Paranoia lúcida: Tim Boucher, el genial blogger que desapareció de Internet

Paranoia lúcida: Tim Boucher, el genial blogger que desapareció de Internet

Uno de los grandes bloggers alternativos, voz lúcida y crítica de la tecnología, decidió abandonar el Internet; un acto de congruencia impecable aunque futil, puesto que nada se borra del gran Ojo que Todo lo Ve.  

El 3 de enero del 2012, acaso como resolución de año nuevo, Tim Boucher, una de las mentes más activas y lúcidas en la blogósfera en los últimos años, decidió interrumpir el hosting de todos sus blogs y borrar sus perfiles de las redes sociales para sólo dejar una carta en el sitio Scribd ON THE END OF THE INTERNET by Tim Boucher, Montreal; 3 Jan 2012 (Or, “I fought the Eye and the Eye won!”). Este es el último y el único testimonio que queda en la web de Boucher (existen, es cierto, extractos de sus textos y reposts, un ejemplo 16 tecnologías inminentes que transformarán para siempre nuestra realidad, y quizás para su desden y para nuestra suerte se puede utilizar la Wayback Machine y navegar en una máquina de tiempo algunos de su blogs, congelados por la mirada inexorable del Ojo que Todo lo Ve y todo lo graba).
Para darnos cuenta del calibre de imaginación y la diversidad temática que Boucher era capaz de cubrir repasemos algunos de los sitios que por momentos mantuvo –siempre fue  tan volátil como versátil– y sus nombres de usuario –esa identidad múltiple, esquizofrénica y creativa que los que defienden su anonimato deben urdir. Se leen como un poema escrito por una computadora:
*ICanTaste-haikupanda-holyrobot-sterlingpet-timboucher.com-Occult Investigator-Pop Occulture-Pop Culture Tarot-Traveling Performer-corporate bodhi-dynamic agency-new_consumer-vajrathunderdog-Omnivate LLC-Mandala OS-US Romantic-Big Elk-Dittany of Crete-timbooch…
La lista sigue… usuarios web, cuentas digitales, logins, entidades ficticias, patrones de pensamiento colectivo, patrones sincrónicos de palabras.  ¿Cuantos interminables otros podrías enumerar para ti, tu círculo de amigos? El Internet ha sido todas las cosas para mí desde que tome conciencia en mi casa –con un conexión conmutada gratuita de la biblioteca de una escuela preparatoria (cerca de 1997)– de todo lo que podía significar: lo que me permitiría ser, hacer, encontrar, definir y expresar en una forma aparentemente ilimitada.
Aquí Boucher nos comparte el despertar, casi espiritual, que el Internet puede detonar en un joven intelectualmente inquieto que se aventura a nadar en el mar digital y empieza a descubrir el arte de construir realidades a través de la información. Un vasto horizonte se asoma como un cielo de datos –aparentemente descampado, libre. También una forma de conectar con el mundo –liberada, paradójicamente desde la virtualidad, del mundo de las apariencias–; en el éter personas que “escuchaban silenciosamente, alzando en invisibles alas eléctricas mis miedos susurrados, sueños y oraciones”.
Dentro de Internet, Boucher cumplió el papel del hombre de renacimiento, se dedicó al diseño web free lance, programación, animación, blogging profesional y SEO (sólo le falto incursionar en el hacking para vivir la totalidad de la Red).  Como blogger se dedicó a temas tan dispares como el código abierto (particularmente Word Press, como todo artista reflexionando de su arte), el transhumanismo y los avances tecnológicos de vanguardia, la poesía, la lingüística, el esoterismo, la hipervigilancia, el té y el teatro. Su alejamiento al parecer se debe a su hallazgo del teatro, las artes performáticas, la actuación, la creación de ilusiones convincentes y conmovedoras. El mismo Boucher señala que curiosamente el teatro fue lo más parecido a Internet que encontró en “la vida real”, análogo a las mejores partes de la Red “en términos de fluidez, maleabilidad de identidad y expresión creativa”. 
Personalmente descubrí los blogs de Boucher hace alrededor de tres años y me parecieron algunos de los sitios más interesantes, diversos y siempre estimulantes que habían en la Red –especialmente considerando que eran la producción de una sola mente, enamorada de la información y su incesante caudal. Uno de los temas que dominaba, con lo que me parecía una rigurosa intuición (por citar el nombre de un destacado blog) era la teoría de la conspiración: Boucher nunca fue un freak, al menos no en lo que escribía y daba a conocer, no hablaba de los Iluminati, hablaba de metáforas, de teoría crítica, de cómo la tecnología nos estaba cambiando. Pero al final el Ojo Ubicuo lo orilló a desaparecer –en un acto de paranoia y magia.
En su carta de despedida, Boucher narra como empezó a experimentar la vigilancia, el asfixio de la tecnología –la red que conecta todo y estrangula:
¿Qué tan importante en realidad es recordar y preservar por la eternidad (como la política de Facebook de “eliminar no significa eliminar” o el salvar para simpre que implica la política de Gmail), todas esas huellas, todos esos animales en la nieve?
Hubo una vez un tiempo en el que sólo tomabamos muestras de animales raros: Pie Grande. Criaturas cuya identidad o existencia eran oficialmente dudadas, pero que de todas formas nos mistificaban. Pero ahora colectivamente tenemos la capacidad  de intentar racionalizar –o al menos registrar, analizar y categorizar– todos los animales del bosque digital. 
Cuando las laptops de costo medio a bajo de Acer que compraba cada dos o tres años en Best Buy empezaron a tener cámara embebidas sobre la pantalla, empece a pegar sobre el ojo de la cámara cinta de aislar negra. Hubo un tiempo en el que incluso cubría  los nombres de las marcas en mi computadora y en todos los apartos electrónicos como un tipo de experimento para controlar mi atención y eliminar distracciones insignificantes e innecesarias.
Al parecer hubo un punto en el que Boucher simplemente actúo con congruencia, y dando rienda suelta a su intuición –como quien sabe que podrá respirar mejor si se sale de una habitación. Su fuga es un poema –contra el sistema, pero sobre todo a favor de su propia individualidad, la necesidad de ser dejado solo.
Algo que no podemos capturar con cámaras.
GPS, keyloggers, análisis de datos algorítmicos, minería profunda de información personal…
El Ojo no se puede ver a sí mismo.
Descargo películas.
Pero sólo las veo una vez y luego las borró. Lo juro.
¿Es eso inmoral?
¿Ilegal?
¿Le estoy quitando su trabajo a alguien?
¿Estoy haciendo que las economías colapsen?
¿Estoy sentado en mi culo?
¿Dejando que mi imaginación y deseo sean conducidos por imágenes exageradas puestas en la agenda por una cultura consumista corrupta?
Se feliz que todavía quiero lo que quieres que quiera. Gloria en los límites de mis opciones en el mercado de estilos de vida.
Todas las tiendas tienen los mismos productos. Cuidadosamente cerramos nuestras puertas de los demás…
Boucher en la desgarradora lucidez de su paranoia entreve que el Internet es solo aparentemente un vasto horizonte de libertad, se agazapa sobre sí mismo, como un sistema cerrado, tautológico, panóptico que no admite ningún significado fuera de su red estructural. Es como aquellos emisores telepáticos que Burroughs, otro gran paranoico, imaginaba estaban enviando constantemente mensajes unidireccionales, programando el tiempo.
Ayer en la noche hice una búsqueda en Google sobre “alternativas al internet” e “internet alternativo”. No es que nada saliera. Es que nada puede salir. El Ojo no sólo no se puede ver a sí mismo, sino que tampoco puede ver lo que no es él mismo. Y como dice el dicho “si tu ojo es  maligno (o como dice el slogan corporativo: no seas maligno [Google: don't be evil]), todo tu cuerpo estará en tinieblas”. Pero esto no es para decir que existe un mal mayor allá afuera, una vasta conspiración. Solo hay, después de todo, naturaleza –con su gran espectro de permutaciones, variaciones, decisions, elecciones, identidades, rostros y posibilidades.
Bocuher, creo, a fin de cuentas no escapó por la angustia de la vigilancia, escapó porque descubrió que para él la poesía estaba afuera de  la madeja inextricable –de ríos y telearañas anegadas de data– en la cual se convirtió la Red … de este laboratorio de animales sociales, de esta hipercuantificación de cada gesto, de esta máquina que nunca descansa y que siempre nos pregunta nuestro nombre. Quizás algunos de nosotros deberíamos de hacernos la misma pregunta que Boucher y ser radicales, si nos los dicta nuestro espíritu, y alejarnos, tan siquiera por algunos meses o años, y sentir lo que es estar afuera (si acaso es posible escapar/el cielo sintoniza un canal sin señal), en la naturaleza, en el teatro de la vida, con los animales más elusivos, cuyas huellas no se graban en la nieve.
Todo por la gloria de este mundo manifiesto. La maravilla de por qué debemos de estar aquí en un principio. La Belleza. La razón de ser en un principio de este todo-brillante Ojo, observando todo inexhaustivamente: estéticamente borracho enfermo de la majestuosidad de nuestra mente salvaje.
Debo de estar soñando que todo ha llegado a esto, que todo finalmente está sucediendo. El ángel bajando del iCloud con un pergamino que dice: “Grandes Ahorros para Subscriptores”.
Twitter del autor: @alepholo

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