"la Mayoría son ustedes; ustedes quieren el Progreso, la Independencia, la Paz; ustedes eligen" / "Gehiengoa zuek zarete; zuek Garapena, Independentzia, Bakea nahi duzue, zuek aukeratzen duzue "

René Maltête (1930-2000) fue un fotógrafo francés, aunque antes había sido humorista; algo que se nota mucho en su obra artística. El humor es una de las manifestaciones más claras de inteligencia, honestidad y salud mental, decía. También fue poeta, además de activista medioambiental y antibelicista.

Sus composiciones destilan fina ironía. Al tiempo que provocan la sonrisa, plantean cuestiones y críticas acerca de la vida cotidiana y la sociedad. Algunas fotos eran montajes convenientemente preparados, en otras supo captar el momento idóneo.



"Perigueux le da la bienvenida"
"la Mayoría son ustedes; ustedes quieren el Progreso, la Independencia, la Paz; ustedes eligen"








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Después del futuro Desde el futurismo al cyberpunk. El agotamiento de la modernidad.

Después del futuro Desde el futurismo al cyberpunk. El agotamiento de la modernidad. BERARDI, FRANCO (BIFO)

Después del futuro

Desde el futurismo al cyberpunk. El agotamiento de la modernidad.
BERARDI, FRANCO (BIFO)
Traductor(es): Giuseppe Maio
ENCLAVE DE LIBROS
PVP: 15.00 €
195 Págs. / 150 x 210 mm. / Rústica c. solapas.
ENSAYO

ISBN: 9788494270802


¿Cómo ha evolucionado la percepción del futuro a lo largo del siglo xx? ¿Cómo hemos imaginado el futuro, cómo lo han imaginado los artistas, los poetas, los filósofos? ¿Y cómo lo imaginamos ahora? Porque hoy somos capaces de ver los espacios lejanos, pero nadie acaba de ver el tiempo que vendrá. Alguien decretó hace tiempo que ya no hay futuro, pero el futuro no se acaba nunca, simplemente no somos capaces de imaginarlo. Las culturas tradicionales hallaban en el pasado el fundamento de la vida presente, mientras que la modernidad ha orientado toda su energía hacia la expansión del futuro.
Cien años después de la publicación del Manifiesto futurista, el futuro ya no posee aquella fuerza de orientación de las tensiones sociales. Lo que ha colapsado es la ilusión de la energía ilimitada, de los infinitos recursos del planeta. Pero esto no significa que el futuro haya dejado de ser un campo de batalla para otros. Destruir la Europa de la solidaridad y del progreso, «thatcherizar» el continente transformándolo en un desierto de miseria, precariedad e ignorancia es el proyecto que el poder financiero se ha propuesto y está llevando a cabo.
Hoy el futuro parece estar atrapado en un laberinto: si persistimos en identificarlo con la expansión, nos sentiremos cada vez más atrapados por la ausencia de futuro. Si por el contrario queremos acceder a la dimensión que se abre después del futuro, deberemos renunciar al prejuicio del crecimiento ilimitado, de la expansión económica, de la aceleración.
«Ya no hay belleza más que en la autonomía. Ninguna obra que no exprese la inteligencia de lo posible puede ser una obra maestra. La poesía debe ser un puente tendido en el abismo de la nada para facilitar el intercambio entre imaginaciones distintas y liberar singularidades» (Manifiesto del posfuturismo).
Franco Berardi (Bifo) es escritor, filósofo, activista y psiconauta. Fue fundador de la histórica revista «A/traverso», fanzine del movimiento creativo de 1977 en Bolonia, Italia, y promotor de la mítica Radio Alice. Es autor de numerosos ensayos sobre transformaciones del trabajo, innovación y procesos de comunicación en el capitalismo. Sus textos han sido publicados en varios países. En castellano, entre otros: La fábrica de la infelicidad: nuevas formas de trabajo y movimiento global (Traficantes de sueños, 2003); Máquina imaginativa no homologada, (Edic. de intervención cultural, 2004); El sabio, el mercader, el guerrero: del rechazo del trabajo al surgimiento del cognitariado (Acuarela, 2007); La sublevación (Artefakte, 2013).

KAMARAK NOLA INUTILIZATU - COMO INUTILIZAR CÁMARAS DE VIGILANCIA


Manual para inutilizar cámaras de vigilancia. No protegen, VIGILAN!
Todxs alguna vez hemos tenido la sensación de inseguridad y agobio que producen esos ojos de cristal que cuelgan de esquinas y techos en las calles que transitamos y en los edificios que nos gustaría ver, como mínimo, cambiando unas cuantas de sus cristaleras de vez en cuando.

El no saber cuándo debes taparte el rostro, si ya te han visto o si todavía tienes un momento para proteger tu identidad antes de actuar, o simplemente, el hecho de hacer algo con el rostro cubierto pero uno de esos chismes registrando cada uno de tus movimientos a pocos metros, crean paranoia, agobio y ansiedad en momentos en los que es de gran importancia mantener la calma y pensar con claridad, y obligan a actuar deprisa y, muchas veces, por causa de ésto, mal. Más aún con el software de reconocimiento facial siendo usado ampliamente por todas las policías del mundo.
Por lo tanto, aprender a cargarse las cámaras puede ayudar y,  a pesar de que normalmente basta con rociar la lente con spray para cegarla o darle un par de buenos golpes con algún objeto contundente para romperla, nunca vienen mal otras ideas, y sin ánimo alguno de incitar a nadie a nada (¡nunca se me ocurriría tal cosa!), dejo este manual para la inhabilitación de cámaras de CCTV, que encontré en el blog de lxs compas de Abordaxe (que también tradujeron al galego) pero que fue traducido a castellano por Regeneración Libertaria a partir del original editado por lxs impulsorxs de CAMOVER (una especie de “deporte” que surge en Alemania en 2013 cuando se mandó una convocatoria internacional a participar compitiendo sanamente a ver qué grupo era el que rompía más cámaras).
Como dice el/la compañerx traductor/a de Regeneración Libertaria, sed buenxs y, sobre todo, que no os cojan…
——————–
Contenido
1. ¿Por qué destruir circuitos cerrados de televisión?
2. Tipos de cámaras
  • 2.1) Cámaras falsas
  • 2.2) Cámaras escondidas
  • 2.3) Cámaras sobre muros
  • 2.4) Cámaras sobre tejados
  • 2.5) Cámaras en postes
3. Métodos de ataque
  • 3.1) Bolsa de plástico
  • 3.2) Pegatinas y cinta
  • 3.3) Pistola de pintura
  • 3.4) Puntero láser
  • 3.5) Cortar cables
  • 3.6) Objetos pesados
4. Preparación
  • 4.1) Trabajando juntes
  • 4.2) Mantener la forma
  • 4.3) Conocer el terreno
5. Ejemplos de anarquistas griegues
1. ¿Por qué destruir circuitos cerrados de televisión?
Confía en tu intuición. Pero si de todas formas necesitas una justificación intelectual, entonces lee lo siguiente:
La vigilancia de las cámaras no recae por igual sobre todas las personas de la calle, sino que recae sobre aquellas personas estereotípicamente predefinidas como potencialmente desviadas. O bien sobre aquellas personas, que por su apariencia y comportamiento, son clasificadas como indecentes por lxs operadorxs. De esta forma, la juventud, especialmente aquella que ya está social y económicamente marginada, puede ser objeto de mayores niveles de intervención autoritaria, así como de mayores niveles de estigmatización. En vez de contribuir con mayores niveles de justicia social mediante la reducción de los niveles de victimización, las cámaras de vigilancia son meras herramientas de injusticia al servicio de una vigilancia diferenciadora y discriminatoria.”
“. . . instrumento de control social y disciplinamiento; producción de conformidad anticipativa; certeza de observar con rapidez desviaciones sociales; recopilación de archivos individualizados de la población vigilada.”
Fuente: The Unforgiving Eye: CCTV Surveillance in Public Space, por Dr. Clive Norris y Gary Armstrong, del Centre for Criminology and Criminal Justice de la Hull University, Reino Unido
“Lo que hemos demostrado es que las cámaras de seguridad no reducen el crimen (en todo caso ha aumentado). Tampoco reducen el miedo a cometer un crimen, sino que, de resultar en algo, las cámaras incrementan levemente los niveles de ansiedad.”
Fuente: Profesor Jason Ditton de la Sheffield University, Reino Unido
2. Tipos de cámaras
2.1) Cámaras falsas
Estas cámaras deben ser inhabilitadas dado que cohíben e infligen miedo al castigo.
“Las cámaras falsas incluyen lentes y soportes. Usan una carcasa real para que parezcan de verdad.”
2.2) Cámaras escondidas o camufladas
Sirven para reforzar la vigilancia en instalaciones donde las cámaras primarias son más básicas. Las cámaras escondidas ofrecen una segunda vigilancia en caso de que el/la intrusx desactive las cámaras primarias. Este tipo de cámaras suelen ser usadas de manera temporal para captar repetidas actividades criminales.
2.3) Cámaras sobre muros
Normalmente están instaladas fuera del alcance de las personas, pero pueden ser accesibles por dos personas trabajando juntas. Protegen sobre todo propiedades privadas, pero a menudo también cubren espacio público.
2.4) Cámaras sobre tejados
Normalmente son cámaras usadas por la policía para controlar el tráfico, pero a veces son también usadas por instituciones privadas o complejos de oficinas.
2.5) Cámaras en postes
Usualmente son operadas por autoridades locales para vigilar áreas comerciales y tráfico urbano.
3. Métodos de ataque
3.1) Bolsa de plástico
Una bolsa de plástico con pegamento sirve de maravilla. Es un método barato y tan eficaz como cualquier otra técnica a corto-plazo. Usa bolsas industriales, pues éstas son más gruesas. A veces las cámaras que están siendo reparadas son cubiertas, por lo que visualmente esta técnica no llama tanto la atención. Si la cámara puede ser cubierta por una bolsa sin dificultad, significa que está al alcance. De ser así, no dudes en destruir el cristal, la lente, y demás componentes (hecho esto, no cubras la cámara con una bolsa: la gente necesita ver la cámara destruida como muestra de que no sirven).
3.2) Pegatinas y cinta
Simplemente pega una pegatina o un poco de cinta en la lente. Esta técnica sirve de entrenamiento y muestra claramente que la cámara está “fuera de juego.”
3.3) Pistola de pintura
Hazte con una pistola de agua de las que usan lxs niñxs y llénala con pintura. Esta técnica es rápida, divertida, sencilla, y no requiere que escales nada (muy recomendada). Puedes inutilizar muchas cámaras en poco tiempo (con una hora de actividad puedes fácilmente poner fuera de juego 10 cámaras). No te olvides de llevar pintura de repuesto en recipientes de plástico. Tampoco te olvides quitar las impurezas para evitar que la pistola se bloquee. Apunta a la lente de la cámara y después hazte cargo del resto de la cámara y el área en la que esté. La pintura se limpia fácilmente, por lo que es una técnica de corto-plazo, pero sirve para indicar con claridad a la gente dónde hay una cámara.
Nosotrxs usamos los modelos de pistola Super Soaker 400 – 2000 (versión camuflaje para acciones urbanas nocturnas). Usamos una mezcla 50/50 de agua y pintura de emulsión, con lo que podemos alcanzar sin dificultad alturas de hasta 4,5 metros sobre nosotrxs. Esta mezcla obstruye por completo la lente de la cámara una vez aplicada al objetivo. Prepárate para mancharte, por lo que lleva ropa desechable.
3.4) Puntero láser
Los punteros láser de considerable potencia se pueden comprar por precios razonables. Para garantizar una acción eficaz se recomiendan punteros láser más potentes. Ten en cuenta que puedes dañar tu visión si no apuntas bien, o si el cristal de la cámara refleja el láser. También considera que, en distancias largas, es difícil mantener el láser fijado sobre el objetivo. El puntero láser puede ser instalado sobre unos binoculares para aumentar la precisión. Esta técnica no muestra a la gente que la cámara está inutilizada, por lo que no es recomendada.
3.5) Cortar cables
Los cables de las cámaras pueden ser cortados con herramientas afiladas como las usadas en jardinería. Asegura que la herramienta te aísle de la electricidad de los cables. Si dejas los cables colgando de manera casual mostrarás a la gente que la cámara está inutilizada. Además, obligarás a reparar (y pagar) el cableado de la cámara. Produce chispas de satisfacción.
3.6) Objetos pesados
Escala hasta el tejado del edificio donde la cámara está montada. Desde lo alto, deja caer un objeto pesado como un bloque de hormigón. Puedes calcular la posición correcta si primero dejas caer piedras de menor tamaño. La cámara será destruida con una exhibición de chispas. Pero ten en cuenta que escalar edificios altos con objetos pesados requiere que estés en buena forma física. Considera también la seguridad de lxs viandantes que se puedan encontrar en la calle. Ésta técnica es una cosa seria.
4. Preparación
La preparación (entrenamiento) es esencial no solamente para adquirir la forma física necesaria, sino también para adquirir la destreza necesaria (y más importante: te prepara para salir de situaciones inesperadas).
4.1) Trabajando juntxs
Conoce bien a tus colaboradorxs (sus habilidades y carencias). También es importante saber en qué medida podéis confiar lxs unxs en lxs otrxs.
4.2) Mantener la forma
Nunca puedes estar demasiado en forma, por lo que haz una gran variedad de ejercicio (aunque la mejor forma de prepararte es inhabilitando cámaras de verdad). “Juega” en el terreno en el que actuarás, y empieza con algo sencillo como poner pegatinas.
4.3) Conocer el terreno
Familiarízate con todos los aspectos del terreno en el que actuarás. Explora el área tanto de día como de noche. Escala todos los árboles; todos los edificios. Explora todos los callejones, callejuelas, arbustos, y túneles. Salta todos los muros, barandillas, y vallas. No uses las calles o caminos (solamente crúzalos por los ángulos seguros). Si crees que el área está vigilada por helicópteros entrena tus habilidades de contra-vigilancia aérea, es decir, busca coberturas, usa bengalas, bombas de humo, etcétera.
5. Ejemplos de anarquistas griegxs. Vídeos
Veamos cómo lxs compañerxs en Grecia inhabilitan cámaras de seguridad. Vídeos aquí,aquíaquíaquíaquíaquíaquíaquí y aquí.


Para saber más:

Sorgin Gauaren bideokronika, Moscow Death Brigade

MOSCOW DEATH BRIGADE: VÍDEO-CRÓNICA DE LA SORGIN GAUA XI ¡NO OS LA PERDÁIS!

Imagen de Moscow Death Brigade — Moscow Death Brigade(Митинг антифашистов на Чистых Прудах)

¡¡ Haz click en la imagen !! - Klikatu argazkiaren gainean !!!

Storia Di Una Grande Scienziata, Libera E Napoletana (di Donnaeuropa) -punk4free-

Maria Bakunin, Storia Di Una Grande Scienziata, Libera E Napoletana (di Donnaeuropa) Stampa
Maria Bakunin
Maria Bakunin, Storia Di Una Grande Scienziata, Libera E Napoletana (di Donnaeuropa)

http://www.donneuropa.it/cultura-e-spettacoli/2014/12/09/maria-bakunin-scienziata-intellettuale-libera-napoletana/

Donnaeuropa

Ancora oggi celebrata a teatro. Maria Bakunin, figlia dell'anarchia nata in Siberia alla fine dell'800. Arrivata a Napoli da bimba, crebbe studiando da scienziata e divenne una grande chimica. Fu perno di un nuovo pensiero scientifico e della fondazione di nuovi paradigmi didattici.

Si racconta che quando i tedeschi misero a fuoco le biblioteche di via Mezzocannone, si sedette in prossimita' delle fiamme incrociando le braccia. Cosi' il comandante diede ordini di ritirarsi e i danni furono meno gravi. E' anche legata alla difesa del suo istituto di chimica durante la seconda mondiale la fama di Maria Bakunin a Napoli.

E per le sue "alte qualita' scientifiche e morali", Benedetto Croce la nomino' presidente dell'Accademia Pontaniana, di cui era membro onorario.

Scienziata e intellettuale libera e spregiudicata, Maria fu una delle figure piu' rappresentative nella Napoli del secolo scorso, sperimentatrice coraggiosa e docente presso la facolta' di scienze, dove divenne professore emerito.

Nata a Krasnojarsk, in Siberia, nel 1873, terzogenita dopo Carlo e Sofia, del rivoluzionario anarchico Michail e di Antossia Kwiatowoska, visse a Napoli dall’eta' di tre anni: qui la madre si era trasferita dopo la morte del padre, che aveva sempre pensato a Napoli come alla citta' dove meglio si sarebbero potuti realizzare i suoi ideali rivoluzionari.

A Napoli nacque suo nipote Renato Caccioppoli, il celebre matematico che ha ispirato, tra l’altro, il film di Mario Martone Morte di un matematico napoletano, e la sua sorellastra Tatiana, figlia di seconde nozze di Antossia.

Ma qui, soprattutto, Maria fu perno di una vita culturale e sociale che ha lasciato segni significativi nello sviluppo del pensiero scientifico e nella rifondazione di rinnovati paradigmi didattici.

Laureatasi giovanissima con Agostino Oglialoro-Todaro, di cui divenne moglie e collaboratrice, lega il suo operato alla definizione della mappa geologica d'Italia a cui pervenne studiando le rocce metamorfiche impregnate di ittiolo, che caratterizzano le montagne dei Picentini nell'area salernitana.

Ma e' a lei che si deve anche l'introduzione di un 'metodo originale' per realizzare la ciclizzazione utilizzando l'anidride fosforica, in seguito usato per la preparazione dell'aspirina.

E nonostante tutto il suo nome e' restato a lungo oscurato, manco a dirlo, dalla presenza di figure maschili, colleghi, intellettuali, o il nipote Renato Caccioppoli che lei stessa provvide a difendere, all'occorrenza. E' del 1938 infatti la sua intercessione presso la polizia segreta che lo aveva arrestato per propaganda antifascista, cosi' che alla zia tocco' farlo passare per folle, internandolo.

Di questo e di altri gustosissimi episodi della vita di Maria - Marussia per gli amici, la Signora per tutti gli altri - sono prodighe invece le testimonianze di Alessandro Rodolfo Nicolaus, scienziato e professore scomparso qualche anno fa, convertito alla chimica dopo due anni di economia e commercio, da questa "maestra temuta e stimata".

Da lui apprendiamo che fu "coraggiosa fino all'audacia, da taluni ritenuta violenta e prepotente", e che fu sempre molto esigente con il personale. Persino bizzarra, se si prende per buono l'appunto rinvenuto sul margine di una pagina di una sua pubblicazione, 'prendere a calci Vincenzino (il custode) perche' non si e' fatto le basette'.

Lei da parte sua viveva con una schiera di gatti in una grande casa vicino all'istituto di chimica, e dopo la seduta accademica che si svolgeva alle 11 era solita invitare i colleghi a una frugale colazione, fatta di pasta nera scondita, patate lesse e carne di cavallo, spesso forzatamente 'condivisa' con i gatti che balzavano sul tavolo.

"Ricordatevi Nicolaus - gli diceva, sempre rivolgendosi col voi - se uno degli ospiti ritorna, e' uno di cui fidarsi".

Cosi', a due militari alleati, probabilmente presentati da Croce, che dopo un pasto particolarmente misero le chiesero se avesse bisogno di qualcosa, lei rispose semplicemente 'alcool e ovatta'. Servivano a riscaldare le provette e ad alimentare i bruciatori per far funzionare i gruppi elettrogeni del laboratorio. Era il 1943 e Napoli, affamata e distrutta, era priva di acqua, luce e gas.

Pasqualina Mongillo invece, nella sua biografia Marussia Bakunin, una donna nella storia della chimica, pubblicata nella collana scientifica dell'ateneo di Salerno per i tipi della Rubbettino nel 2008, racconta che fu anche un'appassionata didatta e che il ministro Francesco Nitti affido' a lei lo studio del sistema dell'istruzione professionale in Belgio e in Svizzera. E a questo proposito vale la pena mettere in fila i capisaldi della sua pedagogia: uguale sviluppo di teoria e prassi; arredo scolastico che dimostri buon gusto in modo che "il lavoro e lo studio possano diventare diletto dello spirito", larghi compensi ai docenti, elargiti in funzione dei sacrifici richiesti, prelievo forzoso delle risorse economiche da destinare all'istruzione professionale. Era il 1914 e l'Italia non era ancora entrata nella prima guerra mondiale.

A Marussia e' dedicato il monologo eponimo, in un atto, di Imma Battista, presentato al teatro di villa Torlonia lo scorso 27 Novembre nell'ambito del progetto Donne straordinarie.

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Fonte: Maria Bakunin, Storia Di Una Grande Scienziata, Libera E Napoletana (di Donnaeuropa)
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Después del futuro Desde el futurismo al cyberpunk. El agotamiento de la modernidad.

Después del futuro Desde el futurismo al cyberpunk. El agotamiento de la modernidad. BERARDI, FRANCO (BIFO)

Después del futuro

Desde el futurismo al cyberpunk. El agotamiento de la modernidad.
BERARDI, FRANCO (BIFO)
Traductor(es): Giuseppe Maio
ENCLAVE DE LIBROS
PVP: 15.00 €
195 Págs. / 150 x 210 mm. / Rústica c. solapas.
ENSAYO

ISBN: 9788494270802


¿Cómo ha evolucionado la percepción del futuro a lo largo del siglo xx? ¿Cómo hemos imaginado el futuro, cómo lo han imaginado los artistas, los poetas, los filósofos? ¿Y cómo lo imaginamos ahora? Porque hoy somos capaces de ver los espacios lejanos, pero nadie acaba de ver el tiempo que vendrá. Alguien decretó hace tiempo que ya no hay futuro, pero el futuro no se acaba nunca, simplemente no somos capaces de imaginarlo. Las culturas tradicionales hallaban en el pasado el fundamento de la vida presente, mientras que la modernidad ha orientado toda su energía hacia la expansión del futuro.
Cien años después de la publicación del Manifiesto futurista, el futuro ya no posee aquella fuerza de orientación de las tensiones sociales. Lo que ha colapsado es la ilusión de la energía ilimitada, de los infinitos recursos del planeta. Pero esto no significa que el futuro haya dejado de ser un campo de batalla para otros. Destruir la Europa de la solidaridad y del progreso, «thatcherizar» el continente transformándolo en un desierto de miseria, precariedad e ignorancia es el proyecto que el poder financiero se ha propuesto y está llevando a cabo.
Hoy el futuro parece estar atrapado en un laberinto: si persistimos en identificarlo con la expansión, nos sentiremos cada vez más atrapados por la ausencia de futuro. Si por el contrario queremos acceder a la dimensión que se abre después del futuro, deberemos renunciar al prejuicio del crecimiento ilimitado, de la expansión económica, de la aceleración.
«Ya no hay belleza más que en la autonomía. Ninguna obra que no exprese la inteligencia de lo posible puede ser una obra maestra. La poesía debe ser un puente tendido en el abismo de la nada para facilitar el intercambio entre imaginaciones distintas y liberar singularidades» (Manifiesto del posfuturismo).
Franco Berardi (Bifo) es escritor, filósofo, activista y psiconauta. Fue fundador de la histórica revista «A/traverso», fanzine del movimiento creativo de 1977 en Bolonia, Italia, y promotor de la mítica Radio Alice. Es autor de numerosos ensayos sobre transformaciones del trabajo, innovación y procesos de comunicación en el capitalismo. Sus textos han sido publicados en varios países. En castellano, entre otros: La fábrica de la infelicidad: nuevas formas de trabajo y movimiento global (Traficantes de sueños, 2003); Máquina imaginativa no homologada, (Edic. de intervención cultural, 2004); El sabio, el mercader, el guerrero: del rechazo del trabajo al surgimiento del cognitariado (Acuarela, 2007); La sublevación (Artefakte, 2013).

Contra el fundamentalismo científico.

Contra el fundamentalismo científico.

DOGMA 4

1. Planteando el problema

La Ciencia está siendo utilizada como fuente supuestamente “objetiva” de conocimiento y producción de “verdad”, constituyéndose en un mecanismo de poder cuya fuerza y efectividad radica precisamente en que no es percibido como tal:
“Es precisamente esa pretensión de la ciencia de constituirse en metadiscurso verdadero por encima de las ideologías, saberes y opiniones particulares, lo que la constituye como ideología dominante […] su capacidad de persuadirnos de que no estamos siendo persuadidos, es precisamente esa mentira verdadera de la ciencia la que hace de ella la forma más potente de ideología en nuestros días: la ideología científica” [1].
La interacción entre este mecanismo totalitario -que hace pasar una determinada construcción de la realidad por la realidad misma- y la Bioética, esa nueva ciencia que se presenta a sí misma como interdisciplinar y se adjudica la función de decidir hasta dónde debe dejarse actuar a la ciencia y sus aplicaciones, abre la puerta a la impunidad: diagnósticos infalibles, curaciones milagrosas, seres humanos a la carta… la imposición sin trabas de un discurso ideológico con graves consecuencias sanitarias y ecológicas, escamoteado tras la pretendida objetividad científica [2].
El éxito del discurso científico ha sido conseguir que las mayorías formadas en las instituciones educativas del sistema acepten como realidad objetiva exterior, lo que no es más que una construcción subjetiva, cuando no un montaje motivado por intereses inconfesables.
Nos encontramos en manos de quienes tienen el poder suficiente para conseguir que sus teorías se acepten y para impedir que otros las refuten. Se cumple así rotundamente la profecía de Comte en un libro cuyo sólo título ya habla por sí mismo, una obra que sentó las bases del discurso dogmático y reaccionario defendido actualmente por la autodenominada “Comunidad Científica” y sus seguidores:
“La sustituimos por una religión sistemática que desarrolle la unidad del hombre; porque lleva tiempo hacer posible la constitución de tal religión inemdiata y completamente, mediante la combinación de los resultados de nuestro estado previo asistemático. Como consecuencia natural, entonces, de sus principios, el Positivismo acabará con el antagonismo entre las diferentes religiones que lo han precedido, porque reclama como su peculiar dominio ese territorio común en el que todas han descansando instintivamente”[3].
Frente a este discurso fundamentalista, aquí defendemos que lo científico no es objetivo -mucho menos cuando se aplica a lo viviente-, que el método científico no es la única posible aproximación al conocimiento -ni siquiera la más completa- y que la imposición de la ortodoxia bajo auspicios de las multinacionales de la farmacia tiene consecuencias fatales para el medio ecológico y para la salud y el bienestar de la humanidad.

2. Analizando conceptos

“Lo que mueve a la ciencia no es la voluntad de saber,
sino la voluntad de dominar”
Umberto Galimberti
“Atacar la razón científica es hoy una necesidad,
no para acabar con el conocimiento científico
sino para romper su funcionamiento como retórica de la verdad”.
Tomás Ibáñez

“Conocimiento científico”

La mayoría de las fuentes consultadas entienden que el “conocimiento científico” es una aproximación crítica a la realidad basada en el “método científico”. The business dictionary [4] da la siguiente definición que podemos considerar ortodoxa:
“Conocimiento de un hecho o fenómeno adquirido mediante el método científico. Cuatro factores son esenciales para la clasificación de información como conocimiento científico: (1) prueba independiente y rigurosa, (2) publicación mediante “peer review”, (3) medida de error actual o potencial, y (4) grado de aceptación por la comunidad científica”.
La primera condición es impecable… en el supuesto de que pudiera llevarse a la práctica. Sin embargo, las tres condiciones restantes convierten el supuesto “conocimiento del hecho o fenómeno” en una cuestión enteramente subjetiva dependiente de un grupo de “expertos”, de mil y una conjeturas sobre criterios de interpretación de lo que pueda establecerse como “rate of error”, y muy especialmente del “grado de aceptación” por parte de una entelequia indefinida, la “comunidad científica”, “iluminada por un don especial, el ethos científico”, a decir de Emmanuel Lizcano [5].
Otros autores igualmente representantes de la retórica de verdad actual de la ciencia están de acuerdo con matices en que el conocimiento científico se sustenta en dos pilares: reproductibilidad -es decir, la posibilidad de poder repetir un determinado experimento- que exige como condición previa la comunicabilidad y que posibilita la comprobación sin prejuicios; y la falsabilidad, posibilidad de diseñar experimentos que lo nieguen.
Si la condición primordial del Método Científico es la falsabilidad y ésta sólo puede comprobarse de modo fehaciente cuando una teoría resulta efectivamente falsa, entonces lo que tenemos es un conjunto de teorías que aún no han sido refutadas, puesto que el método no puede distinguir entre teorías verdaderas y falsas, sino entre las que son falsadas y las que aún no lo son. Y esto aceptando los criterios propuestos para falsar, es decir para comparar teoría con realidad.
Otra característica fundamental del conocimiento científico es su etnocentrismo, que lleva a la mayoría de los autores a calificar el conocimiento no científico como “vulgar” [6], “común” [7], “ordinario” [8], “precientífico” [9], y en general opuesto al “conocimiento por excelencia” que sería según ellos el conocimiento científico.

“Método científico”

Una definición generalizada: “prácticas utilizadas y ratificadas por la Comunidad Científica como válidas a la hora de exponer y confirmar teorías. Habitualmente se utiliza como forma de eliminar falacias y prejuicios. Solo las ideas que puedan comprobarse experimentalmente están dentro del ámbito de la ciencia”.
El método científico sirve para establecer el conocimiento científico, pero puesto que consiste en prácticas acordadas por la comunidad científica, ello supone que los científicos se ponen de acuerdo sobre el modo válido de establecer el conocimiento. ¿Es posible acordar lo que constituye un conocimiento objetivo? ¿No es un acuerdo la suma de subjetividades coincidentes?
Roland Omnés [10] considera la ciencia como “representación de la realidad” y el “método científico” como “un método para juzgar, no para construir”. ¿Qué significa esto exactamente? ¿Resuelve Omnés los problemas de la intervención humana en el presunto conocimiento objetivo de la naturaleza?
Veamos: “el método de que se trata es aquel que permite comprender cómo se puede reconocer después si una ciencia está firmemente establecida”. Omnés elude por tanto la cuestión inicial: ¿cómo se construye?
Según Omnés, el método tiene cuatro tiempos, el segundo de los cuales es el crucial: “es el de conceptualización […] consiste en elaborar y seleccionar conceptos adecuados a una representación de lo real”. Pero, ¿con qué criterios podemos saber que son “adecuados”?
En el cuarto tiempo de su método, correspondiente a la “verificación”, Omnés viene a plantear la ingenua postura desarmada por Karl Popper y que ya Einstein consideraba poco menos que absurda: que a base de “miríadas de previsiones y experiencias” que nos dicen que la teoría se cumple, podemos darla “sin duda” por “verdadera”.
La crítica más radical a las pretensiones de “objetividad” y “verdad” del discurso científico proceden del anarquismo epistemológico [11], cuyo autor más arriesgado y carismático es Paul Feyerabend, cuyo tratado Contra el Método se ha convertido en un clásico de la contestación a una ciencia esclerotizada y prepotente, a la que Feyerabend coloca un mismo plano con otras vías de acceso al conocimiento.

“Ciencia fáctica”

El epistemólogo Rudolf Carnap planteó una división básica de las ciencias en tres grupos: la Lógica y la Matemática serían ciencias “formales” por oposición a las “empíricas” o “fácticas”, divididas a su vez en dos grupos: las “naturales” -Astronomía, Biología, Física, Geología, Química, Geografía- y las “sociales”: Antropología, Política, Economía, Historia, Psicología, Sociología…
Las ciencias formales utilizan, según Bunge, la lógica para demostrar rigurosamente sus teoremas, las ciencias fácticas necesitan de la observación y la experiencia. Dos rasgos esenciales de las ciencias de la naturaleza son:
—racionalidad: “conceptos, juicios y raciocinios” que pueden combinarse mediante reglas lógicas y organizarse en un “sistema”, es decir en una retórica de verdad o “paradigma” en la conceptualización de Kuhn.
—objetividad: según Ferrater Mora, “objeto” es “lo que no está en el sujeto”, sea real o no. Se trata pués de lo que se percibe en el exterior desde el sujeto. Brown, discutiendo los problemas relacionados con la objetividad científica -que no son pocos ni leves precisamente- dice:
“la tesis de que la ciencia es objetiva […] no es evidente a todas luces, ni tampoco es una afirmación en favor de la cual se haya aportado ningún elemento de juicio empírico. Antes bien, es una proposición paradigmática, un supuesto básico del programa de investigación del empirismo lógico” [12].

“Verdad”

Después de dar vueltas buscando la “infalibilidad mediante la eliminación del juicio humano” durante doscientas páginas, Harold Brown [13] -cuya premisa fundamental es que “el conocimiento solo puede ser verdadero”, acaba diciendo:
“estamos así de nuevo en el mismo punto que comenzamos. A menos que los científicos tengan un método efectivo para determinar de una vez por todas qué proposiciones son verdaderas, no podemos determinar qué parte de la ciencia corrientemente aceptada es de hecho conocimiento, ni tan siquiera si existe algún conocimiento científico en absoluto”.
¡Enorme dilema! Brown acude al razonamiento circular para proponer que lo que no es verdadero no es conocimiento, pero ¿cómo podemos establecer lo que es “verdadero”?
Brown termina cayendo en la misma zanja que el resto de sus colegas: “una vez que nos libramos de la creencia de que la ciencia puede establecer verdades definitivas”, sólo nos queda aceptar “en cambio que lo que puede esperar alcanzar la ciencia es un consenso racional tentativo basado en los elementos de juicio disponibles”. Las páginas finales de su libro están dedicadas a dar su opinión de cómo debe establecerse un consenso “legítimo”.
¿Y dónde queda la incómoda exigencia de “verdad”? La propuesta de Brown es tan sorprendente como desvergonzada: propone aceptar dos definiciones para “verdad”: la “verdad1” correspondería al concepto que denota un valor absoluto y adecuación a la realidad, mientras que la “verdad2” sería la “verdad científica”, aceptando que cualquier proposición que forma parte del conocimiento científico es “verdadera2” aunque no sea “verdadera1”.
Es decir, lo que propone Brown es un concepto de verdad relativa que al insertarla en el terreno de la ciencia se convierte en “absoluta”. ¿Estamos ante un pragmático sin la menor suspicacia? ¿Ante un cínico? ¿Ante un estafador que cree dirigirse a incautos lectores?
Por su parte, Mario Bunge define verdad como lo “que concuerda aproximadamente con su objeto”. El adverbio es suficientemente elocuente; la concesión casi anula el concepto de objetividad, pues ¿quién decide cuánto de aproximado debe ser para que pueda considerarse objetivo? ¿A partir de dónde deja de serlo? No parece sino puro relativismo.
Pero Bunge continua:
“que verifica la adaptación de las ideas a los hechos”. ¿Y cómo lo hace? “recurriendo a un comercio peculiar con los hechos (observación y experimentación), intercambio que es controlable y hasta cierto punto reproducible”.
Nueva ralativización y pregunta obligada: ¿hasta qué punto se permite que pueda llegar esa adecuación o esa falta de adecuación para que la observación pueda considerarse verificada?
La “verdad” es, por tanto, la mentira del sistema que controla los procesos de producción y comunicación de los discursos. Como dice Agustín García Calvo:
“No hay forma de Poder sobre la gente que pueda ejercerse si no es a través de la mentira […] es la mentira y la mentira presentada como verdad y como objeto de fe lo que ha dado siempre fuerza al Poder y sigue dándosela hoy día […] de forma que ¿qué duda os cabe de que la encargada del mantenimiento de esta mentira es la ciencia y que no puede declararse inocente de nada?” [14].
Sólo produciendo a contracorriente, creando contra la “verdad”, ponemos en marcha un auténtico proceso de transformación social.

“Dogmatismo”

“Por extensión, el término dogmatismo designa la tendencia a erigir fórmulas que expresan conocimientos en verdades indiscutibles, al margen del estudio, de la crítica y del debate” [15].
Mario Bunge, considerando la pregunta de si el Método Científico es dogmático, dice:
“No se conoce otro remedio eficaz contra la fosilización del dogma -religioso, político, filosófico o científico- que el método científico, porque es el único procedimiento que no pretende dar resultados definitivos. El creyente busca la paz en la aquiescencia; el investigador, en cambio, no encuentra paz fuera de la investigación y la disensión: está en continuo conflicto consigo mismo, puesto que la exigencia de buscar conocimiento verificable implica un continuo inventar, probar y criticar hipótesis. Afirmar y asentir es más fácil que probar y disentir; por esto hay más creyentes que sabios, y por esto, aunque el método científico es opuesto al dogma, ningún científico y ningún filósofo científico debieran tener la plena seguridad de que han evitado todo dogma” [16].

“Fundamentalismo científico”

A partir del encuadre de Lizcano: “También nosotros tenemos nuestra particular forma de fundamentalismo, es decir, ciertas creencias incuestionadas e incuestionables, ciertos absolutos que justifican cuantos sacrificios se estimen necesarios para su preservación, defensa y expansión. Incluso sacrificios humanos. El nuestro es el fundamentalismo tecno-científico” [17], propongo -esquemáticamente- las siguientes reflexiones:
La ciencia moderna es el “reino de la cantidad”, “desprecia o aparta una parte considerable de los datos de la experiencia, a saber, todos los que presentan un carácter genuinamente cualitativo” [18]. Ese desprecio por lo esencial -cuyo origen se halla en el racionalismo cartesiano, que a su vez hunde sus raíces en el Renacimiento y ha desembocado en el materialismo moderno- la convierte en“completamente incapaz de explicar nada” [19].
Paradójicamente, la ciencia -empeñada en la búsqueda de principios que no dependan de la subjetividad humana y eviten por tanto desembocar en relativismo, irracionalidad, discrecionalidad…- pretende un origen “suprahumano” para fundamentarse, que la arrebata de las manos de lo que ella misma considera racional y la lanza directamente al mismo terreno que la tradición, la intuición, la religión y demás conocimientos de los que pretende diferenciarse y que considera “inferiores”.
Frente a esas “pseudociencias”, la ciencia pretende autolegitimarse como objetiva, como conocedora de una verdad exterior que no depende de la subjetividad e individualidad humana, pero, por otra parte, niega todo lo que no es material, es decir, todo lo que no puede percibir el ser humano con sus sentidos.
Ernesto Sábato:
“Las regiones más valiosas de la realidad -la más valiosa para el hombre y su existencia- no son aprehendidas por esos esquemas de la lógica y la ciencia […] De las tres facultades del hombre, la ciencia sólo se vale de la inteligencia y con ella ni siquiera podemos cerciorarnos de que existe el mundo exterior ¿Qué podemos esperar de problemas infinitamente más sutiles? […] el arte y la literatura, pues, deben ser puestas al lado de la ciencia como otras formas de conocimiento” [20].
No deja de ser paradójico que un movimiento humanista haya sentado las raíces de la deshumanización, ya que “como servidor de la máquina, el propio hombre debe convertirse en máquina” [21].
El resultado final de ese proceso de caída -enunciado lúcidamente por Guénon en 1945- es el hecho de que las “aplicaciones prácticas” -la Era Tecnológica, diríamos 65 años después- “constituyen la única superioridad efectiva de la civilización moderna; superioridad poco envidiable por otra parte y que, desarrollándose hasta ahogar toda otra preocupación, ha dado a esta civilización el carácter puramente material que hace de ella una verdadera monstruosidad” [22].
Y es que, en estos momentos, ya no hablamos de la ciencia moderna en el sentido en que lo era en los siglos pasados, sino que, como dice Bauer:
“la ciencia del siglo XXI es diferente de la `ciencia moderna´de los siglos XVII al XX; se ha producido una transformación `radical, irreversible, estructural´ a nivel mundial, en la forma de organización y actuación de la ciencia […] Un aspecto de ese cambio es que el ethos científico ya no se corresponde con las tradicionales normas `mertonianas´ de escepticismo desinteresado y puesta a disposición pública; ha quedado subordinada a los intereses de las corporaciones” [23].

REFERENCIAS

[1] LIZCANO, E. “Ciencia e Ideología”, en Diccionario crítico de Ciencias Sociales, Madrid y México, Editorial Plaza y Valdés, 2009. (http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/C/ciencia_ideologia.htm).
[2] GARCIA BLANCA, Jesús. Bioética, biociencias y biotecnologías. Una propuesta de revisión crítica en el contexto de las relaciones de poder. Congreso Bioética y Medio Ambiente. Universidad de La Habana, 13-15 de noviembre, 2003.
[3] COMTE, August. Catecismo de la Religión Positiva. Londres, John Chapman, 1858
(http://books.google.es/books?id=FaMNAAAAYAAJ&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false).
[4] http://www.businessdictionary.com/definition/scientific-knowledge.html
[5] LIZCANO, Emmanuel. “La ciencia, ese mito moderno”, en Claves de razón práctica, nº 32, 1993, pp. 66-70.
[6] http://www.filosofia.org/enc/dfc/conocimi.htm
[7] http://sociologiac.net/biblio/Bachelard_ConocimientoC.pdf
[8] http://grupobunge.wordpress.com/2006/09/16/conocimiento-ordinario-y-cientifico/
[9] http://www.alipso.com/monografias/laciencia2_otra_vez /
[10] OMNÉS, Roland. Filosofía de la ciencia contemporánea. Barcelona, Idea books, 2000. pp. 201 y ss.
[11] RAMIREZ SALINAS, L. A. “El anarquismo epistemológico”, 2002 (www.rmg.com.py). RAMIREZ, Oscar V. “El proceso kafkiano a la ciencia y la razón de P. K. Feyerabend”. Jornades de Foment de la Investigació. Universitat Jaume I. (http://www.uji.es/bin/publ/edicions/jfi5/ciencia.pdf)
[12] BROWN, Harold I. La nueva teoría de la ciencia. Madrid, Tecnos, 1983. p. 204.
[13] BROWN, Harold I. op. Cit. p. 200.
[14] Transcripción de su intervención en la mesa redonda “Ciencia: pro y contra”, celebrada el 15 de noviembre de 1994 en la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona, Archipiélago, 20, primavera de 1995, pp. 75-83.
[15] http://es.wikipedia.org/wiki/Dogma
[16] BUNGE, Mario. La ciencia. Su método y su filosofía. Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1998 (http://www.linksole.com/da443i).
[17] LIZCANO, Enmanuel. Metáforas que nos piensan. Sobre ciencia, democracia y otras poderosas ficciones. Traficantes de Sueños y Ediciones Bajo Cero, 2006 (http://traficantes.net/index.php/trafis/editorial/catalogo/otras/metaforas_que_nos_piensan).
[18] GUÈNON, René. El reino de la cantidad y los signos de los tiempos. Barcelona, Paidós, 1997, p. 68.
[19] GUÉNON, René. Op. Cit. p. 66.
[20] SABATO, Ernesto. Hombres y engranajes. Madrid, Alianza Editorial, 1980.
[21] GUÉNON, René. Op. Cit. p. 59.
[22] GUÉNON, René. Op. Cit.
[23] BAUER, H.H. “Science in the 21st Century: Knoledge Monopolies and Research Cartels”. Journal of Scientific Exploration, Vol. 18. Nº 4, pp. 643-660, 2004.
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Jesús García Blanca |   saludypoder.blogspot
Extractos de la comunicación presentada en el Congreso SIDA – Conocimiento y Dogma Condiciones de surgimiento y declive de las teorías científicas, 16/17 de julio 2010, Viena, Austria.

Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda

Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda

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¿Alguna vez has tenido la sensación de que tu puesto de trabajo es una pura invención? ¿Que el mundo seguiría girando si dejaras tu puesto de trabajo de 40 horas semanales? David Graeber, antropólogo estadouni­dense, explora el fenómeno de los trabajos absurdos en un texto de gran interés para cualquier trabajador/a, que analiza el mundo laboral con altas dosis de ironía y desde un punto de vista anglosajón, de una manera poco convencional en los tiempos que corren.

En el año 1930, John Maynard Keynes predijo que, para finales del Siglo XX, la tecnología habría avanzado lo suficiente para que países como Gran Bretaña o EEUU hubieran conseguido una sema­na laboral de 15 horas. Hay muchas razones para creer que estaba en lo cierto: en términos tecnológicos, seríamos perfectamente capaces. Y sin embargo, nada más lejos de la realidad. En su lugar la tecnología ha sido empleada para inventar maneras de hacernos trabajar más a todos/as. Para alcanzar este fin ha habido que crear puestos de trabajo que son, a todas luces, inútiles. Gran cantidad de personas, sobre todo en Europa y Norteamérica, pasan la totalidad de su vida laboral des­empeñando tareas que, en el fondo, creen bastante innecesarias. El daño moral y espiritual derivado de estas situaciones es profundo. Se trata de una cicatriz sobre nuestro alma colectiva. Sin embargo, apenas se habla sobre el tema.

¿Por qué nunca llegó a mate­rializarse la utopía prometida por Keynes (aún esperada con impa­ciencia en los años 1960)? La res­puesta más manida hoy en día dice que no supo predecir el incremento masivo del consumismo. Presenta­dos/as con la elección entre currar menos horas y obtener más jugue­tes y placeres hemos, colectivamen­te, optado por la segunda opción. Si bien esto daría para una bonita his­toria moralista, una breve reflexión nos demuestra que no se puede tratar de eso, que la respuesta no es tan sencilla. Sí, hemos sido testigo de la creación de una variedad in­terminable de nuevos trabajos e in­dustrias desde la década de los años 1920, pero muy pocos tienen algo que ver con la producción y distri­bución de sushi, iPhones o zapati­llas deportivas molonas.

¿Entonces cuáles son estos nuevos trabajos, exactamente? Un estudio reciente comparando la si­tuación del empleo en EEUU entre 1910 y 2000 nos da una respues­ta bastante clara (y extrapolable a los países europeos). A lo largo del siglo pasado el número de trabajadores/as empleados/as como per­sonal de servicio doméstico, en la industria y en el sector agrícola se ha desplomado de forma dramática. Al mismo tiempo, las categorías de “profesionales, directivos, administrativos, comerciales y trabajado­res de servicios varios” han triplicado sus números, creciendo “de un cuarto a tres cuartos del empleo total”. En otras palabras, los trabajos productivos, exactamente como se predijo, han sido en gran parte sustituidos por procesos automatizados (incluso si contamos a los/as trabajadores/as de la industria globalmente, incluyendo a las masas trabajadoras en India y China, el número de estos/as trabajadores/as sigue estando lejos de alcanzar el gran porcentaje de la población mundial que suponía antes).

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Pero en lugar de permitir una reducción masiva de horas de traba­jo que permitiera a la población mundial dedicarse a la consecución de sus propios proyectos, placeres, visiones e ideas, hemos visto la in­flación no tanto del sector “servicios” como del sector administrativo, incluyendo la creación de industrias enteras como la de los servicios financieros o el telemarketing, o la expansión sin precedentes de sec­tores como el del derecho empresarial, la administración educativa y sanitaria, los recursos humanos y las relaciones públicas. Y estas cifras ni siquiera reflejan a todas aquellas personas cuyo trabajo consiste en proporcionar soporte administrativo, técnico o de seguridad para es­tas industrias, o, es más, todo un sinfín de industrias secundarias (pa­seadores de perros, repartidores nocturnos de pizza), que sólo existen porque todo el mundo pasa la mayoría de su tiempo trabajando en todo lo demás.

Estos son a los que yo propongo llamar trabajos de mierda. Tra­bajos absurdos.

Es como si alguien estuviera por ahí inventando trabajos inútiles por el mero hecho de mantenernos a todos/as trabajando. Y aquí, precisamente, radica el misterio. En el capitalismo, esto es precisa­mente lo que se supone que no debería pasar. Por supuesto, en los vie­jos e ineficientes Estados socialistas como la Unión Soviética, donde el empleo era considerado tanto un derecho como un deber sagrado, el sistema inventaba tantos puestos de trabajo como era necesario (esto es por lo que en los grandes almacenes soviéticos había tres de­pendientes/as para vender un trozo de carne). Pero, desde luego, este es el tipo de problema que la compe­tencia generada por el libre merca­do se suponía que solucionaba. De acuerdo con la teoría económica, al menos, lo último que una empresa con ánimo de lucro pretende hacer es pagar dinero a trabajadores/as a los/as que realmente no necesita emplear. Sin embargo, de alguna manera, esto ocurre.
A pesar de que las empresas pueden efectuar implacables reduc­ciones de plantilla, los despidos y las prejubilaciones invariablemente caen sobre la gente que realmente está haciendo, moviendo, reparan­do y manteniendo cosas; por una extraña alquimia que nadie consi­gue explicar, el número de burócra­tas asalariados en el fondo parece aumentar, y más y más empleados/as se ven a sí mismos/as, en realidad de forma no muy diferente a los/as trabajadores/as soviéticos/as, traba­jando 40 o incluso 50 horas sema­nales sobre el papel, pero trabajando efectivamente 15 horas, justo como predijo Keynes, ya que el resto de su tiempo lo pasan organi­zando y asistiendo a cursillos de motivación, actualizando sus perfiles de Facebook o descargando temporada tras temporada de series de televisión.

La respuesta, evidentemente, no es económica: es moral y política. La clase dirigente se ha dado cuenta de que una población feliz y productiva con tiempo libre es un peligro mortal (piensa en lo que comenzó a suceder cuando algo sólo moderadamente parecido em­pezó a existir en los años 1960). Y, por otro lado, la sensación de que el trabajo es un valor moral en sí mismo, y que cualquiera que no esté dispuesto/a a someterse a algún tipo de intensa disciplina laboral durante la mayor parte de su tiempo no se merece nada, es extraordi­nariamente conveniente para ellos/as.

Una vez, al contemplar el crecimiento aparentemente intermina­ble de responsabilidades administrativas en los departamentos aca­démicos británicos, se me ocurrió una posible visión del infierno. Elinfierno como un grupo de individuos que se pasan la mayor parte de su tiempo trabajando en una tarea que no les gusta y que no se les da especialmente bien. Digamos que fueron contratados/as por ser excelentes ebanistas, y entonces descubren que se espera de ellos/as que pasen una gran parte del tiempo tejiendo bufandas. La tarea no es realmente necesaria, o al menos hay un número muy limitado de bufandas que es necesario tejer. Pero, de alguna manera, todos/as se obsesionan tanto con el rencor ante la idea de que algunos/as de sus compañeros/as de trabajo podrían dedicar más tiempo a fabricar muebles, y no a cumplir su parte correspondiente de confección de bufandas, que al poco tiempo hay interminables montones inútiles de bufandas mal tejidas acumulándose por todo el taller, y es a lo único que se dedican.

Creo que ésta realmente es una descripción bastante precisa de la dinámica moral de nuestra economía.

Bueno, soy consciente de que cada argumento va a encontrar ob­jeciones inmediatas: “¿quién eres tú para determinar qué trabajos son realmente ‘necesarios’? De todos modos, ¿qué es necesario? Tú eres profe­sor de antropología, ¿qué ‘necesidad’ hay de eso?” Y a cierto nivel, esto es evidentemente cierto. No existe una medida objetiva de valor social.

No me atrevería a decirle a alguien que está convencido de que está haciendo una contribución significativa al mundo de que, real­mente, no es el caso. ¿Pero qué pasa con aquellas personas que es­tán convencidas de que sus trabajos no tienen sentido alguno? No hace mucho volví a contactar con un amigo del colegio al que no veía desde que tenía 12 años. Me sorprendió descubrir que, en este tiempo, primero se había convertido en poeta y luego en el líder de una banda de indie rock. Había oído algunas de sus canciones en la radio sin tener ni idea de que el cantante era alguien a quien conocía. Él era obviamente brillante, innovador, y su trabajo indu­dablemente había alegrado y mejorado la vida de gente en todo el mundo. Sin embargo, después de un par de discos sin éxito había perdido el contrato y, plagado de deudas y con una hija recién na­cida, terminó, como él mismo dijo, “tomando la opción por defecto de mucha gente sin rumbo: la facultad de derecho.” Ahora es un abogado empresarial que trabaja en una destacada empresa de Nueva York. Él es el primero en admitir que su trabajo no tiene absolutamente ningún sentido, no contribuye en nada al mundo y, a su propio juicio, realmente no debería existir.

Hay muchas preguntas que uno se puede hacer aquí, empezando por, ¿qué dice esto sobre nuestra sociedad, que parece generar una demanda extremadamente limitada de poetas y músicos con talento, pero una demanda aparentemente infinita de especialistas en dere­cho empresarial? (Respuesta: si un 1% de la población controla la mayoría de la riqueza disponible, lo que llamamos “el mercado” re­fleja lo que ellos/as piensan que es útil o importante, no lo que piensa cualquier otra persona.) Pero aún más, muestra que la mayoría de la gente con estos empleos en el fondo es consciente de ello. De hecho, no estoy seguro de haber conocido a algún/a abogado/a empresarial que no pensara que su trabajo era absurdo. Lo mismo pasa con casi todas los nuevos sectores anteriormente descritos. Hay una clase en­tera de profesionales asalariados/as que, si te encontraras con ellos/as en fiestas y admitieras que haces algo que podría ser considerado interesante (un antropólogo, por ejemplo), querrán evitar a toda cos­ta hablar de su propio trabajo. Dales un poco de alcohol, y lanzarán diatribas sobre lo inútil y estúpido que es en realidad la labor que desempeñan.

Hay una profunda violencia psicológica en todo esto. ¿Cómo puede uno empezar a hablar de dignidad en el trabajo cuando se­cretamente siente que su trabajo no debería existir? ¿Cómo puede este hecho no crear una sensación de profunda rabia y de resenti­miento? Sin embargo una peculiar genialidad de nuestra sociedad es que sus dirigentes han descubierto una forma, como en el caso de los/as tejedores/as de bufandas, de asegurarse que la rabia se dirige precisamente contra aquellos/as que realmente tienen la oportunidad de hacer un trabajo valioso. Por ejemplo: en nuestra sociedad parece haber una regla general por la cual, cuanto más evidente sea que el trabajo que uno desempeña beneficia a otra gente, menos se percibe por desempeñarlo. De nuevo, es difícil encontrar un baremo objetivo, pero una forma sencilla de hacerse una idea es preguntar: ¿qué pasa­ría si toda esta clase de gente simplemente desapareciera? Di lo que quieras sobre enfermeros/as, basureros/as o mecánicos/as, es obvio que si se esfumaran como una nube de humo los resultados serían in­mediatos y catastróficos. Un mundo sin profesores/as o trabajadores/as portuarios/as pronto tendría problemas, incluso uno sin escritores/as de ciencia ficción o músicos/as de ska sería claramente un sitio inferior. No está del todo claro cómo sufriría la humanidad si todos los/as ejecutivos/as del capital privado, lobbyistas, investigadores/as de relaciones públicas, notarios, comerciales, técnicos de la adminis­tración o asesores legales se esfumaran de forma similar. (Muchos/as sospechan que podría mejorar notablemente.) Sin embargo, aparte de un puñado de excepciones (cirujanos/as, etc.), la norma se cumple sorprendentemente bien.

Aún más perverso es que parece haber un amplio sentimiento de que así es como las cosas deben ser. Ésta es una de las fortalezas secretas del populismo de derechas. Puedes verlo cuando los perió­dicos sensacionalistas avivan el rencor contra los/as trabajadores/as del metro por paralizar las ciudades durante los conflictos laborales: el propio hecho de que los/as trabajadores/as del metro puedan para­lizar una ciudad muestra que su trabajo es realmente necesario, pero esto parece ser precisamente lo que molesta a la gente. Es incluso más evidente en los Estados Unidos, donde los republicanos han tenido un éxito notable movilizando el resentimiento contra maestros/as o trabajadores/as del automóvil (y no, significativamente, contra las ad­ministraciones educativas o los gestores de la industria del automó­vil, quienes realmente causan los problemas). Es como si les dijeran “¡pero si os dejan enseñar a niños/as! ¡O a fabricar coches! ¡Tenéis trabajos auténticos! ¿Y encima tenéis el descaro de esperar también pensiones de clase media y asistencia sanitaria?

Si alguien hubiera diseñado un régimen laboral adecuado per­fectamente para mantener el poder del capital financiero, es difícil imaginar cómo podrían haber hecho un trabajo mejor. Los/as traba­jadores/as reales y productivos/as son incansablemente presionados/as y explotados/as. El resto está dividido entre un estrato aterrori­zado de los/as universalmente denigrados/as desempleados/as y un estrato mayor a quienes se les paga básicamente por no hacer nada, en puestos diseñados para hacerles identificarse con las perspectivas y sensibilidades de la clase dirigente (gestores, administradores, etc.) – y particularmente sus avatares financieros – pero, al mismo tiempo, fomentarles un resentimiento contra cualquiera cuyo trabajo tenga un claro e innegable valor social. Obviamente, el sistema nunca ha sido diseñado conscientemente. Surgió de casi un siglo de prueba y error. Pero es la única explicación de por qué, a pesar de nuestra ca­pacidad tecnológica, no estamos todos/as trabajando 3-4 horas al día.

Texto originalmente publicado en www.strikemag.org; traducción re­visada y adaptada por Todo por Hacer.

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