Delirio, enfermedad mental construida y la psiquiatría como policía de la Norma
“Recuerdo haber pensado en una oportunidad que los esquizofrénicos son los poetas estrangulados de nuestra época.”
David Cooper, Psiquiatría y antipsiquiatría (1967)
Antes que todo será necesario aclarar que cuando hablamos de delirio no le estamos dando un sentido psiquiátrico a la palabra, utilizamos el término simplemente para el entendimiento del lector, nos referimos con esté al conjunto de cuestiones que el loco experimenta en sus viajes. El delirio es el principal soporte psiquiátrico de las patologías construidas como: esquizofrenia y psicosis, no por nada en el DSM-V establece las “ideas delirantes” y las “alucinaciones” como los primeros síntomas para reconocer estas supuestas “enfermedades mentales”.
En respuesta a esto como primicia de resistencia cuestionamos la construcción de “idea delirante”, puesto que se configura como aquello que sale de la Norma y de la Razón, traducida esta ultima en la suma de entendimientos a partir consensos cognitivos, políticos y sociales que se establecen y producen principios y verdades -haría falta leer a Kant al respecto-, pero que tiene un fracaso y una falacia evidente en su construcción de origen, puesto que no hay verdad ni realidad única, son ficciones políticas, tiránicas y normalizadoras en el fin de construir está Razón, por lo cual es también funcional con lo primero: la Norma, como productora de verdades; ficciones políticas que configuran la Razón.
Lo que la psiquiatría objetiva como “síntoma: idea delirante” de una “enfermedad” puede ser cualquier producción de subjetividad o deseo disidente a los dos soportes de los que el psiquiatra es policía: la Norma y la Razón, ejemplo notable e histórico de ello es la interpretación psiquiátrica de la invención como identidades –y no prácticas sexuales- de la homosexualidad y heterosexualidad para diferenciar desde la institución médica-disciplinaria lo “sano” con lo “patológico”. A pesar de que la palabra “homosexual” fue inventada por el escritor húngaro-austriaco K.M. Kertbeny en 1869, un año más tarde –como dice Michel Foucault(1)- el psiquiatra Carl Westphal objetivo la homosexualidad como “enfermedad mental”(2) y lo declaró ser patología a tratar-curar, cuestión que se mantuvo hasta 1973 cuando debido a la presión social al respecto, la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) quitó el cuadro diagnóstico del DSM-III, lo que es considerado la “cura” más rápida de la historia médica de una “enfermedad mental”, ¿y por qué?, porque no había enfermedad, sino un régimen político heterosexual y una patología construida a partir de una práctica sexual, para soportar ese régimen primero.
Lo mismo es aplicable de forma análoga para decir que el hecho de que la psiquiatría objetive como “idea delirante” o “comportamiento catatónico” cualquier idea y comportamiento fuera la Norma para soportar la construcción de la esquizofrenia o la psicosis tiene base política y no científica. En el caso de las alucinaciones visuales o auditivas se puede argumentar de la misma forma que sobre “idea delirante”, ¿qué es la alucinación?, nuevamente: lo que escapa de consensos cognitivos, ¿son esos consensos lo “sano”?, puede ser en términos políticos de “bienestar” para el fascista, pero no científicos. Por lo cual no hay enfermedad a partir del delirio.
Como enemigos de la Razón y la Norma hegemónica postulamos que en cuestionar los consensos sociales, convenciones políticas y especialmente cognitivas recae una reivindicación antipsiquiátrica de locura. El delirio en conclusión es preocupante para los despliegues de poder porque reabre una linea de fuga a una convención cognitiva, a una tiranía, un desvío de lo normativo.
Fuente original: Revista Nada
Bibliografía:(1) . La Historia de la Sexualidad, Vol 1: La voluntad del saber, Michel Foucault (1979)
(2) . Sentimiento Sexual Contrario, Carl Westphal (1870)
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