Perdón, ¿sabe alguien por ahí qué es una secta?
Foto de Virqan Arg |
Articulo publicado en El Periódico de Catalunya, el 19 de agosto de 1990
PERDÓN, ¿SABE ALGUIEN POR AHÍ QUÉ ES UNA SECTA?
Manuel Delgado
Conforme.
¿Duro con ellas! Acabemos de una vez por todas con las sectas y sus
abyectos planes. Pero, por favor, que antes alguien nos explique bien
qué es una secta, porque luego pasa lo que pasa. Como no hace mucho,
cuando una encuesta demostró que de las tres sectas más conocidas por
los jóvenes, dos no eran sectas. Una, los Testigos de Jehová, está
dedicada a difundir el mensaje de Cristo, y la otra, el Opus Dei, es una
simpática y entrañable asociación benéfico-recreativa vinculada a las
más altas instancias de la Iglesia católica.
Porque,
vamos a ver, si me dicen que una secta es una organización cerrada, en
la que sus miembros se integran por completo, renunciando a sus bienes, a
la vida social, a su independencia y a su intimidad, no sé si me hablan
de Ceis, de Hare Krhisna o de los jesuitas o de cualquier otra orden
religiosa. Algo parecido pasa con prácticas dañinas atribuidas a las
sectas –proselitismo, obediencia a un líder infalible, etcétera- que son
encontrables en muchas instituciones religiosas respetables. Dicho de
otra forma, entre lo que es una secta y lo que es una iglesia nadie es
capaz de ofrecer una distinción clara que no sea la del grado de
proximidad al poder social o político que detenten.
Alguien
me aclara que las sectas tienen especial interés .y eso es lo que las
hace más perniciosas- en destrozar familias. Aunque, la verdad, eso no
las apartaría demasiado del discurso evangélico. Tómese a Mt. 10 34 o a
Lc. 12 51: “He venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con
su madre, a la nuera con la suegra” ; o a Mt 10 37 y Lc. 14 26: “Si
alguien viene donde mí y no odia a su padre y a su madre, a sus hijos, a
sus hermanos, a sus hermanas…, no puede ser discípulo mío”. Lo cierto
es que hay un montón de religiones que obligan a sus oficiantes a
abandonar a los suyos para entregarse por completo al apostolado.
Algunas son tan radicales que incluso les prohíben casarse y tener
hijos. Además, en vez de rescatar a quienes se han apartado de su hogar
tener la buena idea de liberar a los que lo han hecho a la fuerza.
Búsquese en cuarteles, cárceles, asilos, hospitales, manicomios,
etcétera y se dará enseguida con un buen número de ellos.
“Lo
que pasa es que crean adicción psicológica para sacer el dinero a los
adeptos”. Ya entiendo. Les pasa lo que a mucha gente, que no pueden dar
un paso sin acudir a su psicoanalista o su echadora de cartas. Por lo
demás, hay muchas modalidades de terapia de grupo y no se ve por qué la
de los sectarios es peor que la de los estudiosos de los ovnis o la de
los defensores de los animales. En el actual mercado de sentidos de la
vida cada cual escoge la oferta que mejor le sienta.
Luego
llegamos a la cosa sexual. A mí, lo que se imputa a las sectas me
recuerda lo del amor libre y la vida en comuna de los hippies de los 60
y 70. ¿Será la represión contra las sectas un síntoma más de la ola de
puritanismo que, como tantas cosas made in USA, ha acabado por impregnar
a nuestras autoridades? “¿Ah! –se dirá- ¿Pero es que pervierten hasta a
los niños!”. Es verdad. Los Niños de Dios tenían manuales que enseñaban
a masturbarse a los pequeños –qué tontos deben ser los niños de la
secta-, pero para perversión-perversión, Oliver. ¿A que sí?
Luego
está la cuestión del lavado de cerebro de los adeptos. ¿Cómo si los que
estamos fuera no estuviéramos tan programados como ellos! Por cierto,
¿se acuerdan ustedes de la campaña televisiva que tanto contribuyó a que
tomáramos libremente la decisión –que pronto tendremos oportunidad de
celebrar- de permanecer en la OTAN? ¿Aquello sí que fue control de las
mentes!
Y
ya que estamos en el asunto… Traigan a su mente las imágenes que la
otra noche nos brindaba la televisión, con los adeptos del vidente Ángel
Muñoz tirando tejas a los centenares de personas que asediaban su
iglesia en Benaguasil. Seguro que los interesados por la historia
contemporánea española y a los viejos del lugar les suenan algo.
¿Alguien ha caído en la cuenta de que las acusaciones contra las sectas
–avaricia, mala fe, falsas doctrinas, fanatismo, lujuria, corrupción de
menores, etcétera- son idénticas no ya sólo a las que la inquisición
formulaba para perseguir a judíos, herejes, brujas, etcétera, sino
también a las que los anticlericales de todos los tiempos –de los
milenaristas del siglo XI a nuestros anarquistas, pasando por
protestantes, ilustrados, liberales, socialistas, masones… -llevan
siglos dedicándole a la propia Iglesia católica?
Cuando
las muchedumbres europeas –en España mismo, hasta 1936- asaltaban los
conventos de monjas, creían ir a liberar mujeres secuestradas –como
narra Pérez Galdón en Electra- y se desenterraban las momias de
religiosas en busca de evidencias de que aquello no eran más que cuevas
del sado y burdeles encubiertos. Del mismo modo que los confesionarios
eran mostrados como nidos de depravación –léase El cura de Monleón, de Pio Baroja- y los colegios de curas como lugares donde se pervertía sexualmente a la infancia, como ocurría en AMDG, de Pérez de Ayala, o El patio de los frailes, de Azaña. ¿Curioso, verdad?
[ Manuel Delgado Ruiz-en El cor de les aparences blogetik hatua]
No hay comentarios:
Publicar un comentario