase la manifestación de apoyo, se rompieron algunas ventanas y a los detenidos se les acusó de agresiones a la policía y de desórdenes públicos, y ahora se enfrentan a multas grotescamente altas por daños. Uno de ellos fue arrestado antes de que la destrucción de la propiedad se produjese y otros ni siquiera estaban en el lugar en el que se rompieron las ventanas.

Y éste es sólo uno de una larga lista de casos de represión, de activistas arrestados bajo cargos inventados. Pero por mucho que la policía de Barcelona esté llevando a cabo una vendetta contra los okupas y los anarquistas, además de contra los inmigrantes y cualquiera que tenga la piel más oscura que la suya, no se trata de una iniciativa de base; responde a una orden que viene de arriba. “Triángulo mediterráneo” suena como si se tratase de un paquete turístico para veraneantes, pero de hecho son los términos empleados por la Unión Europea para lo que se identifica como una severa amenaza a la seguridad interna: los movimientos anarquistas de Grecia, Italia y España. Dichos estados han recibido órdenes de neutralizar tal amenaza y se diría que están dispuestos a hacer lo que sea necesario. En mi caso, han encontrado dos polis para testificar que nos vieron al otro detenido y a mí lanzar el petardo (bueno, ellos lo llaman “mortero”), que algún tipo de proyectil salió disparado de él, que salimos huyendo y posteriormente fuimos arrestados. Por alguna razón, los jueces españoles se sienten inclinados a creer a la policía, incluso a considerarla como neutral y desinteresada, a menos que se vean enfrentados a una amplia cantidad de pruebas contradictorias. Podría decir que la policía y el sistema de derecho penal españoles no han cambiado gran cosa desde los tiempos de Franco, y es verdad, pero es algo que no viene al caso, porque en Estados Unidos son igual de malos. De hecho, mi breve experiencia en una prisión española ha sido mejor que en los Estados Unidos: mayor privacidad, menos violencia, mejor comida.

Y no es que no se torture a la gente en las prisiones españolas del mismo modo que se tortura en las estadounidenses (espero que nadie haya olvidado que el régimen de torturas de Abu Ghraib lo exportamos desde casa). La tortura policial es uno de los elementos de otro caso político en curso en Barcelona, en el que están implicados tres okupas a los que se inculpa de provocar lesiones severas a un policía que protegía una casa en la que se vendían drogas. Los tres fueron arrestados, desaparecieron durante unos cuantos días y se les sometió a torturas, como mostraban sus huesos rotos, cabellos arrancados y magulladuras por todo el cuerpo. Un año después, todavía están en prisión en espera de juicio. La policía emplea otras tácticas de terror, aparte de la tortura, contra el movimiento okupa. A comienzos de mayo, en pleno furor pre-electoral, la policía de Barcelona desalojó ilegalmente cantidad de centros sociales ocupados. Su modus operandi consiste en llegar en varias furgonetas oscuras armados y con pasamontañas, echar abajo las puertas a las seis de la mañana, apoderarse de documentos y copiar archivos informáticos, sacar e identificar a los ocupantes y, en ocasiones, endilgarles al mismo tiempo algún que otro cargo penal. La industria mediática también desempeña su papel, publicando artículos en los que se difama a los okupas y describiéndolos como una amenaza para la sociedad e incluso como terroristas (el mismo truco que hacen con los ecologistas radicales en los Estados Unidos).

¿Qué es lo que justifica exactamente que el movimiento okupa merezca este tipo de atención? Probablemente, que se trata de la punta de lanza de la batalla por la ciudad. Por toda Barcelona se están derribando y reconstruyendo edificios. Las nuevas versiones están esterilizadas, homogeneizadas y son mucho más caras. Las calles que todavía llevan los nombres de los artesanos que solían vivir y trabajar en ellas ahora están llenas de turistas, y todos los establecimientos son tiendas de moda, restaurantes a la última, puntos de venta donde pueden encontrarse baratijas importadas desde la fábricas clandestinas del Sur Global. Los policías están por todas partes. A menudo puedes verlos persiguiendo a los indocumentados que venden gafas de sol junto a la playa. Y, recientemente, el gobierno ha puesto en marcha leyes de “civismo”, medidas puritanas rara vez vistas a este lado del charco que incluyen restricciones a tocar música o beber en las calles (pueden apostar a que esta última medida nunca es aplicada cuando se trata de los estudiantes americanos que van de bar en bar, haciendo temblar cada noche las ventanas con sus gritos y peleas de borrachos). Los alquileres están por las nubes y, mientras tanto, la ciudad se convierte en un museo para turistas. De verdad, se trata de terrorismo económico. Los vecinos son expulsados hacia las afueras o incluso echados a la calle y, al mismo tiempo, los especuladores mantienen vacías unas 150000 viviendas en toda el área metropolitana a la espera de que los precios suban. Después de décadas bajo el control de los nacionalistas de derechas, Barcelona está gobernada desde hace poco por una coalición liderada por los socialistas; la gentrificación, sin embargo, no ha hecho más que acelerarse.

Como respuesta a esta situación, el movimiento okupa utiliza la acción directa. Puesto que la vivienda es una necesidad y hay multitud de edificios vacíos y deteriorados, los ocupan y los arreglan. Pobres e indocumentados ocupan a menudo de forma clandestina y particular, y el movimiento no es sino una versión organizada y abierta de esto último. En lugar de mantener la okupación en secreto, despliegan una pancarta, limpian el edificio y se organizan para defender sus nuevos hogares. Muchas de las casas ocupadas se transforman en centros sociales que funcionan como base para un movimiento anarquista o autónomo mucho más amplio. También se transforman en puntos de referencia para la lucha comunitaria contra la gentrificación. Los colectivos de los centros sociales ocupados establecen relaciones con los vecinos y protestan juntos contra la especulación y la subida de los alquileres. Los okupas ofrecen un ejemplo radical de solución a la gentrificación y, habiéndose liberado de la esclavitud salarial, pueden dedicarse a la organización. En los centros sociales más exitosos, los vecinos apoyan a los okupas, lo que hace que las autoridades duden a la hora de desalojarlos.

Aquí, como en cualquier otro lugar, hay una guerra entre dos concepciones de la sociedad. Los propietarios, los políticos y la policía, que andan por ahí derrochando el término “terrorismo”, ciertamente están aterrados por la visión de un mundo en el que todo el mundo tuviese alojamiento, en el que la gente no necesitase arrastrarse por un salario con el sólo fin de satisfacer el concepto de propiedad de otros. Y por otro lado, están aquellos que se organizan con los vecinos para poner en común sus necesidades, que ponen en marcha sus propias obras, conciertos y bibliotecas en los centros sociales en lugar de comprar los servicios de los especialistas en entretenimiento; otro mundo en el que la gente no tiene trabajos soporíferos de los que necesita tomarse vacaciones, ni aburridas vidas que arrastran como turistas hasta lugares exóticos en los que adquirir cierta ilusión de diversidad y novedad; un mundo sin fronteras, sin documentos, sin inmigrantes que tengan que huir de la policía; un mundo en el que la gente pueda viajar e intercambiar experiencias libremente, no sometido a los filtros establecidos por las autoridades para controlar y sacar provecho del movimiento múltiple de la vida.

Para reprimir esta última concepción, las autoridades han recurrido claramente a medidas terroristas, a las que habría que añadir además el terrorismo de una realidad cotidiana de pobreza y consumo. Pero, por fortuna, la gente que lucha por otro mundo está contestando a la represión con solidaridad. Sorprendentemente y sólo después de unos pocos días, los combativos pero también arruinados colectivos de Barcelona consiguieron los 30.000 euros y me sacaron de la Modelo, de vuelta a las calles. Estoy obligado a firmar en los tribunales cada dos semanas hasta que llegue el juicio, lo que significa que tengo que permanecer en España tal vez durante los dos próximos años. No es mal sitio y los movimientos sociales de aquí me han impresionado con su belleza y capacidad de resistencia. Mientras llega el día, paseo por las calles del campo de batalla y me voy familiarizando con la ciudad que ha de convertirse en mi casa. Trato de evitar a la muchedumbre, pero a menudo me encuentro rodeado de turistas, inconscientes soldados en esta guerra que utilizan sus dólares como armas. Quiero dirigir sus miradas a los pisos que hay sobre los pubs irlandeses que andan buscando, hacia las ventanas tapiadas de los apartamentos desocupados, y allí, justo allí, al tercer piso, donde la argamasa ha sido cuidadosamente levantada para abrir un respiradero, sólo de unos pocos centímetros de largo, única señal de una existencia clandestina. Quiero ponerlos del otro lado, mirando a través del agujero, y quiero que sientan el terror que se siente al avistar a la policía, la policía que podría desalojarlos, la policía que hace que los turistas se sientan tan seguros, la policía que tortura a presos políticos, persigue inmigrantes y protege el derecho a la propiedad.

Hay un atajo entre el turismo y el terrorismo. Si no se andan con cuidado, esos mismos turistas podrían acercarse demasiado a una manifestación y ser incriminados por unos desórdenes públicos que jamás ocurrieron. Si no se andan con cuidado, puede que sus ojos se desvíen de las atracciones oficiales y puede que lean en la pared los mensajes que los equipos de limpieza se apresuran a borrar. Podrían aprender a ver a través de las grietas del muro que separa su mundo del otro.

Peter Gelderloos es un joven militante anarquista oriundo de Virginia (Estados Unidos). Colabora o ha colaborado con organizaciones tales como Copwatch, Anarchist Black Cross o Food Not Bombs y es autor de How Nonviolence Protects the State y de Consensus: A New Handbook for Political, Environmental & Social Groups.
[Traducción: Diego L. Sanromán]

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