Renovables, ¿no, gracias?
En
años recientes, y más aún en los últimos meses, la aparición de muchos
(y grandes) proyectos de instalación de parques eólicos y solares en el
territorio está generando la aparición de muchas protestas e
impugnaciones desde el mundo rural. La razón es simple: como en otras
muchas ocasiones, estas comunidades sienten cómo se les imponen
decisiones sin su participación cuando serán ellas las que sufrirán las
afectaciones. Pero, ¿qué otros ángulos debemos incluir en este debate?
Renovable, el recurso o la tecnología
Cuando
se habla de un recurso renovable está claro a lo que nos referimos.
Mientras el petróleo es un bien finito que tarde o temprano se agotará,
el Sol, el viento o las mareas, inclusive la energía geotérmica, son
fuentes energéticas que pueden perdurar. Quemar petróleo, además, supone
emisión de gases con efecto invernadero con impactos cada vez más
complejos y destructores, tanto que la Agencia Internacional de la
Energía, ya hace algunos años, recomendó dejar en el subsuelo las dos
terceras partes de las reservas conocidas de todos los combustibles
fósiles. Por todo ello, hay un consenso social en la necesidad de dejar
de consumir petróleo.
Pero esta situación se complejiza
cuando analizamos la tecnología y funcionamiento de las actuales formas
de aprovechamiento de la energía del Sol y del viento. Las placas
solares y los molinos de viento que redibujan nuestros paisajes esconden
en su interior la necesidad de unos materiales minerales que, como el
petróleo, también son finitos. En algunos casos, son minerales tan
escasos que se incluyen en una categoría conocida como ‘tierras raras’.
De hecho, no solo la mecánica para extraer la energía depende de
minerales finitos, el transporte de la electricidad con la que querremos
cargar nuestros coches eléctricos significan muchos kilómetros de
cobre. Y como son tantos, y como parece que serán muchos más, la
pregunta es doble ¿cuánto cobre está disponible y cuál es el impacto que
provoca su extracción?
Minerales importados
En
este sentido las campañas de muchas entidades para darnos a conocer el
origen del coltán que utilizan todos nuestros teléfonos móviles nos
abren los ojos. El cobalto que se requiere en estas tecnologías se
encuentra en el Congo. Muy buena parte del cobre en Perú y Chile. El
litio de las baterías para almacenar la energía conseguida, en Bolivia,
Chile, Argentina y parece que en breve en Portugal. Y esos minerales con
nombres complicados de recordar son procesados mayoritariamente en
China.
En todos estos lugares, la acelerada extracción
minera que supone abastecer a esta industria y sus usos, provoca graves
problemas por contaminación directa de la tierra, agua y aire de la
zona, requiere de un uso excesivo de agua que limita otros usos más
esenciales como el de boca o el agrícola y genera graves problemas
sociales como desplazamientos forzados de comunidades, enfermedades por
toda la toxicidad mencionada o verdaderos conflictos bélicos para el
control de estos recursos.
Otro ejemplo aún más desconocido
Es
paradójico conocer que para construir molinos de viento “verdes” se
deforeste la selva amazónica del Ecuador. Las palas del rotor de los
molinos “están hechas en su mayoría de plástico reforzado con fibra de
vidrio y madera de balsa unida con resina epoxi o poliéster”, dice Peter
Meinlschmidt, director del Instituto Fraunhofer de Investigación de la
Madera, Wilhelm-Klauditz-Institut, WKI, en Brunswick.
La
balsa es un árbol que crece en los bosques tropicales y en la
actualidad, como denuncia la población indígena de Ecuador, está siendo
explotada en grandes cantidades por capitales extranjeros, sobre todo
chinos. Y aunque es un árbol que crece con rapidez, más rápida es la
demanda del material lo que, finalmente, provoca altas tasas de
deforestación de la selva y pone en peligro el clima y la vida
sostenible (ellas sí) de estas comunidades. Te puede interesar
Lo más importante es el uso
Sin minimizar la importancia de qué energéticos se utilizan y se consumen, cómo se los explota y procesa, así como quién controla la generación de energía, es trascendental pensar para qué se emplea la energía. Si yo uso unos pocos decilitros de gasolina para mi motosierra, ¿hago un uso poco ecológico? Si con ella puedo hacer leña para pasar el invierno, está claro que no. Mayor atención debería de ponerse en este punto pero las administraciones lo ignoran ¿Necesitamos talar árboles para disponer en casa de un aspirador eléctrico cuando existen las escobas?¿Necesitamos consumir petróleo para importar comida que podemos producir en nuestras tierras?
Gustavo Duch
[ http://culturayanarquismo.blogspot.com/ webgunetik hartua ]
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