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¿Trabaja usted en el sector del automóvil? Pues sepa que le están engañando


Premisa: 

Parece que el coche está en el centro del huracán, y ya hace algún tiempo. 

Primero fue el escándalo de los tests trucados de emisiones de los Volkswagen - que luego se vio que otros fabricantes también trucaban. 

Después se empezó a insistir en que los coches de diésel emiten muchas partículas contaminantes y que deberían de ser eliminados. 

A esto le siguieron anuncios de las diversas compañías automovilísticas, diciendo que ya no iban a seguir desarrollando nuevos motores de diésel. Desde ya prácticamente (2020).

Luego vino todo el tema de las viñetas ecológicas que deberían de llevar todos los coches, en función de su año de matriculación, y que se pueden usar para restringir el acceso a las grandes ciudades cuando haya mucha contaminación - aún tenemos que ver cómo se hará eso, y si con el tiempo la cosa se irá haciendo más restrictiva. 


La última ha sido el anuncio del Gobierno de que, para cumplir con nuestros compromisos de lucha contra el cambio climático, se prohibirá la venta de coches de diésel, gasolina e híbridos a partir de 2040, y su circulación a partir de 2050. En España los coches solo podrán ser eléctricos dentro de 32 años; pero en Alemania y Francia será dentro de 12 años, y en Noruega en tan solo 7 años.

Este último anuncio ha levantado una gran polvareda. La patronal anuncia que se perderán muchos empleos, porque la mecánica de los coches eléctricos es más sencilla y requiere menos procesos en el montaje. Y también menos mantenimiento, menos reparaciones, menos de todo. Al mismo tiempo, han comenzado a aparecer análisis de todo tipo que nos dicen que los coches eléctricos no son tan buenos como los pintan. Por ejemplo, que no son tan baratos por kilómetro recorrido si el repostaje en vez de hacerlo en casa se hace en una electrolinera (de más potencia y por tanto más rápidas pero también mucho más caras). O que sus emisiones no son tan despreciables, si uno cuenta las de la fabricación del propio coche. O que puede haber problemas con el suministro de litio y cobalto, metales necesarios para la fabricación de coches eléctricos y cuyos precios se han disparado en los últimos meses. Y también que las emisiones de los coches de diésel no son tan grandes como se dice.

Y encima para rematar, hoy ha aparecido un informe de la organizaciónTransport and Environment (Transporte y medio ambiente), que dice que en Europa no deberían circular coches que quemen ningún combustible fósil a partir de 2035.

Vamos, que la cosa está bastante revuelta. Y no cesa.

¿Qué está pasando?

Conclusión Obvia: 

Hay bastante obsesión con los problemas ambientales que causa el coche, particularmente el de diésel. Ya se sabe: emisiones de partículas, óxidos de nitrógeno y esas cosas. Y está además el problema de las emisiones de CO2, que están causando un Cambio Climático cuyos efectos resultan cada vez más evidentes.

Así que la cosa está clara: hay que cambiar a coches más "limpios". Pero hay que hacer las cosas con cuidado.

En España, alrededor del 10% del PIB lo genera el sector del automóvil, y un poco más del 9% de la población activa trabaja en este sector. Y en la Unión Europea, al menos en los países grandes, la situación es muy parecida.

El sector del automóvil es demasiado grande para desaparecer, y tampoco se pueden hacer cambios demasiado bruscos. ¿Coches limpios? Sí, por supuesto, todos los queremos. Pero hay que hacer los cambios con orden. 

La décima parte de la riqueza del país depende del automóvil. Una de cada diez personas empleadas depende del automóvil. 

Así que calma y no hagamos tonterías. Vayamos introduciendo el coche eléctrico poco a poco, dejemos tiempo para que vaya mejorando la tecnología, y así nadie saldrá perjudicado.

¿Verdad?

La Verdad:

Quizá es usted ese uno de diez trabajadores que trabaja en algún negocio o actividad que depende del automóvil. No tengo duda de que al ver las noticias (lo que hemos comentado en la Premisa) se ha preocupado viendo el revuelo actual con el coche. Pero, teniendo en cuanta lo que se comenta siempre en esas mismas noticias, usted habrá seguramente llegado a la Conclusión Obvia que he escrito más arriba.

Si es así, sepa usted que le están engañando.

Y digo "engañando". No es que usted se haya "equivocado". 

No. A usted, como a la mayoría de la gente, le han engañado. Lo que pasa es que en su caso usted va a pagar con creces las consecuencias de ese engaño.

La primera cosa que tiene usted que saber es que la inquina de los últimos años contra el coche de diésel no tiene nada que ver con problemas ambientales. A ver, el coche de diésel es contaminante, por supuesto, y además emite CO2, por supuestísimo. Pero eso no es de ahora: todo eso hace décadas que se sabe. Y encima el coche de diésel no es ni lo más contaminante ni lo que más CO2 emite.

El problema es otro completamente diferente. El problema es que ya hemos llegado al pico del diésel. Eso quiere decir que la producción mundial de diésel ha comenzado a disminuir, irremisiblemente.


Para más información, consultar el post: "El pico del diésel: Edición de 2018"

Como se muestra en el gráfico, a mediados de 2015 se llegó al máximo de producción de diésel. La cosa intentó remontar en 2016, en vano, y ahora cae más rápido que nunca. Ya ha caído más de 1 Mb/d (Mb/d: millones de barriles diarios) desde el máximo de 2015, que fue de 26,3 Mb/d.

Pero, ¿por qué la producción de diésel ha comenzado a bajar, y por qué decimos que esta caída va a continuar de ahora en adelante?

Pues porque en el año 2005 la producción de petróleo crudo convencional llegó a su máximo histórico. Éste es un hecho tan conocido que hasta la Agencia Internacional de la Energía lo reconoció en 2010.

El petróleo crudo convencional es el petróleo de toda la vida, ése que sale de esos pozos que cabecean arriba y abajo mientras bombean el petróleo.




Ese petróleo crudo convencional es aún la mayoría del "petróleo" que se consume hoy en día, más del 70%, pero su producción está decayendo: en 2005 se producían unos 69,5 Mb/d; hoy en día, unos 67 Mb/d. Es decir, 2,5 Mb/d menos.

Este petróleo crudo convencional es el que es más fácil de extraer, y también el más versátil, el que sirve para hacer más cosas. En particular, es el más adecuado para refinar diésel.

Para compensar la caída de producción del petróleo crudo convencional, del petróleo de verdad, se han introducido varios sucedáneos del petróleo. Son cosas de lo más variopintas: biocombustibles, bitumen, petróleo ligero de roca compacta, líquidos del gas natural... Todos ellos tienen dos características en común: cuestan más de extraer y su producción está bastante limitada, no puede subir mucho. Además, la mayoría de estos "petróleos no convencionales" (así los llaman) no sirven para destilar diésel. Por eso tenemos los problemas que tenemos con el diésel. Y mientras más baje la producción de petróleo crudo convencional, más bajará la de diésel.

Pero, atención, que la cosa no se acaba con el diésel. Va a comenzar a bajar la producción de todos los combustibles y va a bajar bastante rápido en los próximos años. Hace unos días, la Agencia Internacional de la Energía publicó su informe anual, y en él enseñaba una gráfica muy preocupante.



La gráfica en cuestión nos dice que, si las petroleras siguen con su actual política de desinversión, en 2025 podrían llegar a faltar 34 Mb/d. Esa cifra es enorme: es como un tercio de todo lo que se produce y consume. Y por si no se había enterado, sí, es verdad, las compañías petroleras están retirándose lentamente del negocio del petróleo. Ya lo dijo Antonio Brufau, presidente de Repsol, hace poco más de un mes: ya no quedan yacimientos rentables. Repsol misma se está retirando lentamente del negocio del petróleo y metiéndose en el de la electricidad. Solo en EE.UU. están tan locos como para seguir invirtiendo en el petróleo no convencional de allí, el que se explota con el fracking, a pesar de que tras 8 años de fracking no ha dado nunca beneficios. Pero tienen fe y tienen a Trump, y siguen tirando el dinero mientras Wall Street se lo siga prestando. En el resto del mundo han comprendido mejor la situación y se está arrojando la toalla. Y con la caída de producción de petróleo en el resto del mundo EE.UU. no podrá compensar la caída.

Del resto de energías no renovables, mejor no hablar. El carbón parece también haber pasado su máximo de producción, el uranio probablemente también, y en cuando al gas natural aún no ha llegado a su límite pero le debe quedar menos de 10 años. Así que poca esperanza hay por aquí. 

Están, claro está, las renovables, las que deberían de salvarnos. El problema es que las renovables tienen también muchas limitaciones, hasta el punto de que muchos creemos que solo podrán llegar a cubrir una fracción de toda la energía que se consume. Se necesitarían, además, décadas para montar un nuevo sistema basado en renovables, pero parece que no tenemos tanto tiempo.

Y luego está todo el rollo del coche eléctrico. De entrada, está la cuestión de que la electricidad que tiene que usar el coche eléctrico tiene que salir de algún sitio, es decir, se tiene que usar una fuente de energía para transformarla y sacar electricidad. Y si por lo que parece nos va a faltar energía, el hecho de que el coche sea eléctrico tampoco arregla ese problema. Pero es que además el coche eléctrico tiene multitud de pegas y de problemas. Si tiene ganas de leer artículos técnicos, aquí tiene el sumario a una serie de posts que escribió aquí un ingeniero que trabaja en el sector y lo conoce bien. La conclusión es simple: el coche eléctrico es una filfa y nunca será algo que se pueda vender masivamente.

Así que, resumiendo: toda la obsesión actual con los coches se debe a que comienzan a faltar combustibles. El diésel, el primero, pero los otros le seguirán de cerca. Y en cuanto al coche eléctrico, en primer lugar falta energía eléctrica para que haya muchos vehículos eléctricos, y además es un juguete caro y malo que no está al alcance de todo el mundo. 

Por tanto, lo que le va a quedar a la mayoría es ir a pie o como mucho en transporte público. Esto las compañías automovilísticas lo saben de sobra: por eso, entre sus escenarios de futuro contemplan la posibilidad de tener que reducir su producción en un 95% (sí, sí, que la producción sea 20 veces menor que en la actualidad). Eso significa también un cierre masivo de fábricas, por supuesto. Van a despedir a mucha gente, pero no porque la mecánica del coche eléctrico sea más simple. Les van a despedir porque va a faltar combustible y la gente no va poder permitirse tener coche, y lógicamente se van a vender muchos menos.



Las Consecuencias: 

¿Y cómo le afecta esto a usted que  trabaja en el sector del automóvil? 

Si trabaja en una fábrica de automóviles, pues ya se puede imaginar. Les contarán mil rollos, les dirán que están moviendo la producción de un lado a otro y que ahora traerán la nueva línea de coches eléctricos... Después les dirán que los coches no se han vendido como se esperaba y que tienen que reducir gastos, y una parte de los trabajadores se irá a la calle. Si a usted no le echan de ésa, no se preocupe que el ciclo se repetirá varias veces. Así las cosas, tiene dos opciones: o conseguir tener un perfil imprescindible para la empresa o empezar a buscarse otro trabajo. También puede unirse a movilizaciones diversas y presionar al Gobierno para que rescate la planta, ponga dinero público o yo que sé, pero eso no va a servir de nada: no va a hacer aparecer más combustible. Al final se va usted a la calle, no se deje engañar.

Si trabaja usted en un taller de reparaciones, lo tiene también bastante mal. Le dirán que se tiene que especializar, que ahora tendrá que reparar eléctricos y tiene que reciclarse. Tras invertir en formación y en aparatos se encontrará que no le entran suficientes coches como para subsistir. Le dirán que, claro, los coches eléctricos se averían menos. En parte es cierto, pero la clave es que cada vez habrá menos coches. Así que no se deje engañar y no invierta en nuevos equipos y demás: al final el negocio no va a ser rentable, o solamente lo será para unos pocos talleres.


Si trabaja usted en una ITV, pues su situación es parecida a la del taller. Yo por si acaso no invertiría mucho en nueva maquinaria: los coches eléctricos no vendrán de manera masiva, no se deje engañar. 

Si trabaja usted en una estación de servicio, qué quiere que le diga. Si vende más de 5 millones de litros al año le obligarán a poner un punto de recarga de 22 Kw. Si se lo hacen pagar a usted, lo lleva claro, no lo va a amortizar en la vida. Además, como caerá el número de coches en general repostarán menos. La subida de precio de los carburantes hará que cada repostaje dé más dinero, pero los carburantes no subirán tanto como para compensar la caída en el número de coches que vendrán a la estación. Además, el repostaje eléctrico le resultará a pérdidas si no le subvencionan el precio de la electricidad. O sea que no se deje embaucar: si quiere durar en este negocio, intente vender menos de 5 millones de litros al año o si no que sean muchísimos mas.

Pero, esperen, que aún queda una buena lista de problemas para gente que trabaja en otras cosas que no son el automóvil pero que al final también están relacionadas.

Por ejemplo, si trabaja usted en una constructura, y en particular se dedica a la construcción y mantenimiento de carreteras y autopistas, sepa que el negocio va a caer y mucho en los próximos años. Va a haber muchos menos coches en las carreteras, e incluso menos camiones. ¿Y para qué se van a construir o incluso mantener carreteras vacías?

Si es usted transportista, sepa que el precio del diésel va ir subiendo los próximos años. No siempre: a veces bajará un poco, pero para después seguir subiendo y mucho más de lo que baje. Recuerde lo que pasó en 2008: vaya con cuidado con que los portes paguen el precio del combustible. Y además habrá menos trabajo en general. Intente tener pagado el camión y no se trague las bolas que van contando. ¿Va a haber camiones eléctricos, como anunciaba Tesla? Pues no, porque la batería ocuparía el 80% de la carga útil, es un auténtico despropósito. Mejor que se reserve el diésel para los vehículos profesionales, que va a hacer falta.

Y si es usted agricultor, esto también le va a afectar. Los tractores y el resto de maquinaria agrícola tampoco pueden ser eléctricos, por lo mismo que los camiones: porque la batería tendría que ser mucho más grande que el resto del vehículo. Va a tener que tirar de diésel, e incluso sacando a los coches del medio, para 2025 o 2030 va a comenzar a faltar para los tractores y el precio se va a disparar. ¿Lo va a poder pagar usted con esos precios tan ridículos para los productos agrícolas en origen?

Y si es usted un ciudadano de a pie, pues vaya mentalizándose de que va a ser exactamente eso: de a pie. No se gaste una millonada en un coche eléctrico que al final casi no podrá usar: no deje que le engañen, no le saldrá nunca a cuenta.


¿Y ahora qué?

Los problemas que he descrito se están viendo venir desde hace ya unos años. Encima, son bien conocidos, no es nada nuevo ni sorprendente. Los responsables políticos los conocen de sobra.

Se está desviando la atención con el problema ambiental (que sin duda es grave, pero que no es lo que ha motivado a movilizarse justo ahora) y se pretende hacer creer que se está haciendo algo cuando en realidad no se hace absolutamente nada. Se está haciendo lo de siempre, vaya: dejar que el problema se vaya resolviendo solo. Aunque eso machaque e incluso lleve a la ruina a muchos ciudadanos.

Eso quiere decir que nos cuentan milongas sobre el coche eléctrico, electrolineras, hidrógeno y no sé cuantas cosas más, pero nada de eso va a funcionar, por lo menos, no así como se pretende - o se dice pretender - que se haga.

El problema es muy grave y es hora de dejar de mentir y explicar las cosas como son. No somos niños y tenemos derecho la verdad. Discutamos las cosas en serio y organicémonos para afrontar esto de la mejor manera posible. 

Hay muchas maneras de salir de esta situación, esto no es el apocalipsisni estamos condenados. Pero sí que hace falta que todos podamos participar en esta discusión, no que decidan un grupo de señores con corbata que no ha tocado una máquina en su vida y que por lo visto tienen unos planes de mierda para hacer frente a un problema tan grave. A lo mejor si dejan de intentar engañarnos y nos escuchan, se sorprenderán de ver que la gente puede proponer soluciones muy válidas.



Antonio Turiel
Noviembre de 2018

[ The Crash Oil webgunetik hartua ]

La hora de la responsabilidad

La hora de la responsabilidad

 
 
Queridos lectores,

El último informe anual de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el World Energy Outlook (WEO) 2016, incluía una detalladísima discusión sobre las perspectivas del mercado del petróleo, como ya comentamos en el post dedicado a este informe. En el WEO 2016 se explica cómo la caída de inversión actualmente observada en las compañías dedicadas a la explotación de hidrocarburos llevará, si no se revierte pronto, a graves problemas de abastecimiento de hidrocarburos líquidos (también conocidos como "todos los líquidos del petróleo") en los próximos años. Ilustraba el WEO 2016 la magnitud de ese problema con una gráfica que merece la pena rescatar.



En este gráfico se muestra cómo la producción de las fuentes de petróleo más o menos aseguradas podría ser insuficiente para cubrir la demanda de petróleo en un momento tan temprano como 2018. Es significativo que el escenario de referencia que toma la AIE para hacer su predicción sobre la evolución de la producción y demanda de petróleo contempla una recuperación del precio internacional del oro negro ya en 2017, a pesar de que sabemos que la recuperación de precio no será jamás duradera y que, al contrario, el precio irá oscilando cada vez más rápido a medida que nos adentremos en la espiral de destrucción de oferta - destrucción de demanda. A pesar de esa poco verosímil recuperación duradera del precio del petróleo que la AIE estima que debe comenzar en unos meses, la propia Agencia no debe contar con que se consolide la recuperación lo suficiente como para que los yacimientos que aún no se han puesto en explotación empiecen a producir, pues es justamente la producción que debería provenir de esos yacimientos el único tipo de petróleo que no está incluido en la figura 3.16 que reproduzco más arriba. Además, resulta llamativo que la AIE no haya puesto más que el horizonte productivo a diez años vista, cuando sus escenarios cubren 25 años. Tomemos, por tanto, un poco más de perspectiva.

Este año la AIE nos presenta una estadillo muy desglosado, con tipos de yacimiento que antes no distinguía, en su Tabla 3.11




Si uno representa los valores de esa tabla, sobre todo el horizonte de la previsión de la AIE (es decir, hasta 2040) y usando unos colores similares a los suyos, lo que se obtiene es lo siguiente.




Aquí he desglosado los tipos de yacimiento que no están incluidos en la Figura 3.16 en dos categorías: encontrados pero no aprobados para su explotación (franja roja) y por encontrar (franja lila). Incluyo también como categoría aparte las ganancias de proceso (franja amarilla), aunque en la Figura 3.16 está unida a "Otros". Por otro lado, no sólo represento los datos hasta 2040, sino que para mejorar la perspectiva del momento utilizo los datos de 2000, 2005 y 2010 que he recuperado de los anteriores WEOs. En los informes anteriores no había algunas de las categorías actuales de explotación; en particular, el petróleo convencional no venía desglosado en campos post-pico, de legado y en ascenso  (repasen el post sobre el WEO 2016 donde se explican estas categorías), así que he interpolado linealmente los datos para que el aspecto del gráfico sea más razonable (recordando que "legado" y "en ascenso" tienen como fecha convencionalmente fijada de arranque el año 2000, con lo que su valor ese año es cero), aceptando un pequeño grado de error con ello.

Del gráfico de arriba se ve claramente dónde está el problema: dada la actual pésima situación financiera de las compañías (que se remonta en realidad a 2011), no es previsible que se vayan a poner en explotación en ninguna fecha temprana los campos que ya cuentan con permiso de explotación pero que no se explotan, y tampoco parece probable que se pidan permisos para yacimientos ya identificados; peor aún, dados los recortes en exploración y desarrollo es probable que no se vayan a descubrir nuevos yacimientos a un ritmo ni medianamente comparable al de las dos pasadas décadas. Ése es el sentido de la Figura 3.16 con la que abro el post (y esa figura es todavía optimista, como ya explicaré cuando escriba la edición de este año de "El ocaso del petróleo").

Pongamos la cosa en mejor perspectiva: redibujemos la figura 3.16 pero usando los datos de la tabla 3.11 para completarla hasta 2040 y con datos de los anteriores WEOs para los años anteriores a 2015, para ver de dónde venimos y a dónde vamos.



Esta gráfica muestra claramente algunas de las cosas que llevamos tiempo comentando en este blog: que la producción de petróleo crudo convencional llegó a su máximo aproximadamente en 2005, que desde 2010 la producción de petróleo convencional empezó un suave declive y, finalmente, que 2015 es probablemente la fecha del peak oil, el temido momento a partir del cual la producción de todos los tipos de hidrocarburos líquidos (convencionales y no convencionales) llega a su máximo y a partir de ahí su declive es inexorable. La gráfica, empero, nos dice algunas cosas más: nos dice que, si no se recupera la inversión y los campos ahora mismo aparcados o simplemente no buscados no se ponen en línea, la producción de hidrocarburos líquidos caerá un 40% respecto al nivel actual en sólo 25 años (y eso sólo en volumen; esperen a que publique "El Ocaso del Petróleo: Edición de 2016" para ver la energía neta). 

Insisto: esa gráfica solamente representa los datos oficiales de la AIE; no he hecho ningún cálculo con ellos (aparte de la interpolación de los años anteriores a 2015, en todo caso valores históricos); por tanto, es tal cual lo que aparece en el informe. Y ya es bastante preocupante.

Delante de este hecho, me planteo varias preguntas, que quisiera trasladar públicamente a los responsables del Gobierno de mi nación:

- El Gobierno español es, como el resto de los gobiernos de la OCDE, receptor de este informe. Las personas al cargo de recibir el informe y valorarlo, ¿se han dado cuenta de la gravedad que translucen estos datos? 

- ¿Piensan emitir alguna recomendación oficial al Gobierno español para que se prepare para este escenario tan complicado que dibuja la AIE?

- Si la posición de las personas al cargo o incluso del propio Gobierno español es que confían en que las categorías de hidrocarburos líquidos no incluidas en la Figura 3.16 (recordemos: encontrado y no explotado, y por encontrar) compensarán el vacío observado, ¿han tenido en cuenta las previsiones de la AIE, que indican que para compensar la desinversión de estos años tendrían que aprobarse nuevos yacimientos a ritmos históricamente nunca vistos?




- Dada la gravedad de lo que se anticipa, ¿no cree el Gobierno español que debería pedir explicaciones más detalladas a la Agencia Internacional de la Energía?

- Si el Gobierno español decide inhibirse y no actuar delante de un asunto de tanto calado que, por lo que parece, va a manifestarse en los próximos pocos años, ¿no estaría incurriendo en una gravísima irresponsabilidad? ¿Puede el Gobierno español ignorar completamente los avisos, aún velados pero cada vez más claros, de un organismo de referencia como es la Agencia Internacional de la Energía?

Cuando vengan los problemas, no digan que no se les avisó, no digan que la información de la que disponían no era clara. Digan, más bien, que no supieron cómo reaccionar, que tuvieron miedo a las consecuencias, que prefirieron cerrar los ojos, como los niños, a ver si los problemas se desvanecían por sí solos. Pero, por desgracia, no estamos hablando de un problema de niños.

Salu2,
AMT 

[Crash Oil Antonio Turielen webgunetik hartutako informazioa]

Colapso


Colapso 




He aquí un análisis que pretende conectar dos artículos con temas más relacionados de lo que a primera vista pudiera parecer.

En el primero de ellos se aborda el tema del colapso de las sociedades. Centrado en la situación actual, pone en primer término el colapso financiero, puesto que el Poder Financiero está sobrepasando con mucho al Poder de los Estados, pero el análisis de lo actual se fundamenta en la experiencia histórica de muchas sociedades desaparecidas en medio del caos, generalmente por agotamiento de los recursos materiales y humanos que las sostenían. En resumen, el colapso se produce en sucesivas etapas en las que las estructuras se derrumban, una tras otra. Y con ellas se rompen los lazos sociales.

El segundo aborda un tema que debería sorprendernos, aunque no reparemos mucho en ello, porque lo que es habitual y cotidiano embota los sentidos. Como dice Juan Ramón Jiménez en un pasaje de Platero y yo, "el canto del grillo, de tanto sonar, se ha perdido".

Se trata de los derechos humanos, y de cómo, por mucho que se los pregone, no existen en lo sustancial, porque son derechos, ante todo, de los ciudadanos, y al no existir una ciudadanía universal solamente se aplican en función de que algún Estado los defienda.

Por una parte, ningún Estado tiene una protección perfecta de sus ciudadanos, pero son muchos los que no ofrecen la garantía de una ciudadanía verdadera, esa que solemos relacionar con la palabra "democracia". Por otra, el reconocimiento de derechos suele basarse en un principio de reciprocidad entre Estados. Además de ello, dentro de los mismos el ejercicio real está sobre todo relacionado con el primero de los derechos, que, retórica aparte, es el de Propiedad.

La ciudadanía, además, suele fundamentarse en el ius sanguinis o en el ius soli, En ambos casos, los que no tienen nacionalidad reconocida, o no reconocida por el Estado en que se hallen, poseen en realidad un único derecho: el de no ser eliminados físicamente y de modo directo en el territorio en que se hallen.

En el artículo en cuestión se menciona el antiguo concepto de homo sacer, que era el individuo que, no estando considerado como sujeto por ninguna ley divina o humana, o habiendo sido expulsado de la protección de las mismas, carecía de cualquier consideración práctica como persona.

Las sociedades han evolucionado mucho desde entonces, pero como las leyes son esencialmente leyes de los Estados, por muchas convenciones que digan otra cosa y muchas proclamas de derechos universales que se emitan, el colapso de los Estados es sinónimo de colapso de la ciudadanía y los derechos que proclama. ¿Cuántos son actualmente los "Estados Fallidos"?

Por eso el colapso de una estructura protectora deja inermes a los "exciudadanos", y por eso un colapso generalizado, como el que amenaza en medio de la ruina previsible de la estructura productiva, y con ella de la financiera, a escala mundial, coloca, está colocando ya, a una parte creciente de la humanidad en la situación de personas sin derechos.

Ahí es donde está el nexo entre ambos artículos.


Paso a comentar ambos textos:

Prosigue la acumulación por desposesión como única forma de capitalizar cuando merma la riqueza del mundo. Si unos pocos acumulan cada vez más de lo poco que queda, otros muchos se encuentran en una situación insostenible. Cada vez menos de un lado, cada vez más del otro. Es inevitable pensar en un fallo sistémico.

La metáfora que viene a mi imaginación es la de un corrimiento de tierras. En suelos poco coherentes, el terreno no puede tener una inclinación mayor que la del llamado talud natural, el ángulo en que el rozamiento interno equilibra la tendencia del material a deslizarse pendiente abajo. Cuando la humedad disminuye ese rozamiento o una excavación imprudente socava la pared, se produce el desplome.

También para las sociedades, como para los terrenos, hay un límite en su coherencia interna. Es en condiciones de agotamiento de recursos cuando se alcanza la ruptura. No siempre ello conduce a una reacomodación o a un cambio organizativo que mejore la situación y restablezca el equilibrio. Es frecuente que la sociedad entera se derrumbe, que colapse.

El fenómeno catastrófico no suele producirse de una vez, sino en varias etapas, a lo largo de un tiempo en que los afectados van resolviendo su situación como pueden, apoyados en las estructuras sociales que aún no se han derrumbado. La progresiva pérdida de confianza en las instituciones hace que la población ponga sucesivamente su esperanza en otras que a su vez van siendo desbordadas. Así se producen, sucesivamente, el colapso financiero, el comercial, el del Estado, y luego el de grupos sociales menores, terminando incluso con el de la familia, en medio de una lucha de todos contra todos.

Este proceso en el tiempo tampoco es homogéneo en el cuerpo social. Algunas personas ya están en la última etapa mientras otros conservan la esperanza en la primera. Aunque a estas alturas no creo que los mismos financieros tengan otra perspectiva que la de aguantar mientras puedan.

Encuentro una descripción de cómo es un colapso en un escrito de Antonio Turiel en su blog The Oil Crash. Él la toma a su vez de Dimitri Orlov.
Sostiene Dimitri Orlov en un post de su blog que el colapso consta de cinco fases, a saber: colapso financiero, colapso comercial, colapso del estado, colapso de la comunidad y colapso de la familia.
Durante el colapso financiero (situación muy semejante a la que estamos viviendo hoy en día en la mayor parte del mundo occidental) los bancos y compañías tienen problemas para hacer frente a sus deudas y acaban en bancarrota.
Después viene el colapso del comercio: incapaz de pagar sus deudas a nivel corporativo, estatal e individual, el país colapsante deja de ser fiable y los demás países interrumpen sus tratos con él.
La siguiente fase, el colapso del estado, viene cuando la situación se deteriora, los servicios se interrumpen y las infraestructuras no pueden ser reparadas; el Estado pierde relevancia y la gente acaba haciendo su vida y organizándose a espaldas del mismo, basándose en comunidades de todo tipo, desde las asamblearias hasta las comandadas por un señor de la guerra.
En la siguiente fase, las comunidades no son capaces de ayudar a los individuos en problemas para ellos críticos, como el acceso al agua y a los alimentos, y se disgregan. La única unidad que persiste es la familia, entendida de forma extensa como clan familiar.
En la quinta y última fase del colapso, la escasez de recursos y la dureza de las condiciones hacen que la situación se convierta en un "sálvese quien pueda" y todos los individuos compiten con todos; el canibalismo es norma y la especie puede subsistir en pequeños grupúsculos aislados o extinguirse. (1)
Hasta ahora, el proceso desigual ha llevado a desaparecer a algunas sociedades. Otras se han fragmentado, sea en varias unidades estatales o en grupos mucho menores. Algunos de estos grupos existen a nuestro alrededor, en forma de comunidades más o menos aisladas, más o menos autosuficientes, más o menos legales. Sobran ejemplos, y la tendencia es que la desigualdad creciente conlleve a un depauperación creciente y una disgregación en alza.

Entre los más vivos espectáculos de un colapso ante nuestros ojos y entre nosotros, el que ofrece la actual crisis de los refugiados y las barreras que los Estados en decadencia alzan ante ellos.

Como la visión irónica y ácida de Miguel Brieva, ahora más real si cabe, nos presenta:



Hasta aquí, lo que me sugirió el primer artículo. Paso a extractar el segundo:



Rebelión

"El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos". Antonio Gramsci

1. Introducción

Encabezar este trabajo con esta cita del intelectual sardo no es casual. En esa frase se condensa de manera sustancial, el significado de crisis. Y es que vivimos en tiempos de crisis. “Crisis económica”, “crisis política”, “crisis mediambental”, “crisis europea”, “crisis energética”, y tras un largo etcétera, llegamos a la de carácter más reciente, la llamada “crisis de los refugiados”. Gramsci, nos habla de un mundo que se muere, que agoniza pero que no acaba de morir, porque lo nuevo es incapaz de llevarse a cabo. El claroscuro, el tiempo entre lo que muere y lo que nace, nos evoca a una especie de estado en stand-by, de no-tiempo, de excepcionalidad. Sin duda alguna, es hacia ese período de excepción, en el cual la mayor parte de la humanidad está sumida, a donde nos dirigimos. De esta forma, la actual “crisis” de los refugiados se entiende como otra de las manifestaciones sintomáticas de lo verdaderamente monstruoso de estos tiempos: un capitalismo agonizante cuya única salida lleva a la aceleración del mismo.

Slavoj Zizek (2009), nos habla así, de que vivimos en tiempos apocalípticos. Su análisis de la situación actual, gestada sobre todo en las cuatro últimas décadas, le lleva a hablar de cuatro contradicciones o “antagonismos” de nuestra era:
  • la amenaza que se cierne de una catástrofe ecológica; 
  • lo inadecuado de la noción de propiedad privada en relación con la así llamada “propiedad intelectual”; 
  • las implicaciones ético-sociales de los nuevos desarrollos tecnocientíficos (especialmente en la biogenética); y por último, pero no menos importante, 
  • la creación de nuevas formas de apartheid, nuevos Muros y ciudades de miseria (p. 106). 
Lo que se describe es un futuro cercano que refleja una mezcla de paisajes de películas como Mad MaxBlade Runner y distopías similares, organizado político-socialmente como en el largometraje de Alfonso Cuarón, Los hijos de los hombres (2). Cierto es, que la actual “crisis” de los refugiados, nos ha ofrecido algunas imágenes que bien podían formar parte de cualquiera de las distopías señaladas. Pero cierto es también, que algunos paisajes apocalípticos vienen siendo habituales en nuestro entorno, en nuestras vidas, donde las fronteras entre la inclusión y exclusión cada vez son más evidentes.


(...)

2. “...Ahora todos somos homo sacer

Es toda una experiencia vivir con miedo, ¿verdad? Eso es lo que significa ser esclavo. Blade Runner

Nos centraremos ahora en la figura del refugiado, en lo que esta representa más allá de situaciones “coyunturales” actuales. Para ello cabe regresar a la obra de Hannah Arendt, una de las autoras primordiales en lo que respecta a esta figura. En sus obras “Los orígenes del totalitarismo” y “Nosotros, los refugiados”, Arendt, a través de su experiencia personal, pues ella misma conoció el exilio, el refugio, y el ser apátrida, escapando de la persecución nazi, mostró, no solo el significado del refugiado, sino los mecanismos que lo construyen.

La palabra “refugiado”, deriva del latín refugium, que significa cobijo. Dentro de la misma se encuentra otra que le da aún más sentido: fugium, que significa “huir”, “fugarse”  (Ruiz, 2014). Re, sería el prefijo que recalca la acción de repetición, de “volver a”. La palabra cobra un significado un tanto significativo: aquel que huye dos veces, aquel que repite la huida, o incluso aquel relegado a una repetición continua de la huida. De este modo, la palabra refugiado, adquiere el sentido parecido al que Arendt (1998) nos remite cuando escribe
Lo que carece de precedentes no es la pérdida de un hogar, sino la imposibilidad de hallar uno nuevo. Repentinamente ya no había un lugar en la Tierra al que pudieran ir los emigrantes sin encontrar las más severas restricciones, ningún país al que pidieran asimilarse, ningún territorio en que pudieran hallar una nueva comunidad propia. (p.245)
(...)

Hannah Arendt, ya señalaba que existía una especie de desajuste entre los derechos humanos y su aplicación, pues esta última versaba sobre la condición de ciudadano, es decir, la condición de pertenecer a un Estado. Este desajuste estaría ya reflejado incluso, en el mismo título de la declaración de 1789,  Declaration des droits de l'homme et du citoyen (Ruiz, 2014), cuya ambigüedad presagia la idea de Arendt (1998), que señala que al vincular derechos humanos con ciudadanía, se produce una mutación de “humano” a “ciudadano”. “Ciudadano” es una figura jurídica vinculada a un territorio mediante nacimiento, por lo tanto, los derechos humanos, “sólo se atribuyen en la medida en que el ser humano se convierte inmediatamente en ciudadano, siendo la ciudadanía el único lugar en donde se pueden conservar y garantizar dichos derechos” (Luquín, 2014). Así expone Arendt, citado por Agamben (2006)
La concepción de los derechos del hombre basada sobre la supuesta existencia de un ser humano como tal, se vino abajo tan pronto como los que la propugnaban se vieron confrontados por primera vez a hombres que habían perdido toda cualidad y relación específicas, excepto el puro hecho de ser humanos. (Agamben (2006) p. 261) 
De esta manera, el refugiado, convertido en una especie de apátrida, es decir, sin un estado que le proporcione ese “cobijo jurídico” ya sea por negación de su condición de ciudadano o por la desprotección derivada de los “estados fallidos” su condición y por ende, su vida, queda, como diría Zambrano (2004), “desnuda ante los elementos, que entonces muestran toda su fuerza”. (p.38)

Las palabras de María Zambrano nos llevarían a una (...) cuestión que en cierta medida, viene precedida por las cuestiones planteadas por Arendt, y que nos dirigen a otros terrenos. Se trata de la cuestión de la vida humana, y su gestión. No me refiero con ello al hecho de la manera de gestionar la “crisis de los refugiados” –que también– ni a las dramáticas consecuencias del mismo. Me estoy refiriendo a la situación de absoluta desprotección y desamparo no ya de la condición de refugiado, sino de la condición de la vida humana. Pero lejos de entrar en consideraciones filosóficas y morales sobre lo humano y de hacer cualquier llamamiento a la humanidad –lo cual nos situaría en uno de los lugares comunes y significantes vacíos más recurridos de los cuales queremos escapar– a lo que nos estamos refiriendo es al poder y cuando hablamos de poder, hablamos de todo el entramado del capital representado por el binomio mercado/estadoque se vierte sobre la propia vida, el cual, también es humano, “demasiado humano”.

Para ilustrar este hecho nos valen los pactos establecidos recientemente por la UE y Turquía, a partir de los cuales (3), la UE “devolverá” a Turquía a cada sirio/a que entre de manera “ilegal” –el pacto únicamente alude a la población del Estado Sirio, eludiendo los demás países en conflicto, por no hablar del resto de nacionalidades, que igualmente huyen de la desesperanza económica de sus países (4)– a cambio de asentar otro proveniente de Turquía. El pacto se selló con la cifra de 3000 millones (5) de euros a Turquía, cifra que se suma a las “ayudas” previamente otorgadas con el mismo sentido al país otomano (6). La cuestión que subyace de todo ello, a parte de, como apunta Sami Naïr, atentar contra los derechos humanos y, en concreto, contra el artículo 19 de los derechos fundamentales de la UE, que prohíbe cualquier deportación colectiva, es esa desnudez de la vida, a la que alude Zambrano, abandonado por el derecho y por la ciudadanía (Ruiz, 2014), sobre la cual el poder soberano sigue vertiendo su poder.

Nuda vida que revela la figura del homo sacer , recuperada del derecho romano por el filósofo italiano Giorgio Agamben en su obra Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida (7). El homo sacer, es aquel sujeto que sufre una doble excepción, “tanto con respecto al ius humanum como al ius divinum, tanto en relación al ámbito religioso como al profano” (Agamben, 2006, p.107). Por lo tanto, en cuanto a que es excluido dos veces, le deja expuesto a una “violencia –el que cualquiera pueda quitarle la vida impunemente”– sin que sea “clasificable ni como sacrificio ni como homicidio, ni como ejecución de una condena ni como sacrilegio” (ibid, p.108). La figura del homo sacer es así una figura de excepción y su nuda vida “no son situaciones ajenas o previas a una comunidad política basada en el consentimiento o en el otorgamiento de poderes al soberano, sino su excepción, su antagonismo y, por lo tanto, su fundamento” (Iglesias, 2009, p.5) (8). De esta forma el homo sacer, sería una figura originaria en la cual se fundamenta el papel soberano: su abandono, su estado de excepción, forma parte de la constitución del ese poder. En línea con Delgado (1999), designaría a todas aquellas “figuras límite” cuya existencia supone la garantía del Estado-nación, pues en última instancia es garante de su poder. Por lo tanto, es una figura que está dentro del ordenamiento establecido a partir de esa excepción, es decir, que su inclusión se da a través de su exclusión (Ruiz, 2014).
(...)

No de forma desinteresada, se esta haciendo una distinción entre refugiado y migrante económico. El pacto de la Unión Europea con Turquía materializa políticamente esa distinción, separando a “ilegales” y “legales”, señalando quienes son “aptos” para vivir dentro de esos muros y quienes no como bien lo expresa el sacerdote palestino Carlos Khalil Jaar: “Europa quiere refugiados a la carta: un mercado de esclavos donde escoge a los que le conviene” (9). Es precisamente las figuras de los esclavos maniatados las que evocan las imágenes de las recientes deportaciones masivas que se han puesto en marcha el 4 de abril (10). Pero, como decíamos, es precisamente también ese pacto, el que significativamente mejor refleja la figura del homo sacer y la relación con el poder: son figuras en las que recae la excepción de los poderes por encima de cualquier norma, derechos humanos y legislación internacional (11).

Ambos, refugiados e inmigrantes económicos, son clases de lo que Bauman (2005) denomina “humanos residuales”. La diferencia estribaría en que, mientras que los solicitantes de asilo tienden a ser los productos de sucesivas entregas del celo puesto en el diseño y la construcción del orden, los inmigrantes económicos constituyen un subproducto de la modernización económica, que […] ha abarcado a estas alturas la totalidad del planeta. […] Refugiados, desplazados, solicitantes de asilo, emigrantes, sin papeles, son todos ellos los residuos de la globalización. (pp. 80-81).

Extrapolando las premisa de Arendt a la época actual, ellos conformarían “las vanguardias del pueblo”. Y, ¿qué hay de las otras vanguardias? Walter Benjamin en la octava tesis sobre el concepto de historia (1982) exponía que “la tradición de lo oprimidos nos enseña que el estado de excepción en el cual vivimos es la regla”. La excepción pareciera convertirse en la norma en tiempos neoliberales. A los muros que separan diferentes mundos, se le unen los “tradicionales muros” existentes en nuestras sociedades. La aceleración del mundo capitalista, la globalización, el mercado desregulado y el retroceso de los sistemas de bienestar, producen cada vez más “humanos residuales” en los centros desarrollados. Basta mirar los actuales paisajes de los otrora centros industriales como Detroit para ver el resultado parecido a las ciudades como Homs en Siria o Sirte en Libia. Basta ver lugares como la Cañada Real en Madrid o “El Vacie” en el polígono norte de Sevilla, para ver la similitud con los campos de refugiados en Idomeni (Grecia). O baste también cómo incluso la norma –la Constitución del Estado español– fue cambiada en base a los intereses del capital, que a día de hoy justifican recortes de derechos y libertades, sumiéndonos en esa “sociedad del riesgo” retratada por Ulrich Beck (1998). Todo ello no refleja más que ese estado de excepción hacia el cual parecemos abocados. Sin duda alguna, todos estos procesos parecen dar la razón a Zizek (2009) en su afirmación de que “actualmente, todos somos potencialmente un Homo Sacer (p. 108)

3 … Y si todos somos homo sacer, ¿qué hacemos? (12)

No basta con hacer (lo que consideramos) lo mejor para los refugiados: recibirlos con las manos abiertas, mostrar toda la simpatía y generosidad de que seamos capaces. El mismo hecho de que esa muestra de generosidad nos haga sentirnos bien debería despertar nuestro recelo: ¿no estaremos haciendo todo esto para olvidar qué es lo necesario? (Slavoj Zizek, 2016, p.56)

(...)

Al principio de este artículo, a partir de Zizek (2009), exponíamos cuatro contradicciones: la catástrofe ecológica, la cuestión de la propiedad privada en relación con la propiedad intelectual, los problemas éticos derivados del desarrollo biomédico y biogenético y la brecha que separa a incluidos y excluidos, materializada en muros cada vez más presentes en el interior de las metrópolis, que nos dirige, decíamos, a un paisaje similar al de la película Los Hijos de los hombres.

De estos cuatro antagonismos, de acuerdo con el esloveno, el cuarto, es el verdaderamente decisivo. La diferencia estribaría en que mientras los demás antagonismos se pueden resolver mediante un “régimen autoritario-comunitario”, incluso dentro de la propia lógica capitalista apelando al desarrollo sostenible, a leyes que den un sentido más amplio al de propiedad, o afrontando los desafíos éticos planteados por la biogenética; es en el cuarto antagonismo, entre Incluidos y Excluidos, donde verdaderamente reside la carga revolucionaria –sin éste los demás perderían “el filo subversivo” (Zizek, 2009). En este sentido, si la realidad actual refleja un proceso de proletarización creciente, donde cada vez más población está en aras de convertirse en homo sacer o en población superflua (Bauman, 2005), lo que tenemos es cada vez más población que engrosa las filas de esas “vanguardias del pueblo” que diría Arendt. Contrariando a esta autora, los refugiados en sí, no constituyen una vanguardia de por sí: su situación desprendida de cualquier derecho no es lo que les da el carácter subversivo. No hay nada de subversivo en el sufrimiento. De esta forma, Zizek (2016) apunta, a partir de los campos de concentración nazis, que
[…] hemos de abandonar la idea de que hay algo emancipador en las experiencias extremas, como si nos permitieran abrir los ojos y ver la verdad definitiva de una situación. 
[…] Ésta es, quizá, la lección más deprimente del horror y el sufrimiento: que no hay nada que aprender de ellos. La única manera de salir del círculo vicioso de esta depresión es pasar a un terreno de análisis económico y social concreto.(pp. 28-29)
Así, la máxima de Walter Benjamin de que “Sólo gracias a aquellos sin esperanza nos es dada la esperanza” no es suficiente. Aquellos que ven a los refugiados como un sujeto revolucionario de por sí que puede hacer colapsar los cimientos del capital, pecan de mesianismo (Zizek, 2016). La “sin esperanza” si no es articulada en el plano de la lucha económica, política y social no sirve. Es más, lo único que puede ofrecer sin esa articulación, es una espiral de violencia sin sentido que pueda acabar sirviendo de justificación de algo peor.


El paso estaría entonces, en pasar del humanitarismo alienante al espacio político-económico, aislando lo emocional para llegar al pensamiento como proponía Oscar Wilde, lo que significa el abandono de lo “dramático” para pasar al análisis “épico” en términos brechtianos. Lo que separa a los tres antagonismos con el último, siguiendo con Zizek (2009), es que mientras los tres primeros se pueden leer en tanto que afectan a la supervivencia, el ultimo –el muro entre Incluidos y Excluidos– se debe leer en clave de justicia. Es el punto universal que recupera la noción de lucha de clases. El capitalismo planetario, produce el homo sacer, ya sea en forma de refugiados, explotadas, inmigrantes o paradas. Es en ese punto, reconociéndonos en la exclusión donde se sitúa el inicio –y no el fin– de esa lucha.
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(1)
Stages of Collapse
Stage 1: Financial collapse. Faith in "business as usual" is lost. The future is no longer assumed resemble the past in any way that allows risk to be assessed and financial assets to be guaranteed. Financial institutions become insolvent; savings are wiped out, and access to capital is lost.
Stage 2: Commercial collapse. Faith that "the market shall provide" is lost. Money is devalued and/or becomes scarce, commodities are hoarded, import and retail chains break down, and widespread shortages of survival necessities become the norm.
Stage 3: Political collapse. Faith that "the government will take care of you" is lost. As official attempts to mitigate widespread loss of access to commercial sources of survival necessities fail to make a difference, the political establishment loses legitimacy and relevance.
Stage 4: Social collapse. Faith that "your people will take care of you" is lost, as local social institutions, be they charities or other groups that rush in to fill the power vacuum run out of resources or fail through internal conflict.
Stage 5: Cultural collapse. Faith in the goodness of humanity is lost. People lose their capacity for "kindness, generosity, consideration, affection, honesty, hospitality, compassion, charity" (Turnbull, The Mountain People). Families disband and compete as individuals for scarce resources. The new motto becomes "May you die today so that I die tomorrow" (Solzhenitsyn, The Gulag Archipelago). There may even be some cannibalism.
(2) Esta película quizás refleje de manera más directa los tiempos pre-apocalípticos en la línea del análisis del filósofo esloveno. Situada en el Londres de 2027, las guerras, el terrorismo, la crisis medioambiental y una enfermedad que impide la procreación, muestran a la mayor parte de la sociedad sumida en el caos, donde la población pobre e inmigrante es recluida y apartada manu militari de las clases más pudientes. 

(3) “La Unión Europea confirma su portazo a los refugiados en 24 horas”   

(consultado el 23 de marzo de 2016)

(4) Sin querer entrar en un debate acerca de las diferencias entre refugiados e migrantes económicos en cuanto a desplazamiento forzoso, nosotros entendemos que ambas categorías parten de una misma matriz que atiende a causas estructurales, que hacen que ambas adquieran carácter forzoso.

(5) El pacto también incluía otras cláusulas, como expone Iosu Perales (2016) “ Ahora, la manera democrática de afrontar la crisis de los refugiados consiste en patrocinar y financiar un mapa de campos gigantescos de concentración, desde donde se deportan, devuelven y reprimen a refugiados, a cambio de 6.000 millones de euros, la anulación de los visados para los ciudadanos turcos y la promesa de acelerar el ingreso de Turquía a la UE”. En 
(consultado el 6 de abril de 2016)

(6) Por otro lado, es conveniente recordar que este hecho no es una novedad. Mucho menos en el Estado español, donde la externalización de la frontera y el control de los flujos migratorios ha sido una constante con Marruecos y posteriormente, con demás países africanos sobre todo a partir del desarrollo del Plan África, donde los proyectos de cooperación al desarrollo esconden los verdaderos intereses político-económicos que están presentes.

(7) Agamben, G. (2006). Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida. Valencia: Pre-Textos.

(8) En esta línea Agamben (2006) expone lo siguiente: Se ha hecho notar agudamente que el Estado no se funda sobre un lazo social, del que sería expresión, sino sobre su desligadura (déliaison), que prohíbe (Badiou, p.125). Podemos ahora dar un nuevo sentido a esta tesis. La déliaison no debe ser entendida como la desligadura de un vínculo preexistente (que podría tener la forma de un pacto o contrato): más bien el vínculo tiene de por sí originariamente la forma de una ligadura o de una excepción, en que lo comprendido, en él es, al mismo tiempo, excluido; la vida humana se politiza solamente mediante el abandono a un poder incondicionado de muerte. (p.117-118)

(9)  
(consultado el 4 de abril de 2016)

(10) 
(consultado el 5 de abril de 2016)

(11)
(consultado el 27 de marzo de 2016)

(12) El título deriva de uno de los recurridos encabezamientos de Slavoj Zizek a lo largo de su obra, que a su vez deriva de la obra de Lenin ¿Qué hacer?

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Bibliografía

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    (2016). La nueva lucha de clases. Los refugiados y el terror. Madrid: Anagrama (formato Epub) 

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