Universo Krahe: mujeres, sexo y masculinidad
El cantautor es recordado por su talento para la poesía y la ironía. Fue censurado en los ochenta por cantar contra Felipe González y criminalizado en pleno siglo XXI por reírse de la simbología católica. Pero ¿fue también crítico con el machismo y los mandatos de género?
Paz Blanco, socia del Colectivo Sororidad
Una se acerca a la figura del cantautor con recelo: atractivo, noctámbulo, de vida bohemia, alabado por crápulas legendarios como “gran conquistador que sabía encandilar a la mujeres y capearlas como ninguno” [1].
En sus canciones no pone a las mujeres a caldo ni las halaga en exceso, más bien habla de situaciones de desencuentro, desdramatizando y riéndose de sí mismo
Pero como una intenta formar su criterio más allá de sus propios prejuicios y los de los demás, como la acusación que encuentro en El País de que “Krahe, como Quevedo, es un misógino que necesita a las mujeres, pero no desaprovecha ocasión para ponerlas a caldo” [2], me dispongo a cotillear sobre su vida y analizar algunas de las más de 150 canciones de Krahe desde la perspectiva de género.
Veo que Krahe invierte sus primeros casi 30 años en liberarse de las expectativas familiares, que vive una historia de amor que dura toda la vida con su mujer de origen canadiense Annick con la que tiene hijos y nietos, que dice “le castigan cuando han pasado varios fines de semana fuera actuando” [3] (cosa que solo ocurre cuando hay apego familiar establecido) y que le gusta jugar al ajedrez e ir a su casa de Zahara de los Atunes donde los lugareños le aprecian, aunque no haga flamenco. Y veo que en sus canciones no pone a las mujeres a caldo ni mucho menos y tampoco las halaga en exceso (con la excepción de la chorrada de canción Olé tus tetas), más bien habla de situaciones de desencuentro, en las que no duda en desdramatizar las frustraciones que esas situaciones le provocan a base de ridiculizarlas con una enorme capacidad de reírse de sí mismo. En cambio, sí veo sensibilidad de género cuando este término no tenía la acepción que hoy tiene: Si fuera yo mujer / minoría racial, zurdo, homosexual… (Sr. Juez) y un mensaje crítico implacable contra la violencia machista en un tiempo en el que el fenómeno ni siquiera tenía nombre (Dónde se habrá metido esta mujer). Contra las mujeres no está, concluyo en mi primer diagnóstico preliminar.
Y continúo hacia terrenos más movedizos, las imperceptibles líneas que construyen los pactos de género entre hombres y veo que Krahe ha conseguido tocar todas las líneas de flotación de la autoestima masculina con ese “humor blanco del triángulo isósceles que es igual si se coloca de costado, salvo que está muchísimo más cómodo”.
Se atrevió a ridiculizar como nadie el mandato de género de la potencia sexual y la promiscuidad, en ‘Kriptonita’, ‘Sr Juez’ y, por supuestísimo, ‘No todo va ser follar’
Se atrevió con el tamaño del pene en Burdo rumor, inmensa y silenciada causa de dolor para tantos niños, jóvenes y hombres aún hoy; se atrevió con la masturbación y los conflictos internos que generaba sobre todo en aquella generación criada en el franquismo, pero que todavía existente en muchos ámbitos familiares y sociales, con su Mano en pena, en la que desangustia una barbaridad con su “pero bueno, me entretiene”, se atrevió con el fantasma del cornudo en Sábanas de seda, dedicada al supuesto amante de su mujer y, finalmente y sobre todo, se atrevió a ridiculizar como nadie el mandato de género de la potencia sexual y la promiscuidad, eso de que no pueden desaprovechar ninguna oportunidad si alguna se pone a tiro en Kriptonita, Sr Juez y, por supuestísimo, No todo va ser follar.
Y desde ahí llego a la esencia del personaje, desnudo y destripado, en Nos ocupamos del mar, donde Krahe habla del amor como construcción entre dos, donde se reconoce y valora el trabajo de cada cual según su talante, del trabajo de ella de regar lo escondido, de ocuparse de todo lo importante, donde sobre todo reconoce que es cansado y una siente el respeto profundo de Krahe por ese cansancio, tantas veces incomprendido por los hombres (siempre cansadas, ya nunca nos apetece follar), cuando pone sus ojos, sus manos, su voz en su costado, mientras ella descansa a su lado. Ese reconocimiento del cansancio de las mujeres me emociona y me enamora y hago mías las palabras de Pilar Bardem [5]: “Me gusta, porque además de estar bueno, es una persona que es feminista”. ¡Salud!
[1] Joaquín Sabina, entrevista para el documental Esta no es la vida privada de Javier Krahe.
[2] Ricardo Cantalapiedra, Ácido cítrico chulo. El País 24 diciembre 1999.
[3] Entrevista para Discópolis de Radio 3. 3 de diciembre de 2013
[4] Entrevista para el documental Esta no es la vida privada de Javier Krahe
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