Bolcheviques contra obreros

Los bolcheviques contra los obreros en huelga
Centenario del masacre en la fábrica Putilov


En Rusia hace cien años, decenas de miles de obreros estaban en huelga en la ciudad de Astrajan y a la fábrica Putilov en Petrograd, capital de la revolución. Una huelga en la misma fábrica había sido una de las chispas principales que hizo estallar la Revolución de Febrero de 1917, la cual derrumbó el régimen tsarista. Ahora, los jefes eran burócratas del Partido y los obreros estaban en huelga en contra de un régimen socialista. ¿Cómo respondería la “dictadura del proletariado”?

Continuando el análisis que empezamos en artículos anteriores acerca de lo que denominamos “La Contrarrevolución Bolchevique,” dirigimos la mirada a la masacre, por parte de los bolcheviques, de la misma gente de la clase trabajadora que les habían permitido acceder al poder. Hoy en día, cuando tantas personas que nunca vivieron el socialismo de verdad en su carne y huesos, aun así, difunden una visión muy idealizada de lo pasado, es imprescindible entender que los bolcheviques infligieron la represión más sangrienta contra campesinos, obreros en huelga, anarquistas y otros socialistas. Aquellos que olvidan del pasado están condenados a repetirlo.


Realismo bolchevique

En marzo de 1919, los bolcheviques eran los dueños indiscutibles del estado ruso, pero la revolución les escapaba de las manos. Como pragmáticos y realistas, creyeron que la revolución se la tenía que dirigir por expertos, desde arriba. ¿Quién mejor entiende las necesidades de los campesinos y sabe la mejor manera de comunalizar la tierra y compartir la cosecha que un burócrata revolucionario en un despacho en la ciudad? ¿Y quién mejor conoce los apuros de los obreros que un funcionario del Partido que una vez trabajaba en una fábrica y ahora pasa todo el tiempo asistiendo a reuniones de comité e interpretando los preceptos de los Padres del Proletariado? Estos padres eran hombres como Lenin, Trotsky, Kamenev, Sokolnikov y Zinoviev quienes jamás trabajaban en una fábrica ni labraban las tierras.[^1] ¿Y quién está mejor dispuesto a proteger los intereses del soldado que el comisario político que se queda detrás de la línea durante un ofensivo, empalmando la pistola y preparado para disparar a cualquier que no se lance al fuego enemigo (Volkogonov, 180)?

[^1]: [De los siete miembros del primer Politburo—Lenin, Trotsky, Stalin, Kamenev, Sokolnikov, Zinoviev y Bubnov—todos menos Zinoviev recibieron formaciones universitarias de élite y se convirtieron en activistas profesionales inmediatamente después. Stalin fue el único de los siete que vino de una familia no completamente de clase media. Su padre era un zapatero exitoso, dueño de su propio taller, pero se arruinó y se hizo un alcohólico abusivo. El joven Stalin pudo recibir una educación religiosa de cualidad gracias a las conexiones sociales de su madre. Su primer trabajo era de meteorólogo. Trabajó muy brevemente en un almacén para organizar huelgas.

Lenin y Sokolnikov eran de familias profesionales de cuello blanco, Bubnov era de una familia mercantil, Kamenev era hijo de un obrero ferroviario altamente remunerado. Trotsky y Zinoviev eran hijos de campesinos propietarios, es decir, kulaks, la mismísima gente que señalaron como el enemigo de clase en el campo para justificar el asesinato de millones (tanto de kulaks de verdad como campesinos pobres que estaban contrarios a la política bolchevique).

La mayoría de anarquistas no creemos que la clase social en la que una persona crece determina sus creencias y actitudes, ni que les concede ni les niegue legitimidad como seres humanos. Reconocemos que el cómo crecemos marca nuestra perspectiva, pero tendemos a poner más importancia en el cómo alguien decide vivir su vida. Algunos anarquistas, como Kropotkin, procedían de familias de élite, mientras que muchos más—como Emma Goldman o Nestor Makhno—procedían de familias obreras o campesinas.

No obstante, es significativo el hecho de que casi cada uno de los anarquistas que influían en el curso de la Revolución Rusa o quienes fueron elegidos para liderar un destacamento importante en la Guerra Civil o fue un obrero o bien un campesino. Ejemplificaron el lema de la Primera Internacional, “la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos.” (La única excepción es Volín, que provenía de una familia de cuello blanco.) También es significativo el hecho de que, mientras que los bolcheviques reclutaban considerablemente entre obreros industriales, su Politburo entero (el cerebro y dictador de su dictadura “proletaria”) fue 0% clase obrera.

Dado el uso sistemático tanto por Marx como por Lenin del artilugio retórico que consiste en señalar la identidad de clase—verídica o afirmada—de sus adversarios con tal de deslegitimarlos e incluso para justificar su liquidación, cuando ni Marx ni Lenin ni la totalidad del liderazgo Comunista eran de la clase obrera es, para decirlo muy suave, bastante hipócrita.]

El realismo bolchevique lo dejó bien claro que la única manera para ejecutar una revolución de verdad era la de tomar el Estado, hacerlo más fuerte aún y utilizarlo para aplastar todos sus enemigos, quienes eran, por definición, contrarrevolucionarios. Pero los contrarrevolucionarios debían tener escuelas secretas en cada pueblo y aldea, porque ya en 1919 cada vez más personas se estaban juntando con ellos, sobre todo campesinos, obreros y soldados.

La “dictadura del proletariado” tendría que matar muchísimos proletarios. No todo el mundo podía llegar a la Tierra Prometida.

 
Enemigos en todas partes
 
Los viles anarquistas habían corrompido el antiguo lema revolucionario, la emancipación de los obreros es la tarea de los comisarios políticos, así que vuelvan a trabajar, está todo controlado. Lo habían substituido por una mentira peligrosa y revisionista—la emancipación de los obreros es la tarea de los obreros mismos—y cada vez más personas se engañaron. En abril de 1918, cinco meses en el poder, los bolcheviques desataron un terror contra los anarquistas, quienes se estaban haciendo especialmente fuerte en Moscú.  En septiembre del mismo año, inauguraron el Terror Rojo, un terror más generalizado contra todos sus aliados de antaño. En los primeros dos meses, asesinaron más que 10.000 personas y pusieron en marcha el sistema gulag.

Los bolcheviques también se vieron obligados a dirigir sus armas contra los campesinos, quienes estaban en revuelta contra la política de “comunismo de guerra,” mediante lo cual los burócratas del Partido y del Ejército Rojo podrían robar toda la comida, ganado y suministros de los campesinos como les pareciera (Brovkin, 350-73). Al parecer, los campesinos poco formados no tenían el vocabulario para entender que este robo fue “requerimiento,” que su inanición era un tipo de “comunismo” y que además lo supervisaban unos hombres incorruptibles que velaban por sus intereses. En agosto de 1918, Lenin dirigió a la Cheka y al Ejército Rojo a realizar ejecuciones en masa en Penza y Nizhniy Novgorod para poner fin a las protestas campesinas. Pero la disidencia sólo se extendió. Los campesinos dejaron de protestar para armarse y defenderse de las agresiones bolcheviques. Muchos formaron “ejércitos verdes,” destacamentos de campesinos autóctonos que libraron batallas tanto contra el Ejército Blanco como contra el Ejército Rojo.

También al Ejército Rojo había una carencia de realismo. Se puede mantener que las unidades de combatientes más efectivas en la guerra contra los tsaristas y capitalistas del Ejército Blanco fueron los destacamentos localizados y voluntarios en los cuales en los cuales los oficiales fueron elegidos y revocados por la base y no se los dieron privilegios especiales; en los cuales se decidieron sus objetivos, estrategias generales y principios organizativos en asambleas; y los cuales dependieron del apoyo de los soviets de la zona para suministrarles y que conocieron íntimamente el terreno donde actuaban. Tales destacamentos incluyeron la Guardia Negra en Ucrania organizada por la partesana Marusia, el Ejército Revolucionario Insurgente, el Regimiento Dvinsk y los destacamentos de la Federación Anarquista de Altái. Pocos destacamentos consiguieron infligir derrotas tan críticas contra las fuerzas tsaristas siendo totalmente superados en tropas y en armamento (Skirda 2003).

El hecho de que los combatientes lucharon por una causa en la que creían, eligieron sus propios líderes y estrategas según sus habilidades y contaron con el apoyo de los campesinos y obreros de la zona, les permitió aprovechar mejor del terreno, luchar con más valentía que sus adversarios, innovar estrategias creativas e inteligentes en respuesta a circunstancias en desarrollo y transitar entre guerra convencional y guerra de guerrilla de forma tan ágil que confundieron al enemigo. Estos grupos fueron claves en derrotar al General Denikin, al Admiral Kolchak y al Baron Wrangel, así terminando las tres principales ofensivas de los Blancos. Y fue el Regimiento Dvinsk que capturó Moscú en la Revolución de Octubre.

No obstante, todos estos grupos padecieron un defecto importante. Sus integrantes priorizaban el escuchar a los campesinos y obreros y dar voz a la soldadesca que y no a los preceptos sabios de los Padres del Proletariado que emanaban de la capital. Aun peor, a veces que sintieron los preceptos y aun así no los hicieron caso. Y cuando los líderes del Partido, infinitamente sabios, decidieron que fue necesario masacrar a campesinos u obreros para el bien de la revolución, los destacamentos liderados por los mismísimos campesinos y obreros no estaban a la altura.

Para aumentar la eficacia del Ejército Rojo, los maestros sabios del Partido Bolchevique decidieron tomar lecciones de los grandes militaristas de la historia, empezando con el mismo ejército tsarista. Ya en junio de 1918, habían abolido todas las prácticas anti-realistas que los revolucionarios inocentes habían introducido en el Ejército Rojo: descontinuaron la elección de oficiales por los soldados que les seguirían, reinstituyeron los privilegios y grado de pago aristócratos para los oficiales, reclutaron oficiales tsaristas acostumbardos a aquellos privilegios y introdujeron comisarios políticos para espiar a los soldados y erradicar pensamientos incorrectos. Sabían que soldados rebeldes e idealistas ya habían tumbado un régimen en 1917 y sin una dosis suficiente de realismo, bien podrían tumbar otro.

Los bolcheviques también habían aprendido de ejércitos imperialistas a lo largo de la historia que enviaron soldados de un extremo del imperio para combatir rebeldes al otro extremo. Eso fue una amabilidad sentimental por parte de los bolcheviques. Psicológicamente, fue mucho más fácil para soldados de habla coreana evitar fraternizarse con campesinos y obreros ucranios cerca de Kharkiv—y a veces fusilarles—y para soldados de habla ucraniana evitar fraternizarse con campesinos y obreros coreanos cerca de Vladivostok (y, como no, a veces fusilarles, también). Además, esta práctica estratégica impidió que los soldados se perdiesen. Un soldado rojo de Ucrania, combatiendo contrarrevolucionarios en Irkutsk, lo tendría bastante difícil obtener ayuda de los autóctonos o encontrar su camino a casa sin permiso. Así se aseguró de que quedaría con su unidad en vez de desertar en un ataque de anti-realismo. Y si se perdiera, sería muy fácil encontrar un ucranio rubio y de ojos redondos entre los autóctonos, quienes le podrían devolver a las autoridades correspondientes. Buena organización: ¡así se libra una revolución exitosa!

No obstante, los soldados del Ejército Rojo carecían de la educación necesaria para entender. Hubo un millón de deserciones en un solo año. Muchos destacamentos rojos llevaron sus armas y se juntaron con los campesinos en los Ejércitos Verdes independientes. Más tarde, grupos muy grandes se juntarían con Makhno, un inocente que estaba derrotando a los Blancos sin instaurar una dictadura propia. Así que los bolcheviques tenían que ser más listos que sus mentores tsaristas e imperialistas. Fusilaron decenas de miles de desertores, pero esta táctica antigua no bastaba. En un estallido de realismo inspirado, improvisaron una táctica nueva: tomar como rehenes a las familias de los soldados y ejecutar parientes si los desertores no se entregaron para ser fusilados (Williams 1987).
Ya que tantas balas del Ejército Rojo acababan en los cuerpos de soldados del Ejército Rojo o en los cerebros sin educación de campesinos anti-realistas, demasiado pocas se disparaban contra el Ejército Blanco. Y el Ejército Blanco no hacía más que crecer. Amenazaba la revolución desde todos lados. Paulatinamente, el Ejército Rojo estaba haciendo retroceder a la Expedición de Rusia del Norte, compuesta por tropas británicas y norteamericanas, en el frente septentrional de la Dvina, pero combates intensos durante el invierno no habían logrado a sacar el General Denikin de la zona Donbas de la Ucrania oriental. Mientras tanto, una fuerza expedicionaria francesa había desembarcado en Odesa, el Ejército Blanco había tomado control del Cáucaso y—a principios de marzo—el Admiral Kolchak había emprendido una ofensiva general en el frente oriental. Capturó Ufa en poco tiempo y seguía avanzando.

El ejército anarquista mantenía el frente en el sureste de Ucrania, pero sus ingeniosos aliados bolcheviques les estaban privando de armas y municiones con la esperanza de que el Ejército Blanco les remataría. Fue una economización efectiva de recursos por parte de los Padres del Proletariado. No tendrían que gastar tiempo debatiendo con anarquistas o haciendo propaganda en su contra si todos los anarquistas estuvieron muertos. Además, era mucho más fácil presentarse como la alternativa a los tsaristas y liberales confusos del Ejército Blanco que debatir con los anarquistas, con sus mentiras insidiosas sobre la capacidad de la gente para liberarse a si mismo.

La estratagema de privar el ejército anarquista de recursos salió mal en el verano de 1919. Después de que Denikin abriera camino por las líneas, avanzó tanto contra un Trotsky indefenso para pararle que amenazaba a Moscú. Sólo una victoria rotunda por parte de los anarquistas en la Batalla de Peregenovka en setiembre de 1919 rompió las líneas de suministro de los Blancos, lo cual obligó a Denikin a retroceder. Después de todo, fue por eso que los bolcheviques tenían aliados: fue ventajoso no poner a todos las personas que querían matar en su lista de “enemigos” todo a la vez. Así se podrían matar entre ellos.
 

Resistencia obrera al estado soviético
 
Volvemos atrás a principios de 1919. Enfrentados con tanta resistencia, los bolcheviques necesitaban más aliados. Después de unos meses del Terror, habían vuelto a legalizar a los mencheviques y también habían conseguido que los distintos destacamentos anarquistas dirijieron sus esfuerzos contra el Ejército Blanco, mediante una tregua con ellos que, una vez pasada la amenaza blanca, romperían. Aun así, necesitaban más apoyo. Así que legalizaron también al Partido Socialista Revolucionario (SR), después de haber pasado medio año encarcelando y asesinando sus integrantes. Para ser justos, los SR habían intentado encarcelar y asesinar a los bolcheviques el año anterior; esto, a su vez, fue una respuesta al intento bolchevique de monopolizar todos los instrumentos estatales que les permitiría encarcelar y asesinar a la gente. Los bolcheviques ya habían ganado este monopolio—el Terror que empezó en setiembre de 1918 fue la prueba—pero una revolución no puede defenderse si demasiada gente está muerta o en la cárcel. Todavía necesitaban ayuda obligar a las clases populares cumplir con sus deberes de trabajar y luchar para ellos.

Los SR habían sido buenos propagandistas y no hace tanto tiempo habían sido más populares que los bolcheviques. Además, era más fácil controlar a los SR cuando éstos estaban al aire libre, con sedes públicas en las ciudades, que cuando estaban en la clandestinidad.

Los SR decidieron confiar en los bolcheviques, con la esperanza de que podrían recuperar el control de los soviets o ganar a su lado otras fuerzas revolucionarias. Pero una vez que salieron de sus escondites, la Checa inició la detención periódica de sus líderes, los cuales acusaron de conspiración y enviaron a los gulags. La organización nunca recuperó la fuerza para oponerse a los bolcheviques. Mientras tanto, su legalización redujo la cantidad de enemigos que tenían que combatir y aumentó la propaganda a favor de la revolución.

Los bolcheviques todavía tenían muchos problemas. Si ya no fueron lo suficiente preocupantes las rebeliones de tantos campesinos y soldados, los obreros industriales también empezaban a rebelarse. En la ciudad de Astrakhan, los obreros se declararon en huelga. Aun peor, muchos soldados rojos se juntaron con ellos. Huelgas parecidas se extendieron por las ciudades de Orel, Tver, Tula e Ivanovo. Entonces, se declaró una huelga en la grandísima fábrica Putilov en Petrograd, la capital de revolución.

La fábrica Putilov había fabricado material rodante y otros productos para los ferrocariles antes de diversificarse y comenzar la producción de artillería y armamentos para el ejército. Más tarde, también fabricarían los tractores que se volverían tan esencial a la industrialización de la agricultura rusa, después de que Lenin declarase la transición del comunismo de guerra al “capitalismo del estado” de la Nueva Política Económica (NEP). Una huelga en esta fábrica era especialmente vergonzoso para los bolcheviques, ya que los obreros de la Putilov habían generado una de las chispas principales de la revolución. La revolución de febrero, 1917, había surgido de cuatro grupos: unidades rebeldes en el ejército al frente, mujeres protestando contra el racionamiento de comida, marineros rebeldes estacionados en Kronstadt y Petrograd, y huelguistas en la fábrica Putilov. Huelgas en esta misma fábrica también habían sido una de las chispas de la Revolución de 1905.
Los bolcheviques ya habían lidiado con los soldados rebeldes cuando asesinaron el comandante, Grachov, del Regimiento Dvinsk y disuelto dicho regimiento, que tenía un papel muy heroico en la revolución, siendo el símbolo principal de la negativa de los soldados de luchar en una guerra imperialista en el frente y también siendo el regimiento que aplastó las fuerzas tsaristas de Moscú durante la Revolución de Octubre. Consiguieron hacer esto discretamente y fuera de la vista pública a finales de 1917. Sus reformas elitistas al Ejército Rojo a mediados de 1918, aunque generaron protestas, servían para controlar los demás soldados.

En cuanto a los marineros, en 1921, explicarían que los marineros de Kronstadt, los defensores más acérrimos de la revolución, se habían devenido individualistas burgueses infiltrados por agentes blancos. Nadie creyó en Trotsky cuando dijo esto, pero no importaba.[^2] Lo que estaba en juego no era la verdad, sino el poder; los bolcheviques ya habían aplastado todos sus enemigos y resolvieron cualquier duda acerca de las demandas y críticas de los marineros de Kronstadt no con la presentación de hechos y argumentos, sino con balas y artillería, masacrándolos todos.

[^2]: [Ya antes de Stalin, los bolcheviques utilizaban las mentiras no tanto para convencer a la gente sino para obligar a la gente a repetirlas. Fue una prueba de lealtad muy efectiva: cualquier que insistía en decir la verdad era un contrarrevolucionario peligroso, mientras que cualquier que denominaba a campesinos hambrientes “kulaks” o denunciaba a marineros revolucionarios ejemplares como “agentes del Ejército Blanco” había aceptado el realismo comunista.]

Aun quedaban dos años hasta el aplastamiento de Kronstadt. En el marzo de 1919, los bolcheviques todavía tenían muchos enemigos y todo el mundo estaba mirando. Los obreros de la Putilov tenían unas reivindicaciones sencillas, expresadas en una asamblea de 10.000 trabajadores: ya que morían de hambre, un aumento al racionamiento de comida y cesión del control de la comida a los organismos cooperativos de campesinos y obreros (es decir, fuera de las manos del Partido); libertad de prensa para todos los grupos revolucionarios; un fin al Terror Rojo; la eliminación de privilegios para los miembros del Partido Comunista; elecciones libres para los soviets y consejos de fábrica, surgidos en 1917 y suprimidos por los bolcheviques ese mismo año; y la repartición del armamento entre todos los campesinos y obreros. Además, declararon que los bolcheviques habían traicionado la causa de los obreros.

¿Qué harían los bolcheviques? ¿Era posible hacer una revolución sin condenar a los obreros a la hambruna, suprimir periódicos críticos, hacer desaparecer a los revolucionarios de otras tendencias y establecer los miembros del Partido como una nueva aristocracia?


La respuesta bolchevique

¡Que pregunta más tonta! Los bolcheviques eran realistas y su estrategia se centraba en hacer la revolución ganando control del Estado. El Estado era la Revolución, siempre que fuera un estado bolchevique. Simplemente no podían enfortalecer al Estado sin eliminar sus rivales, exprimir cada gota posible de sudor y sangre de los obreros y campesinos y dividir la riqueza entre ellos. ¿Quién, en su sano juicio, se convertiría en bolchevique al no ser que se tradujera en sueldos garantizados, racionamientos mayores y la oportunidad para ascender la escala social? El Partido Comunista necesitaba realistas. Los idealistas morirían de hambre, mientras aquellos dispuestos a decir que el Estado era la Revolución y la obediencia era la libertad se ganaron la oportunidad para contribuir sus talentos a la construcción del nuevo aparato.

En cuanto a los inocentes que seguían siendo obreros en vez de convertirse en oficiales del Partido, los bolcheviques lo tenían bien claro que el papel de los trabajadores era de trabajar. Trabajadores que no trabajaban eran como máquinas rotas. Y como bien sabe cualquier realista, cuando se rompe una máquina no hay otro remedio que llevarle a un rincón oscuro y meterle una bala en la cabeza.
Entre el 12 y el 14 de marzo, la Checa aplicaron mano dura en Astrakhan. Ejecutaron entre 2000 y 4000 huelguistas y desertores del Ejército Rojo. A algunos les fusilaron y a otros les ahogaron, atando piedras a sus cuellos y tirándoles al río. Esta táctica la habían aprendido de los heroes de Lenin, los jacobinos, iluminados revolucionarios burgueses que masacraron decenas de miles de campesinos que no eran lo suficiente formados para saber que las tierras comunas eran una cosa del pasado y que el cercamiento y privatización de la tierra fue la ola del futuro (Kropotkin, 454-458).
También mataron un número más pequeño de burgueses, entre 600 y mil. Los burgueses más listos ya se habían unido al Partido Comunista, lo cual reconocieron como la mejor manera de sacar beneficio de la situación nueva. Pero los burgueses conservadores más rancios estaban plenamente en contra de los bolcheviques, los anarquistas y también los aristócratas, aunque no tenían nada en contra de aliarse con los aristócratas. Cualquier sistema política en que no podían hacer lo que les daba la gana a quien sea, llamaban “tiranía.”

Los burgueses conservadores también hubieran aplastado a los huelguistas—igual con hambruna en vez de balas—si hubieran estado al mando. A pesar de esto, los bolcheviques afirmaban que los huelguistas tenían que ser agentes secretos del orden burgués. Lo cual era curioso, porque cuando los anarquistas de Moscú expropiaban a los burgueses en abril de 1918, los bolcheviques les habían tachado de “bandidos” y habían devuelto las propiedades a sus dueños capitalistas. Ahora en marzo de 1919, mataron tanto a disidentes burgueses como a obreros en huelga, pero, claro está, guardaron la mayoría de sus balas para los obreros. Dos días después, el 16 de marzo, la Checa asaltó la fábrica Putilov. Detuvieron a 900 obreros y ejecutaron a 200 sin juicio. Estos fueron asesinatos pedagógicas diseñadas a instruir a los obreros mediante la ejecución de algunos de sus compañeros. Todavía no entendían, pero lo tendrían que aprender: el sentido del trabajador es de trabajar. Si tenían que morir de inanición, era para el bien del proletariado.

Los obreros no aprendieron esa lección a primeras. En un principio, la represión estatal sólo intensificó la oposición obrera. Según cables bolcheviques, 60.000 obreros estaban en huelga sólo en Petrograd en junio de 1919, tres meses después del masacre en la fábrica Putilov (Varios 1919, 60). Los pobres bolcheviques no tenían otro remedio que matar a aun más obreros y expandir el sistema gulag hasta que podría reeducar no miles sino millones.

Muchos marxistas posteriores echaron la culpa a Iosef Stalin por la conversión de la URSS en una maquinaria masiva de muerte, pero hemos justo aquí los orígenes de esa evolución macabra, en la necesidad de las autoridades bolcheviques de matar a obreros en nombre de los obreros. La totalidad del aparato del Partido, desde Lenin hasta los rangos más bajos, se dedicaron a la liquidación de toda oposición. Este monstruo en su totalidad fue ordenado en el momento en que los Comunistas decidieron que ellos eran la vanguardia consciente del proletariado, que la igualdad económica se podría conseguir mediante elitismo político y que fines emancipatorios justificaron medios autoritarios.

 
La política económica del Partido Comunista
 
Las otras corrientes revolucionarias tenían cada una sus ideas distintas acerca de las reivindicaciones obreras y sus organismos de auto-organización. Algunas favorecían los consejos de fábricas que surgían espontáneamente durante la Revolución de Febrero. Otras favorecían los sindicatos que habían crecido de forma dramática durante el curso de 1917. Sólo los bolcheviques tenían una posición realista, cambiando su relación con estas estructuras según como soplaba el viento. Como bien ha documentado Carlos Taibo (2017), los bolcheviques alternaron entre la promoción de los consejos y sindicatos, el intento de captarlos dentro de estructuras burocráticas controladas por el Partido, la socavación de sus poderes o su plena supresión. Su estrategia variaba considerablemente según si creían que podrían utilizar estas organizaciones para apoyar su propio poder o si, al contrario, temían la amenaza presentada por estas organizaciones a la supremacía bolchevique. Todo el poder para el Partido fue su único principio constante.

Durante el curso de 1917, los bolcheviques ganaron muchísima fama por su propaganda astuta. Prometieron devolver la tierra directamente a los campesinos, acabar la guerra sin dejar a la Alemania imperialista anexar territorio y ceder a los obreros el control de las fábricas y otros puestos de trabajo. Ya hemos visto como rompieron las dos primeras promesas. En cuanto a su compromiso con los obreros, enfrentaron a algunas organizaciones obreras con otras mientras fortalecían paulatinamente su control burocrático.

En 1917, consejos de fábrica habían aparecido en centenares de fábricas por toda Rusia, mientras la afiliación en los sindicatos creció de decenas de miles a 1,5 millones. En un principio, los mencheviques dominaban en los sindicatos y utilizaban su influencia para hacer que los sindicatos apoyasen al gobierno pre-Octubre de Kerensky. Según una perspectiva trotskista, “Cuando se estaban preparando para la toma del poder, Lenin y sus seguidores se acercaron a los sindicatos desde una nueva perspectiva y para definir su rol en el sistema soviético” (Deutscher 1950). Prometiéndoles más poder, los bolcheviques esperaban ganar el apoyo de los sindicatos en su proyecto de tomar el control del estado, o al menos ganar su consentimiento.

Según dos más académicos pro-leninistas, Lenin “esencialmente abandonó la consigna, todo el poder para los soviets,” cuando “convenció al partido de que era el momento adecuado para tomar el poder estatal” (Kelley y Benjamin, li). Esta es la admisión de un hecho evidente y bastante literal. Si los soviets iban a tener todo el poder, el Partido no podía tener nada.

En noviembre de 1917, inmediatamente después de tomar el poder, los bolcheviques decretaron que los consejos de fábrica no deberían participar en la gestión de las empresas ni tomar ninguna otra responsabilidad en su funcionamiento. Al contrario, cada comité fue subordinado a un “Consejo Regional de Control Obrero” que respondía al “Consejo de Control Obrero de Todas las Rusias”. La composición de estas instancias superiores fue decidido por el Partido, que daba a los sindicatos una mayoría de los puestos (Brinton, 65).
 
Una vez que el poder había pasado en manos del proletariado, la práctica de los consejos de fábrica de comportarse como si las fábricas les perteneciesen se volvió anti-proletariado.” A.M. Pankratova, Fabzavkomy Rossil v borbe za sotsialisticheskuyu fabriku (Consejos de Fábrica Rusos en la lucha por la fábrica socialista). Moscú, 1923.
 
La revolución ha sido victoriosa. Todo el poder ha pasado a los soviets. Las huelgas y las manifestaciones son perjudiciales en Petrograd. Demandomos que se ponga fin a todas las huelgas con motivas económicas y políticas, que se vuelva a trabajar y que se desempeñe el trabajo de una manera totalmente ordinaria… Todo hombre en su sitio. La mejor manera para apoyar al Gobierno Soviético hoy en día es la seguir adelante con su trabajo.” Portavoz bolchevique en el segundo Congreso de los Soviets de Todas las Rusias, 26 de octubre (calendario antiguo), 1917. (Citado en Brinton 1970).
 
Es absolutamente esencial que toda la autoridad en las fábricas se concentre en manos de la dirección… Bajo estas circunstancias, cualquier intervención directa por parte de los sindicatos en la dirección de las empresas debe ser considerado extremamente perjudicial e impresentable.” Intervención de Lenin en el undécimo Congreso, 1922.
 
Referiéndonos otra vez al texto trotskista, “Ahora [finales de 1917] los bolcheviques llamaron a los sindicatos para que prestaran un servicio especial al estado soviético naciente y disciplinaran a los consejos de fábrica. Los sindicatos se posicionaron firmamente en contra del intento de los consejos de fábrica para fundar una organización nacional suya. Impidieron la convocatoria de un Congreso de Consejos de Fábrica de Todas las Rusias, que ya estaba en preparación, y exigieron la subordinación completa por parte de los consejos” (Deutscher 1950). A finales de 1917, los bolcheviques obligaron a los consejos de fábrica a incorporarse en los sindicatos, como un intento de restringir su autonomía.
A pesar de sus lemas bonitas de mediados de 1917, desde el momento en que llegaron al poder, los bolcheviques trataron a los consejos obreros como amenaza. ¿Por qué? Muchos leninistas y también el trotskista ya citado, afirmaron que los consejos sólo tenían una conciencia de sus intereses al nivel de fábricas individuales y no podían tomar en cuenta los intereses de la economía entera ni de la clase obrera entera. No obstante, esto se contradice con los muchísimos ejemplos de solidaridad entre soviets y consejos de fábrica por todo el país, ya en 1917, y también con el hecho de apoyo material por parte de campesinos y obreros urbanos para los destacamentos anarquistas que luchaban contra el Ejército Blanco en las zonas libertarias de Ucrania y Siberia, donde revolucionarios idealistas no tan sólo permitían sino fomentaban y promovían la auto-organización de los campesinos y obreros.

El simple hecho de que los consejos de fábrica intentaron coordinarse a un nivel nacional a finales de 1917 demuestra que ya estaban en proceso de desenrollar lo que se podría denominar una conciencia revolucionaria universal y proletaria. Fueron los bolcheviques mismos quienes interrumpieron este proceso.

Desde la perspectiva bolchevique, lo más peligroso de una conciencia naciente en los consejos de fábrica fue la posibilidad de que no llegara al tipo de conciencia obrera muy particular que necesitaban los bolcheviques desesperadamente para quedar en el poder. Fábricas auto-organizadas apoyarían ejércitos revolucionarios de obreros y campesinos, pero probablemente no apoyarían al Ejército Rojo cuando éste aplastaba a los obreros y campesinos, ni apoyarían a la cesión infame—firmado por Lenin—de Ucrania, Polonia y los Bálticos a la Alemania imperialista.

Los consejos eran peligroson para otro motivo, también. No eran tan solos un órgano de autonomía y auto-organización obreras que dejaron obsoleto cualquier partido político, sino que también tenían la tendencia de erosionar la disciplina de partido. Dentro de los consejos, trabajadores afiliados a los mencheviques, a los bolcheviques o a cualquier otro partido solían actuar en acuerdo con sus intereses comunes como obreros de fábrica en vez de velar a los intereses del partido (Machaquiero, 144).

Como bien mostró Paul Avrich (2006, p.147), los bolcheviques aprovecharon de una distinción sútil entre dos versiones muy distintas de control obrero. Upravleniye significaba control directo y auto-organización por los obreros mismos, pero las autoridades Comunistas se negaron a conceder esta reivindicación. Su consigna preferida, rabochi control, no indicaba nada más que una vigilancia nominal sobre la organización fabril por parte de los obreros. Bajo el sistema impuesto por los bolcheviques, los trabajadores participaron en la toma de decisiones junto con los patrones, quienes podrían ser los mismos dueños capitalistas de antes de la Revolución o bien agentes del Partido y del Estado, según la política soviética del momento.

Todas las decisiones finales respecto a las fábricas y el trabajo fueron tomadas por el Soviet Supremo de la Economía Nacional (la Vesenkha), un cuerpo burocrática y no elegido que fue establecido en diciembre de 1917 por un decreto del Sovnarkom y el Comité Central Ejecutivo de Todas las Rusias. Todos estos cuerpos burocráticos fueron controlados en todos momentos por los bolcheviques, así que ningún obrero podría tener voz y voto en decisiones relacionadas con su trabajo sin convertirse en liberado del Partido a jornada completa y escalar hasta los escalones más altos de la burocracia.

Ya en marzo de 1918, una asamblea de consejos de fábrica en Petrograd denunció el carácter autocrático del gobierno bolchevique, así que el intento bolchevique de disolver todos los consejos de fábrica que no estaban bajo su control (Taibo, 58). Tal autocracia sólo creció cuando los bolcheviques por fin nacionalizaron la economía en el verano de 1918, aumentando el control del Partido y gestionando las fábricas con la ayuda de “expertos” reclutados del régimen antiguo. (Hasta este momento habían dejado casi todas las empresas en manos de sus dueños capitalistas).

En un principio, existía un continuo ambiguo entre los consejos de fábrica, de orientación económica, y los consejos de aldea o ciudad, de orientación política. El Partido Comunista rápidamente homogeneizó y burocratizó a los soviets territoriales, empezando con códigos y normas para las elecciones de éstos, ya en marzo de 1918, y acabando ya en el momento de la Constitución Soviética de 1922. Con aun más rapidez, se deshicieron de los soviets que se componían de todos los trabajadores de una fábrica u otra empresa y los reemplazaron por delegados obreros totalmente simbólicos y subordinados al director nombrado por el Partido.

Los Comunistas hicieron todo esto mientras hablaban de boca para afuera sobre su consigna y su promesa electoral de 1917, “Todo el poder para los soviets.” Con el tiempo, superaron la contradicción de simultáneamente promover y suprimir los soviets cuando declararon que comités compuesto por representantes de otros comités compuestos por representantes de aun otros comités también eran “soviets”. Así que no había otra cosa más soviética que un burócrata. De hecho, el comité más apartado de cualquier soviet de verdad de campesinos, obreros y soldados normal y corrientes fue el “Soviet Supremo”. Ya que los bolcheviques controlaron bien rígido todos estos órganos más altos y burocráticos del gobierno, que arbitrariamente también habían decidido llamar “soviets”, podían decir “Todo el poder para los soviets” con caras de póker, porque ahora sólo quería decir, “Todo el poder para nosotros”, y esta era la única consigna verídica que jamás podrían pronunciar.

Esta truque ingenioso fue muy parecido a aquello utilizado por los Padres Fundadores de los Estados Unidos, cuando un surtido de comerciantes pudientes y esclavistas establecieron un gobierno “del Pueblo, por el Pueblo y para el Pueblo.” Según ellos, los esclavistas se calificaban de pueblo; los esclavos no.

Los bolcheviques aplastaron los consejos de fábrica primero, aunque no tardaron mucho en clavar sus dientes en los sindicatos y mermar su independencia. Es digno de atención que dieron el golpe a los sindicatos de forma preventiva, evitando una amenaza posible al gobierno totalitario incluso antes de que éstos habían mostrado cualquier señal de resistencia. Al primer Congreso de Sindicatos de Todas las Rusias en enero de 1918, los bolcheviques defendieron su postura con éxito de que los sindicatos deberían subordinarse al gobierno soviético, oponiéndose a la posición de los mencheviques y anarquistas de que los sindicatos deberían permanecer independientes.

Los bolcheviques consiguieron dominar a los sindicatos mediante el Comité Central de Sindicatos. Ya para 1919, bajo el pretexto de las medidas extraordinarias requiridas por la Guerra Civil, el Comité Central se había incorporado plenamente a la burocracia controlada por la cúpula del Partido.
Por supuesto, como ya hemos mostrado, las “medidas extraordinarias” del Partido Comunista venían de antes de que la Guerra Civil Rusa comenzara de verdad. De hecho, estas medidas eran entre las causas principales de la oposición y furia que alimentaban a las facciones múltiples y conflictidas que luchaban en la Guerra Civil.

En 1921, cuando la Guerra Civil casi había terminado y el dominio bolchevique era indiscutible, Lenin y sus seguidores podían eliminar el “comunismo de guerra”. Retrasaron otra vez la repartición igualitaria de la riqueza social, esta quimera que les esperaba a los trabajadores ya en el paraíso socialista. Esta vez inventaron nuevas excusas acerca de circunstancias excepcionales. El resultado fue la Nueva Política Económica (NEP), lo cual Lenin mismo describió como “un mercado libre y capitalismo, ambos sujetos al control estatal” junto con empresas estatales operando según la lógica del ánimo de lucro” (Lenin, 184). Los anarquistas eran los primeros en nombrar el sistema soviético como “capitalismo de Estado”, pero Lenin aceptó la etiqueta como un hecho objetivo.

En conclusión, los bolcheviques se columpiaban entre noviembre de 1917 y el NEP de 1921, cambiando su política económica múltiples veces. En el curso de estos cambios, confiaron el control de las empresas a los dueños capitalistas con una vigilancia obrera simbólica, a funcionarios del Partido, a Comités Supremos varios y a los nepmen, los oportunistas económicas de la época de la NEP. Resulta que las únicas personas a las cuales los bolcheviques no estaban dispuestos a confiar eran los trabajadores mismos.

Marxista anticolonial Walter Rodney, quien empatizaba con Stalin y apoyaba a Lenin con todo el corazón, reconoció, sin embargo, que “En efecto fue el estado, y no los obreros, que controló los medios de producción” (Kelley y Benjamin, lvi). También mostró que la Unión Soviética heredó e impulsó el imperialismo ruso del anterior régimen tsarista, aunque esto es el tema para otro ensayo.
Un realista sabe que la mejor respuesta a todas estas quejas sentimentales es el hecho indiscutible de que, al final, la estrategia bolchevique triunfó. Eliminaron todos sus adversarios. Los idealistas estaban muertos y, por lo tanto, equivocados. ¿Acaso existe una mejor prueba científica para la certeza de la posición bolchevique?


El final de la resistencia al realismo bolchevique

Las cosas mejoraron de forma immediata. Los trabajadores ya no tenían que sudar para enriquecer la clase capitalista. En adelante recogerían los frutos de sus propios labores (con la excepción, claro está, de todos los empleados de las empresas de mercado libre permitidas bajo la NEP, además de los millones de campesinos que tenían que ceder los frutos de sus cosechas). Para hacer las cosas más sencillas, se guardaba toda la riqueza social en un fideicomiso gestionado por los trabajadores intelectuales. Estos trabajadores intelectuales trabajaban más duro y requerían más recompensa, mejor comida, casas más grandes. Pero también se aseguraron de que la mayoría de esa riqueza social se destinó a movilizar un ejército de 11 millones (sólo un millón menos que el ejército más grande en la historia humana). Y también una ópera de puta madre. Y uno de los aparatos de policía secreta mas extensas, para proteger al pueblo.

Durante los Planes Quincenales de Stalin, la economía soviética creció más rápido que las economías de los países democráticos contemporáneos. También evitaron la Gran Depresión que estaba asolando a la mayor parte del mundo. Las críticas idealistas de los anarquistas desde ya hace mucho tiempo han señalado que los Comunistas consiguieron implantar el capitalismo en los países donde la clase capitalista había fracasado. Que hicieron el capitalismo mejor que los capitalistas mismos. Pero esta queja inocente obvia el hecho de que un Estado fuerte—y por lo tanto una Revolución fuerte—requiere una economía robusta que produce cantidades inmensas de valor excedente que se puede reinvertir según el criterio de los Padres del Proletariado.

Eventualmente, los trabajadores recibieron vivienda y sanidad pública, si trabajaban duro y mantenían cerradas las bocas. Siempre y cuando no eran entre los millones de víctimas de las hambrunas sistemáticas diseñadas para romper el campesinado y conseguir la acumulación primitiva (la cual los poderes occidentales también habían conseguido mediante hambrunas masivas en siglos anteriores).

Por todo esto son fechas tan importantes para recordar.
 
En el centenario del masacre de huelguistas en Astrakhan y Petrograd, los miembros de la clase trabajadora deberíamos acordarnos quien tiene en mente nuestros intereses y no olvidar nunca de que la obediencia es la libertad. Para celebrar el triunfo de la Revolución Bolchevique—que sigue iluminando como un faro para la gente oprimida en todas partes—los trabajadores deberían obedecer a los liberados sindicales, los presos deberían escuchar a sus guardianes, los soldados deberían acatar el orden de abrir fuego y el pueblo debería esperar las directivas de su gobierno. ¡Cualquier discrepancia sería la anarquía!
 
 
Bibliografía
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Nicolas Werth, Karel Bartosek, Jean-Louis Panne, Jean-Louis Margolin, Andrzej Paczkowski, Stephane Courtois, El libro negro del comunismo, Traducción de César Vidal, Ediciones B, Barcelona 2010.
– Beryl Williams, The Russian Revolution 1917–1921. Boston: Wiley-Blackwell, 1987.
Más lectura
Frank Mintz, ¿Una Majnovschina siberiana? https://es.theanarchistlibrary.org/library/frank-mintz-una-majnovschina-siberiana
La contrarrevolución bolchevique” http://segadores.alscarrers.org/la-contrarevolucion-bolchevique-the-bolshevik-counterrevolution-castellanoenglishportugues/
– Nicolas Werth, Karel Bartosek, Jean-Louis Panne, Jean-Louis Margolin, Andrzej Paczkowski, Stephane Courtois, El libro negro del comunismo, Traducción de César Vidal, Ediciones B, Barcelona 2010.
Abril 2018: Centenari del començament del terror bolxevic” http://segadores.alscarrers.org/abril-2018-centenari-del-comencament-del-terror-bolxevic/
– “1921-1953: A Chronology of Russian Anarchism” https://libcom.org/history/1921-1953-chronology-russian-anarchism
– “Ilyich Moves to Moscow, His First Months of Work in Moscow” https://www.marxists.org/archive/krupskaya/works/rol/rol28.html , from Krupskaya’s “Reminiscences of Lenin”
– “Bolshevik repression against anarchists in Vologda” https://libcom.org/history/bolshevik-repression-against-anarchists-vologda
– “Lenin Orders the Massacre of Sex Workers, 1918” https://libcom.org/library/lenin-orders-massacre-prostitutes-1918
– “Manual for Revolutionary Leaders” https://theanarchistlibrary.org/library/micheal-velli-manual-for-revolutionary-leaders Michael Velli


[ Josep Gardenyes banatzaileen Segadores argitalpenen webgunetik hartua]

Detrás del progreso, la guerra (Lewis Munford)

[Analisis] Detrás del progreso, la guerra.
Lewis Munford
Mientras que el arte del alfarero, la construcción de canastas, la vinificación, el cultivo de cereales solo mostraron un progreso superficial desde la era neolítica en adelante, el progreso de los instrumentos de guerra ha sido constante. El sistema de los tres campos se arrastró a la agricultura inglesa hasta el siglo XVIII, y las herramientas utilizadas en las regiones más lejanas de Inglaterra habrían hecho reír a un granjero romano: pero el campesino torpe con su vara de hierro o su palo de madera era fue reemplazado por el arquero, el arrondissement, y ellos a su vez habían dado paso al mosquetero y el mosquetero se había convertido en un perfecto infante de infantería con armas automáticas, y el propio mosquete se había vuelto más letal en el combate mano a mano gracias a la bayoneta, y la bayoneta a su vez se había vuelto más efectiva gracias a las tácticas de masas, y finalmente todas las otras armas del ejército se habían coordinado progresivamente con el arma más fatal y decisiva: la artillería. Un triunfo del progreso mecánico, un triunfo de la regimentación. Si la invención del reloj mecánico anunciaba el nuevo deseo de orden, el uso del cañón en el siglo XIV amplió el del poder; La máquina, tal como la conocemos, representa la convergencia y la realización sistemática de estos dos primeros elementos.
 
La regimentación del arte militar moderno llevó mucho más allá de la disciplina real del propio ejército. La orden pasa en una fila en una fila; este pasaje se evitaría si, en lugar de encontrarse con una obediencia mecánica, encontrara una forma de adaptación más activa y completa, de cómo y por qué, de dónde y para quién: los comandantes del siglo XVI descubrieron que la efectividad del combate de masa aumentó a medida que el soldado se reducía a una máquina y se usaba para moverse como un autómata. El arma, incluso cuando no se utiliza para dar muerte, es siempre un medio para imponer un modelo de comportamiento humano que no se aceptaría si la alternativa no fuera la mutilación física o la muerte: es, en definitiva, un medio para crear. Una respuesta inhumana al enemigo o víctima.
 
La difusión general de la forma de pensar de los soldados en el siglo xvn fue, según parece, una gran ayuda psicológica para la difusión de la industria mecánica. En comparación con los cuarteles, el trabajo de las fábricas parece tolerable y natural. El aumento de la conscripción y el servicio militar voluntario en el mundo occidental después de la revolución francesa hicieron que el ejército y la fábrica, en lo que respecta a sus efectos sociales, fueran factores casi intercambiables. Y las notables declaraciones sobre la Primera Guerra Mundial, es decir, fue una operación industrial a gran escala, también tiene un significado opuesto: el industrialismo moderno puede definirse legítimamente como una operación de guerra a gran escala.
 
Observamos el enorme aumento del ejército como una unidad de fuerza: el poder se ha multiplicado con el uso de cañones y cañones, con el aumento de su calibre y de su tiro, con un aumento en el número de hombres desplegados. El primer cañón gigante conocido apareció en Austria en 1404: tenía un barril de más de tres metros y medio de largo y pesaba más de 4.500 kilogramos. La gran industria no solo se desarrolló para satisfacer las necesidades bélicas mucho antes de que pudiera ofrecer una contribución de cierta importancia para las artes de la paz, sino que la evaluación cuantitativa de la vida y la concentración en el poder como un fin en sí mismo se desarrolló tan rápidamente en este campo. cuanto en el negocio Detrás de todo esto, había un creciente desdén por la vida, por la vida en su variedad, su individualidad, su desarrollo y su exuberancia natural. Al aumentar la eficiencia de las armas, siguió una creciente sensación de superioridad en el propio soldado;Su fuerza, su capacidad para dar muerte había sido exaltada por el progreso técnico. Solo apretando el gatillo, podía aniquilar al enemigo: este fue un triunfo de la magia natural.
 
Guerra e invenciones
 
Dentro del dominio de la guerra nunca ha habido ninguna limitación a los inventos mortales, excepto los producidos por el letargo y la pereza: no hay límites para los inventos en sí mismos.
 
Los ideales de la humanidad se derivan, por así decirlo, de otras partes del medio ambiente: el pastor o la caravana que vagan bajo las estrellas: un Moisés, un David, un San Pablo, el hombre de la ciudad, que observa de cerca las condiciones. en el que los hombres pueden vivir bien juntos, un Confucio, un Sócrates, un Jesús, traen a la sociedad los conceptos de paz y cooperación amistosa como una expresión moral superior de la sumisión a otro hombre. A menudo, este sentimiento, como en San Francisco y los sabios hindúes, se extiende a todo el mundo de las criaturas vivientes. Lutero, es cierto, era hijo de un minero, pero su vida demuestra lo que estamos diciendo en lugar de contradecirlo: se colocó activamente del lado de los caballeros y soldados cuando atacaron brutalmente a los campesinos pobres que se habían atrevido a desafiarlos.
 
Excepto por las invasiones salvajes de los tártaros, los hunos, los árabes, la doctrina del poder ilimitado prácticamente no se enfrentó cuando la cultura de la máquina se convirtió en dominante. Por mucho que Leonardo ha perdido gran parte de su precioso tiempo sirviendo a príncipes guerreros y diseñando nuevas máquinas de guerra, sin embargo, estaba bastante bajo la influencia de los ideales humanos, para convertir su actividad en otra cosa. Quería destruir la invención de la nave submarina, porque pensó, como explicaba en sus notas, que era demasiado satánico para ser puesto en manos de hombres no redimidos por gracia. Una por una, las invenciones de las máquinas y la creciente fe en el poder abstracto rechazaron estos escrúpulos y eliminaron estas salvaguardas. Incluso la caballería desapareció en esta lucha desigual, y la masacre triunfante de los bárbaros casi indefensos con los que se encontraron los europeos en la América poscolombina se repitió en todo el planeta.
 
¿Cuánto debemos retroceder en el tiempo para demostrar que la guerra fue quizás la primera entre las causas de la difusión de la máquina? ¿Es necesario llegar a la flecha o al proyectil envenenado? Antes de los gases asfixiantes, aunque el gas asfixiante en sí no era un producto de la mina, incluso el desarrollo de máscaras para defenderse tuvo lugar en las minas, antes de que se extendieran en los campos de batalla. ¿Tenemos que volver al carro con guadañas que, girando con cada movimiento, golpean a los soldados de infantería? Este vagón fue el predecesor del tanque moderno, mientras que el propio tanque, empujado por la fuerza de los brazos de la tripulación, fue diseñado ya en 1558 por un alemán. ¿Tenemos que volver al uso de aceite inflamado y fuego griego, que se usó por primera vez antes de la era cristiana? Fue el embrión del lanzallamas más moderno y efectivo de la guerra moderna, o de las modernas bombas incendiarias basadas en hidrocarburos que se lanzaron para incinerar las ciudades de Japón. Debemos recordar la primera máquina que arrojó piedras y jabalinas, que se inventó, según parece, bajo Dionisio de Siracusa, y que usó en su expedición contra los cartagineses en 397 aC. En la época romana, las catapultas podían arrojar piedras de unos treinta kilos, a una distancia de 400 o 500 metros, mientras que las ballestas, que eran enormes arcos de madera, en piedras arrojadas, eran precisas a distancias aún mayores: con estos instrumentos de precisión. El mundo romano estaba más cerca del mundo automovilístico que de sus acueductos o baños. Los espadari de Damasco, de Toledo, de Milán, eran conocidos tanto por su perfecta técnica metalúrgica como por su habilidad para construir armas: los antecesores de Krupp y Creusot. Incluso el uso de las ciencias físicas para la guerra fue un progreso inmediato: Arquímedes cuenta la historia, concentró los espejos con los rayos del sol sobre las velas de la flota enemiga en Siracusa y prendió fuego a los barcos. Ctesibio, uno de los primeros científicos en Alejandría, inventó un cañón de vapor, otro diseñado por Leonardo. Y cuando el padre jesuita Francesco Lana-Terzi en 1670 dibujó una bola con bolas vacías, subrayó su utilidad bélica. En resumen, la colaboración entre el soldado, el minero, el científico y el técnico es antigua. Considerar los horrores de la guerra moderna como el resultado accidental de un desarrollo técnico fundamentalmente inocente y pacífico significa olvidar los hechos básicos de la historia de la máquina.
 
En el desarrollo de las artes militares, el soldado naturalmente se inspiró libremente en las otras ramas de la tecnología: las unidades más móviles, la caballería y la flota, respectivamente, provienen del pastoreo y la pesca; La guerra de posición, desde las trincheras del Castro Romano hasta las enormes fortificaciones de mampostería de las ciudades, es producto del campesino (el soldado romano, recordémoslo, conquistó tanto con la espada como con la pala) mientras que las máquinas de asedio en madera: carnero, la ballesta, la escalera de asedio, la torre móvil, la catapulta, todos llevan la marca obvia del leñador. Pero el hecho más importante en el arte militar moderno es el continuo aumento de la mecanización a partir del siglo XIV: el militarismo aceleró su ritmo y abrió una gran brecha al desarrollo de la industria moderna y estandarizada.
 
Para recapitular: el primer gran progreso se produjo con la introducción de la pólvora en Europa occidental, después de que ya se había utilizado en el Este. A principios del siglo XIV apareció el primer cañón y luego, mucho más tarde, las primeras armas de fuego portátiles, el mosquete y el arma. Pronto en la línea de este desarrollo pensamos en el tiro múltiple; y el cañón de cañón múltiple y la ametralladora eran inventarios.
 
El efecto de las armas de fuego en la técnica fue multifacético; Para empezar, requerían el uso de hierro a gran escala, tanto para cañones como para proyectiles. Mientras que la producción de una armadura cada vez más elaborada requería la habilidad del artesano, la multiplicación de las armas requería la fabricación social en una escala mucho mayor: los antiguos métodos de trabajo ya no eran adecuados. Debido a la destrucción de los bosques a partir del siglo XVII en adelante, el uso del carbón se experimentó en hornos de hierro y cuando, un siglo más tarde, el problema fue resuelto por Abraham Darby en Inglaterra, el carbón se convirtió en un elemento fundamental tanto para el poder. Militar que por la nueva potencia industrial. En Francia no se construyeron las primeras forjas, ya que en 1550 y al final del siglo Francia tenía trece fundiciones, todas destinadas a la construcción de cañones, mientras que los únicos otros productos importantes eran las guadañas.
 
Además, el cañón fue el punto de partida de un nuevo tipo de generador de energía; era, desde un punto de vista mecánico, un motor de combustión en el cilindro, el primer modelo de motores de gasolina modernos, tanto es así que algunos de los primeros experimentos sobre el uso de mezclas explosivas en motores intentó emplear pólvora en lugar de combustible líquido.Teniendo en cuenta la precisión y la eficacia de las nuevas balas, estas máquinas también tenían otra consecuencia: provocaron el desarrollo del arte de fortificaciones de campaña, el uso de obras complejas, fosos y murallas, este último dispuesto de manera que cada saliente podría ser defendido por otro con fuego cruzado. El trabajo de defensa se hizo cada vez más complicado, a medida que la ofensiva se hizo más peligrosa, la construcción de carreteras, canales, puentes de barcos o mampostería se convirtió en un complemento necesario del arte militar. Leonardo, por ejemplo, ofreció sus servicios al duque de Milán no solo para diseñar máquinas de guerra, sino también para dirigir todas estas obras de ingeniería. En resumen, la guerra introdujo un nuevo tipo de jefe de industria, que no era herrero, ni albañil, ni artesano, a saber, el ingeniero militar. Durante la guerra, el ingeniero militar se reunió al mismo tiempo las actividades del ingeniero civil, mecánica y extracción: Todas las misiones que no comienzan a diferenciarse por completo en el siglo XVIII. La máquina le debe mucho a los ingenieros militares italianos desde el siglo XV en adelante, como se debe a los brillantes inventores ingleses del período de James Watt.
 
En el siglo XVII, gracias a la habilidad del gran Vauban, las artes militares de ataque y defensa casi habían llegado a un callejón sin salida: los fuertes de Vauban eran inexpugnables para atacar en cualquier forma, excepto en lo que él mismo finalmente estudiadas. ¿Cómo atacar esas masas sólidas con piedra? La artillería era de uso limitado, ya que actuaba en ambos lados: la única manera era llamar al minero, cuyo trabajo es ganar la piedra. Según el consejo de Vauban en 1671, se crearon departamentos de ingenieros, llamados zapadores, y dos años más tarde se alistó la primera compañía de mineros. El punto muerto se había superado: la guerra abierta fue de nuevo necesario y posible, y era con la invención de la bayoneta, que se produjo entre 1680 y 1700, que fue dado de nuevo a este arte asesinato intimidad personal.
 
Si el cañón fue el primero de las estratagemas modernas en superar el espacio, gracias a lo cual el hombre pudo expresarse a distancia, el telégrafo de semáforo (usado por primera vez en la guerra) fue quizás el segundo: a finales del siglo XVIII. se instaló una red eficiente en Francia, y se planeó otra similar para el servicio de los ferrocarriles estadounidenses, antes de que Morse inventara el telégrafo eléctrico. Fue la guerra, más que el comercio o la industria, la que mostró en sus líneas generales las características principales que habrían llevado a la máquina en las diversas etapas de su desarrollo. Levantamientos topográficos, uso de tarjetas, plan de batalla – mucho antes de que los hombres de negocios imaginaran el plan de organización y los diagramas de ventas – coordinación del transporte, suministro y producción (es decir, mutilaciones y destrucción) , la división de tareas entre la caballería, la infantería y la artillería y la división del proceso de producción dentro de cada uno de estos sectores, finalmente la distinción de funciones entre el personal general y el comando de campo, todas estas características colocan el arte de la guerra mucho más Por delante de la artesanía y el comercio basado en la competencia, con sus métodos miopes de preparación y trabajo empírico y mezquino. El ejército es, de hecho, la forma ideal hacia la cual debe tender un sistema industrial puramente mecánico . Los escritores utópicos del siglo XIX, como Bellamy y Cabet, que aceptaron este postulado, fueron más realistas que los hombres de negocios que arrugaron la nariz ante su “idealismo”. Pero quizás uno pueda dudar de que los resultados fueron realmente ideales.
 
Producción militar en serie.
 
En el siglo XVII, antes de que el hierro estaba en uso a gran escala en algunas otras fábricas de armas industrial, Colbert había creado en Francia, Gustavo Adolfo había hecho lo mismo en Suecia, y Rusia ya en el momento de Peter el Grande había 683 trabajadores en una fábrica.Se pudieron encontrar ejemplos aislados de laboratorios y fábricas a gran escala, incluso antes de la famosa fábrica de Jack of Newbury en Inglaterra, pero las más notables fueron las fábricas de armas. En estas fábricas, que se introdujo por la división del trabajo y se realizaron las ruedas y productos de limpieza de molienda a su vez con la fuerza hidráulica, de manera que Sombart observó con razón que Adam Smith lo habría hecho mejor tomar la fabricación de armas, en lugar de la de los pasadores, como un ejemplo de El proceso productivo moderno y la economía de concentración y especialización. Fue en las fábricas de armas de Venecia que Galileo completó su riqueza de conocimientos técnicos.
 
El empuje de las necesidades militares no solo incrementó la organización de la fábrica desde el principio, sino que se mantuvo y duró todo su desarrollo. A medida que la guerra aumentó sus objetivos y se pusieron ejércitos cada vez más grandes en el campo, el equipo se hizo cada vez más pesado. Y a medida que se mecanizaron las maniobras tácticas, las herramientas necesarias para que los movimientos fueran precisos y oportunos también se uniformaron. Por lo tanto, con la organización de las fábricas, la estandarización se realizó en una escala mayor que en cualquier otro campo de la tecnología, excepto la prensa.
 
La estandarización y la producción en masa de mosquetes se llevaron a cabo a finales del siglo XVIII: en 1785, Le Blanc fabricaba en Francia mosquetes con piezas intercambiables; Gran innovación en la producción, que constituyó la directiva de toda la técnica de diseño del futuro.(Hasta ese momento, no se lograba la unificación ni siquiera para elementos menores, como hilos o tornillos). En la década de 1800, se creó Eli Whitney, quien había obtenido un contrato para suministrar armas de acuerdo con los criterios del Gobierno de los EE. UU. en su nueva fábrica de Whitneyville un arma estándar similar. “La técnica de construcción de piezas intercambiables”, como observa Usher, se fijó así en sus líneas generales antes de la invención de la máquina de corte o la cortadora. La nueva técnica fue la condición fundamental para lograr grandes resultados en estos campos, por parte de inventores y constructores ». El motivo de estas mejoras fue la continua demanda de grandes cantidades de armas por parte del ejército. En la marina británica se hizo en el mismo período o casi un paso similar hacia la unificación de la producción. Con Sir Samuel Bentham y Brunel, los tablones de tablones y los diversos montacargas de madera fueron cortados a medida: la construcción se convirtió en un accesorio de elementos cuidadosamente medidos, en lugar del antiguo sistema de producción artesanal basado en la adaptación inmediata.
 
Pero también hubo otro sector en el que la guerra aceleró los tiempos. La fusión de los cañones no solo fue “el gran estímulo para el mejoramiento de la técnica en la fundición”, y no solo por esto “el derecho de Henry Cort a la gratitud de sus compatriotas … basado primero en la contribución que dio a la seguridad militar” , como dice Ashton, pero sucedió que la solicitud de hierro con fechas características y en cantidades importantes procedió de la mano con el aumento dado al bombardeo de artillería como preparación para el asalto, con una efectividad que fue revelada por ese joven brillante. Oficial de artillería que se suponía que abrumaría a Europa con su genio militar, mientras que en Francia liquidó la revolución. De hecho, los rigurosos fundamentos matemáticos y la mayor precisión del fuego de artillería lo convirtieron en un modelo para las nuevas artes industriales. Napoleón III a mediados del siglo XIX ofreció un premio a quienes encontraron un proceso económico capaz de producir un acero capaz de resistir la fuerza explosiva de los nuevos proyectiles. El convertidor de Bessemer fue la respuesta directa a esta solicitud.
 
El segundo sector en el que la guerra precedió al automóvil y claramente ayudó a crearlo fue la organización social del ejército. El arte militar feudal se basaba generalmente en un apalancamiento de cuarenta días: necesariamente intermitente y, por lo tanto, ineficiente, aparte de aplazamientos, paradas causadas por la lluvia, las heladas o la Tregua de Dios. La transición del servicio feudal al ejército en La base capitalista, compuesta por trabajadores pagados por un día (el cambio, es decir, del soldado al soldado) no logró superar completamente esta ineficiencia, porque si los comandantes de las compañías mercenarias estaban listos para adoptar los últimos avances en armas o tácticas, el interés real del soldado mercenario era continuar en el trabajo de ser un soldado: por esta razón, la guerra en ese momento ascendía al lugar que tan a menudo tiene entre las tribus salvajes: un emocionante ritual celebrado con reglas cuidadosamente preestablecidas, con un peligro reducido casi a la de un antiguo partido de fútbol. Siempre existía la posibilidad de que la compañía mercenaria se declarara en huelga o desertara pasando al otro lado; el principal instrumento de la disciplina era el dinero, en lugar del hábito, el interés o los sueños de grandeza (o patriotismo).A pesar de las nuevas herramientas técnicas, el soldado mercenario siguió siendo ineficiente.
 
La transformación de grupos desordenados de individuos, con toda su incalculable variabilidad de fuerza y ​​debilidad, de coraje y cobardía, de celo e indiferencia, en las tropas bien practicadas, disciplinadas, unificadas y del siglo XVII, fue un gran acontecimiento en la ingeniería mecánica. La misma conscripción de apalancamiento, después de la larga parada iniciada por la palanca romana en Occidente, fue reintroducida y perfeccionada en el siglo XVI por el Príncipe Mauricio de Orange Nassau, y la psicología del nuevo orden industrial apareció en el desfile antes de que se estableciera. Banderas explicadas, en el taller. La regimentación y producción masiva de soldados, orientada a obtener un producto económico, normalizado e intercambiable, fue la gran contribución de la mentalidad militar al proceso industrial. Y, paralelamente a esta reglamentación interna, hubo una externa que tuvo otro efecto en los métodos de producción, a saber, el desarrollo del mismo uniforme militar.
 
A pesar de las leyes suntuarias que rigen la vestimenta de los diversos grupos sociales y económicos, no había una verdadera uniformidad en la vestimenta medieval; Por muy común que sea el esquema, siempre hubo variaciones y desviaciones individuales, debido a la naturaleza misma de la producción artesanal e intermitente. Los pocos uniformes que existieron fueron las libreas especiales de los grandes príncipes o municipios: Miguel Ángel diseñó uno de estos uniformes para la guardia suiza. Sin embargo, con la ampliación de los ejércitos, y los ejercicios militares diarias, se hizo necesaria la creación de una marca externa unión interna: mientras que los departamentos más pequeños que los hombres se conocían personalmente, en los departamentos más grandes podrían impedir que los hombres luchaban entre sí sólo Con un gran emblema visible. El uniforme se convirtió en esa marca, ese emblema, utilizado por primera vez a gran escala en el siglo XVII. Cada soldado tenía que tener la misma ropa, el mismo sombrero, el mismo equipo, todos los demás miembros de su departamento: el ejercicio hecha a hacer lo mismo, la disciplina hizo reaccionar de la misma manera, el uniforme hecho que se vean iguales. El cuidado diario de los uniformes se convirtió en un elemento importante del nuevo “espíritu del cuerpo”.
 
Con un ejército de cien mil soldados, al igual que el de Luis XIV, la necesidad de uniformes afectó no solo a la industria: de hecho, fue la primera demanda a gran escala de productos absolutamente estandarizados . El gusto individual, la opinión individual, las necesidades individuales, excepto las dictadas por el tamaño del cuerpo, no tuvieron parte en este nuevo sector de producción: existían las condiciones para una completa mecanización. Las industrias textiles encontraron esta demanda masiva, y cuando, más tarde, la máquina de coser fue inventada por Thimonnet de Lyon en 1829, no deberíamos sorprendernos al ver que el Ministerio de Guerra francés intenta usarla primero. Desde el siglo XVII en adelante, el ejército no solo fue un modelo de producción, sino también el modelo del consumidor ideal en el sistema de máquinas.
 
Observamos el efecto de los grandes ejércitos permanentes del siglo XVII, y de los ejércitos aún más grandes alistados en Francia durante la Revolución, cuyos triunfos tuvieron que tener mucho efecto en los futuros desarrollos de la guerra. Un ejército es un complejo de consumidores puros. El ejército, a medida que aumentó de tamaño, impuso una carga cada vez más pesada a las empresas fabricantes: el ejército debe ser alimentado, alojado y equipado, y no proporciona ningún servicio a cambio, excepto la “protección” en tiempo de guerra. Además, durante una guerra, el ejército no solo es un consumidor puro, sino un productor negativo, es decir, para usar la excelente frase de Ruskin, produce males en lugar de bienestar: miseria, mutilación, destrucción física, terror, hambre y muerte. Caracterizar el proceso de guerra y formar la parte principal del producto.
 
La debilidad de un sistema de producción capitalista, basada en el deseo de aumentar los testimonios de poder y riqueza, está dada por el hecho de que el consumo y la circulación de bienes pueden ser retrasados ​​por debilidades humanas como los valores afectivos y honestamente atendidos por el procesamiento. Estas debilidades a veces prolongan la vida útil de un producto mucho más allá del momento en que una economía abstracta había previsto su reemplazo. Estos obstáculos de producción se excluyen automáticamente del ejército, especialmente durante los períodos de servicio de verano: el ejército es el consumidor ideal, ya que tiende a reducir el intervalo de tiempo entre la producción ventajosa y el reemplazo ventajoso a cero. La casa más lujosa y sobrecargada no puede competir, debido a la velocidad de consumo, con un campo de batalla. Mil hombres derribados por balas corresponden más o menos a la demanda de mil uniformes nuevos, mil rifles, mil bayonetas y mil disparos con un cañón que no pueden recuperarse ni reutilizarse. Además, además de todas las desgracias de la batalla, hay una destrucción mucho más rápida de equipos y suministros.
 
La guerra mecanizada, que contribuye tanto a cada aspecto de la producción en masa estandarizada, es en realidad su gran justificación. ¿Existe alguna duda de que siempre actúa como un tónico temporal en el sistema que ha ayudado tanto a producir? La producción en grandes cantidades depende, para el éxito, del consumo en cantidad, y nada asegura este consumo tanto como la destrucción organizada. En este sentido, la guerra no es solo la salud de los estados, como se la ha llamado, sino también la salud de la máquina. Si la guerra-producción no estaba allí para igualar el marcador, el aumento de la capacidad de producción de la máquina podría ser absorbido sólo parcialmente: aumento en los mercados extranjeros, el crecimiento demográfico, el aumento del poder adquisitivo de las masas gracias a una reducción drástica de útiles. Cuando los dos primeros caminos se han agotado, la guerra ayuda a evitar la última alternativa, tan terrible para las clases dominantes, que amenaza a todo el sistema que los apoya.
[ Técnica y cultura , 1934]

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España. “Todo me sabe a metal”. Poema de Rodrigo Lanza




Todo me sabe a metal, todo me huele a asfalto
(y desinfectante)
me engulle este silencio atronador que me rodea,
este vacío que me llena.
Los recuerdos hieren,
el futuro yace inerte
sin promesa alguna
y el presente me despierta cada día
uniformado para el recuento de las 8.

Floto a la deriva en un barco ya hundido
y este mar de asfalto se alza
como hipócrita monumento
a los cobardes que lo construyeron.

Malvivo entre las grietas de mis escombros,
intentando calmar mi sed comiendo polvo y detritos.

Me paraliza el miedo
de perderme en mi laberinto.

Todo me sabe a lagrimas, todo lo veo ocre y gris,
sudo la impotencia de no poder abrir la puerta,
de vomitar cadenas.

Me tropiezo buscando salidas a mi desierto
a mi pequeña porción de castigo y espesos.

Me paraliza el miedo
de perderme al encontrarme


Rodrigo Lanza (aislamiento/FIES)



Dirección para escribir a Rodrigo:
Rodrigo Lanza
Apdo. de correos nº 33044
Ronda Universitat, 23
08007 Barcelona

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[Analisis] Volar cometas : ejercicio físico, mental y reflexivo Reflexiones luego de una actividad vista como algo inusual dentro de la lucha

Volar cometas : ejercicio físico, mental y reflexivo Reflexiones luego de una actividad vista como algo inusual dentro de la lucha



recibido por correo electronico
Volar cometas es también conectarse con la naturaleza, porque al mantener la cometa volando, la mirada casi no se despega del llamado cielo donde también transitan nubes, aves y los despreciables aviones, drones y parapentes. Es ahí que la intención de aquella mirada al cielo traspase hacia la reflexión sobre quienes en realidad deberían transitar los aires y quienes a la fuerza lo transitan generando contaminación sonora, visual y química artificial además del espacio que ocupan que también genera golpes hasta mortales para lxs aves en las que también han sido trituradxs por turbinas o hélices.
Sobre quién o que persiste volando cuando chocan entre aves y drones. A veces caen aves y a veces caen drones, es una lucha ahí arriba.

Volar además de ser un acto que solo lo ejecutan quienes fisiológicamente han nacido adaptadxs para eso, es un comportamiento de comprensión y entendimiento de los aires, es aprovechar las corrientes de aire al conocerlas, no es siempre luchar contra sus corrientes ni a capricho de ningún tipo. Es por un desplazamiento que llevará a encontrar abrigo, comida o a sus bandadas (grupos de aves).

Conquistar los aires, es un pensamiento dominacionista  que no acepta que no se trata de luchar contra la naturaleza.

El asunto es comprender la naturaleza, así como a nosotres mismes, un camino del cual nos hemos distanciado con la civilización.
Comprender la naturaleza, es aceptar lo que somos y vivir con eso. Solo esa fortaleza no dará lugar ni chico ni grande a promesas reales o no, de una mejora genética para ser superiores como especie o entre nuestra misma especie. Ese asunto de querer ser superiores, es una propuesta Transhumanista, la supremacía de la especie animal humana mejorada sobre la especie animal humana que se resista a ser superior a otres, y sobre las demás especies animales o de cualquier otro llamado reino (vegetal, moneras, protista,…).

Por motivos de las infiltraciones de corrientes ajenas a la libertad, dentro de los movimientos pro libertad, es que se está llevando las luchas hacia el lado de la dominación. Aceptando así la intromisión de las nuevas tecnologías en nuestras vidas y hasta en nuestras luchas.

Tal es que por el lado del antiespecismo se quiere introducir la reprogramación de las especies animales predadoras para que ya no lo sean o en todo caso se vayan exterminando mediante pastillas anticonceptivas o modificaciones a sus genes que podrían ser esparcidos mediante fluídos o relaciones de otros tipos. Es el arma de la dominación: la bionanotecnología su transgenia y otras aristas. Además de las propuestas que ya están siendo ejecutadas, las del uso normalizado de “alimentos” transgénicos así como de suplementos como las de B12 y otras vitaminas de origen transgénico “para que lxs veganxs sigan conservando su tan aclamada ética”. Así como la modificación alimenticia de lxs demás animales como lo hacen con perrxs y gatxs, obligándoles a comer alimentos no fisiológicos solo porque “el amo o la ama veganx no quiere ser antiéticx por proveerle comida con carne de otrxs animales o no le deja que estxs se alimenten por sí solxs cazando en la ciudad”. Además de la carne sintética que se promueve harto como única o eficaz solución al especismo.

Por el lado del antipatriarcado, tenemos al uso de pastillas anticonceptivas cuando bien se podría practicar diversas tácticas antes usadas como evitar los días fértiles en el ciclo de la menstruación, o la abstinencia, o el dejar de lado principal el acto sexual de penetración, o el conteo, dejar de sacralizar la heteronormatividad, la automasturbación o masturbación mutua, etc…
Otro uso en la lucha que fortalece el dominio tecnológico y farmacéutico es la de las intervenciones quirúrgicas de “cambio” de sexo que en realidad son solo cambio de apariencia ya que muchas veces no van de la mano con las hormonas y sentires solo para proyectar una imagen la cual no se tendría que proyectar con imagen más sí con acciones. Me refiero a si alguien se siente “de otro sexo” que se relacione sin estas intervenciones que son también jaulas físicas y mentales reforzadas pro discursos estéticos infiltrados en el movimiento de clara perspectiva izquierdista esa que desea también que la poli le proteja o que el juez otorgue justicia, … Producto de ese pensamiento es la problemática poco abordada en el movimiento lgtbiq que es la gentrificación que generan la mayoría de sus activistas o beneficiadxs en barrios donde se desplaza a la gente que vivía ahí por el brazo represivo legal seguro y estético de las inmobiliarias y sus “limpiezas de urbes antes feas e inseguras sus calles”. Vean el caso Lavapiés en España por si poco o nada saben sobre el asunto. Menos mal que siempre hay mentes críticas dentro de cada movimiento que alzan su voz ante lo que la mayoría por beneficio propio y común elige callar o mirar apáticamente al lado.
Hay compañeres que han dado fuerte lucha por la liberación total sea en difusión como en acción, pero que al parecer les ha faltado ahondar en la crítica al uso de las tecnologías nuevas o viejas dentro de sus cuerpas que han terminado por manejar sus mentes. Así que este no es un mensaje para hundirles, sino para que alzen su crítica hacia lo que han normalizado en sus vidas, eso también es parte de la llamada de-construcción.

Por el lado del ecologismo, sobre todo en agrupaciones mediáticas, se nota demasiado esa propaganda de las llamadas energías verdes y cuando se les hace ver responden que al menos no son tan contaminantes como las otras energías. Para eso solo podemos decir que investiguen sobre que empresas o corporaciones son las que con nuevos nombres ahora promueven las llamadas energías verdes, verán que son las mismas que aún mantienen las otras energías funcionando. Y no solo son empresas, porque estas difícilmente quizás concretarían sus acciones si no fuera con la ayuda cómplice de los Estados en todo el mundo. Un claro ejemplo de esto es la región llamada Alemania que se autodenomina la más consciente respecto a las energías que usa siendo una de las más conocidas por el uso de estas energías verdes, sin embargo su uso de las otras energías como las que provienen del carbón sigue siendo parte importante de sus planes, investiguen el caso del Bosque de Hambach y su lucha contra la extracción de carbón que lleva más de 40 años. Y es que las nuevas energías no pueden ni ahora ni nunca funcionar sin las viejas energías, sino pregúntense de qué se elaboran las hélices de las turbinas eólicas, de los paneles solares, etc…
Hasta se promueve también el uso de la geoingeniería “para ayudar a los ecosistemas a recuperarse”. La geoingeniería es la nueva forma de cambiar climas de diversos ecosistemas o zonas donde su alcance pueda hacerlo o intentarlo, es que claro aún no es perfecta esa nueva industria. Industria y forma de energía que su uso primordial es para amoldar el clima a conveniencia del capital del Poder para sus planes de comercio y dominación. Si en realidad les importara lxs habitantes de distintas especies tal como suelen decir cuando dan explicaciones porque les gusta modificar climas, dejarían de usar esta herramienta que termina directa o indirectamente perjudicando no solo al ecosistema donde se le aplica sino también a otros ecosistemas porque los ecosistemas no están apartados, están interconectados.
Y sobre el uso de transgénicos que algunxs promueven y otrxs que lo rechazan, sobre estxs últimxs usualmente no es por el tema de dominación que la transgenia representa, sino por la inseguridad de control que estas suelen mostrar en su uso. También lo hacen porque generan enfermedades a nuestra especie, y solo se preocupan por las otras especies cuando estas son de uso exclusivo de nuestra especie, porque si en verdad les importara estas otras especies no estarían a favor de la energía nuclear con sus 2 llamativos ejemplos de nocividad como el de chernobyl y fukushima. Claro, dicen que la energía nuclear es preferible a las otras energías por efectividad y “limpieza”. De nuevo estamos cayendo en “el mal menor” para conservar la civilización y su larga vida superficial, domesticadora y destructiva.
La geoingeniería es también usada con excusas de control sanitario.


Volviendo a los drones. Estas máquinas van en aumento, cada vez más sofisticadas por ende peligrosas. Entre otros los drones que hoy nos vigilan bajo la careta de la seguridad, ya están siendo adaptados para su verdadero uso armamentista de espionaje y represión:  para disparar con rango de falla cada vez menor. Y es que a las tecnologías viejas y nuevas para mantener la dominación, las necesitan siempre represivas para la defensa de sus maquinarias, laboratorios, fábricas, imperios, interéses, bancos, cárceles,…

A estos, les siguen las patinetas voladoras tipo “duende verde” o tipo “scooter”, la cantidad de energía o combustible del tipo que sea que se usa para mantenerlos en el aire, para acelerar más y para mantenerse más tiempo en el aire.

Les siguen los carros voladores aún en prototipos así como las futuras carreteras en el aire para estos vehículos “para salvarnos del tráfico” que las mismas ciudades y sus máquinas de transporte de mercancías (sí, nosotrxs también somos parte de esas mercancías que transportan a diario). Ya se usan los llamados taxis voladores con helicópteros para la ciudadanía tal como se ha promovido hace semanas en la región Perú con un costo de 100 dólares por transporte. Los autos voladores por motivos estratégicos económicos han tenido una interferencia con la prioridad ahora de automóviles autónomos (sin piloto humanx), manejados por la inteligencia artificial que ya están siendo probadas en uso público en Arizona con el apoyo de Pizza Hut mediante coches repartidores de pizza. Hace meses se informó que uno de estos autos autónomos habían atropellado a una señora, lxs científicxs como siempre hacen justificaron este accidente argumentando que la señora se cruzó intempestivamente. Pero a pesar de todo eso, la crítica común u oficial solo va por los accidentes que estos podrían causar, y no por el papel de lado de la dominación que estos representan y refuerzan.

Y como una cosa lleva a otra, nos daremos con el motivo principal de esta actividad de volar cometas, que es darnos cuenta que todo lo creado artificialmente solo es con fin de dominación, sí, las ciudades, las culturas, ideologías y los productos que consumimos en su mayoría hoy en día también son productos artificiales.

Y a su vez, es una terapia anti-estrés de todo lo que las ciudades y el progreso nos carcome día a día.
Y no, no es que con esta terapia intentemos amoldarnos o normalizar toda esa opresión, sino para mantenernos en equilibrio físico mental y emocional y también para comprender la urgente necesidad de acabar con todo esto.

Comprender además que si no podemos volar, no reneguemos por eso ni nos sintamos inferiores, ni intentemos cambiar esa realidad. Menos con propuestas tecnológicas que son por ende artificiales y nocivas.
Aprendamos a aceptar esta realidad y a disfrutar de lo que somos, y a disfrutar de quienes sí pueden fisiológicamente hacerlo. Porque eso también es parte de nuestra liberación, amarnos y aceptarnos tal como somos y respetar a otres tal como son.

Y desterrar esa idea de seres superiores y seres inferiores.

*Algunxs animales de ciudad que aman la libertad en los aires*

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¿Nos ajuntas?

¿Nos ajuntas?

Sin haber parasitado nunca en torre de marfil alguna, este veterano aprendiz de anarquista observa desde nuestra inexistente barricada -con más prudencia que esperanza- los llamamientos a la unidad del movimiento libertario y las convocatorias para plasmar en algo real y duradero lo que ya empieza a entenderse como una necesidad evidente e ineludible.

Lo más reciente es la convocatoria de un encuentro de ateneos y grupos libertarios en Madrid, pero antes se han sucedido propuestas similares en Cataluña, País Valenciano y otros territorios. Tampoco hay que olvidar históricas iniciativas para ampliar esa coordinación a toda la península, entre ellas las cuatro reuniones del proyecto Buscando el Norte (Valencia, Sant Boi, Madrid y Luarca) que no llegaron al anhelado puerto por las incomprensiones y los recelos de siempre. O de casi siempre, si la mirada la extendemos a la ya larga historia del anarquismo.

Es cierto que ha pasado bastante tiempo y que mucha de esta gente que tanta predisposición tenía para ver fantasmas reformistas y complots maquiavélicos, siempre amenazantes contra  la historia y las esencias ácratas, ya no está militando en esta nuestra causa que tantas veces barruntamos perdida.
Personas jóvenes, nuevas ideas, diferentes formas de afrontar la lucha y visiones más abiertas se han ido incorporando a los restos del naufragio que sufrimos en las dos últimas décadas del siglo pasado. Es, por tanto, natural y hasta factible que esta sabia nueva que ha tenido la suerte de no vivir nuestros pasados y gordos errores busque y encuentre fórmulas para relacionarse, coordinarse y organizarse. Pequeñas señales, modestos proyectos y alguna reflexión compartida indican que todavía es posible albergar unas briznas de esperanza sobre el deseado acercamiento en la diversidad. La buena sintonía entre las muchas ferias del libro anarquista que ya se celebran a lo largo del año en las principales ciudades puede ser una de esas buenas señales del cambio en el mundillo libertario.

No va a ser fácil superar las barreras que hasta ahora nos han impedido no sólo juntarnos, sino la mera idea de proponer tal encuentro sincero y abierto. Lo que (casi) nadie me negará es que resulta imprescindible seguir intentándolo… si el anarquismo quiere significar y decir algo en la sociedad de este tercer milenio. Y no estoy pensando en marcar la ruta a la humanidad ni en sustituir al capitalismo en todo el planeta a partir de mañana. Estoy pensando y diciendo por escrito que siendo el proyecto libertario uno de los pocos ideales (por no poner el único) que no ha sucumbido como bella utopía, convirtiéndose en una franquicia más del sistema político imperante, por desgracia no es capaz de ofrecer a la confusa y desorientada sociedad actual un mensaje nítido y renovado, un llamamiento creíble a la ruptura con el viejo orden y una invitación a construir un mundo más solidario y habitable. Nuestra ausencia es ocupada, sobre todo entre la juventud más inquieta, por mensajes tan supuestamente superados como los del marxismo-leninismo o el nacionalismo.
Claro está que esto es una Utopía, un sueño inalcanzable (al menos para las generaciones del  momento presente) pero ya lo decía el maestro Eduardo Galeano“… la utopía sirve para eso, para hacernos caminar”. Para seguir soñando y viviendo y construyendo y amando mientras la perseguimos y vemos como se sigue alejando; apunto yo.

Parece meridianamente claro que estamos obligados a juntarnos; otra cosa es el cómo y alrededor de qué. Mal seguiríamos si cada cual (grupo o individualidad) se aferra a lo suyo (sigla o idea) y pretende que el resto se sume sin redefinir colectivamente el acervo y los proyectos. Como libertarios sabemos que nadie es más que nadie y que todas las propuestas revolucionarias suman y se complementan.

Otra enseñanza que habremos aprendido (espero) es que no se puede pasar de la nada al todo. En este caso vendría a significar que, tras decenios de nula convivencia, una precipitada unificación vendría a suponer un nuevo fracaso. Lo más aconsejable es que esta pausada y progresiva convergencia se realice en fases escalonadas.

Un primer estadio podría ser el (re)conocimento mutuo; compartir información, intercambiar experiencias, debatir ideas y proyectos, pasarse convocatorias, hacerlas suyas los otros colectivos, etc.

En el paso posterior ya se podría llegar a los contactos regulares, a las convocatorias conjuntas (conjuntas entre quienes se pongan de acuerdo, para eso está la autonomía de cada cual) y a la publicación de manifiestos debatidos y asumidos por la totalidad o la gran mayoría.

Y ya en la tercera etapa se podría pasar a relaciones más estables e intensas. Hablo de redes, coordinadoras, federaciones donde se desee, etc. Primero localmente, después las comarcas, las comunidades o regiones más o menos históricas a posteriori… el federalismo actualizado. Hablo también de ediciones conjuntas, de revistas potentes, de radios libres en red, etcétera.

Pensar en una única organización, con sus congresos y sus órganos de gestión, además de prematuro me parece innecesario y arriesgado tratándose de un movimiento tan plural y autónomo como el libertario.

Antonio Pérez Collado

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