HACIA UN DEBATE PÚBLICO SOBRE LA EMIGRACIÓN
La
emigración es ya uno de los problemas que más preocupan a la opinión pública
europea. Ésta está dando un giro, dejando a un lado los mendaces argumentos
paternalistas y caritativos, buenistas, sentimentales y asistenciales con que
los poderes constituidos tratan mediáticamente tan decisiva materia, para
atenerse a un enfoque cada vez más riguroso y objetivo de los hechos, lo que lleva
a un número creciente de personas a considerar con espíritu crítico el hecho
migratorio masivo.
Nos
aproximamos a un momento de ruptura, en el cual una parte progresiva de las
gentes de Europa se posicionará en contra de la emigración de masas,
enfatizando el daño que hace no sólo a las clases modestas del Viejo Continente,
del Norte, sino también a los países “en vías de desarrollo”, del Sur, que
están siendo devastados y saqueados a placer por los ricos de los países ricos
por medio del torrente sin fin de la emigración.
Cada
vez se comprende mejor que ésta es una decisiva estrategia del capitalismo
globalizador para golpear y desvalijar, aculturar y devastar a las clases
modestas de los países ricos y de los países pobres al mismo tiempo. En él hay
un ganador doble, el gran capital de los territorios receptores y emisores de
emigrantes, y un perdedor asimismo doble, las gentes trabajadoras de ambos
tipos de países.
Ese
debate, que ya está empezando a tener lugar, es invariablemente contestado
desde las instituciones y sus agentes con calumnias, injurias, amenazas, agresiones
y exclusiones. Dado que la emigración es absolutamente vital para la patronal
de la era global, pues dinamiza al capitalismo y le proporciona mano de obra
barata, y para el Estado/Estados, debido a que los emigrantes contribuyen a
llenar las arcas del Estado acrecentando los ingresos tributarios, hoy no es
posible expresarse con libertad sobre este asunto. Así pues, falta absolutamente
la libertad de expresión, también porque las fuerzas institucionales son
incapaces de aportar argumentos, lo que les obliga a valerse de una estrategia
del temor y el linchamiento, que aplican brutalmente a quien difiera, por poco
que sea, de la versión oficial.
El
debate, por tanto, ha de hacerse fuera de las instituciones, y en la
semi-clandestinidad.
Al
mismo tiempo, para imposibilitar que las gentes modestas de Europa despierten a
la verdad sobre esta materia, los poderes constituidos invierten una enorme
cantidad de dinero en propaganda, financiando a un sinnúmero de instituciones,
fundaciones, colectivos, personalidades e intelectuales, a los que encargan la
defensa de la versión oficial, hecha de ocultaciones clamorosas, medias
verdades, sofismas cuidadosamente urdidos, explotación descarada de los buenos
sentimientos de las gentes, chantaje emocional y mentiras descomunales.
Ante
ello nuestra meta ha de ser proporcionar datos, estudios y análisis serenos,
equilibrados y objetivos sobre el hecho migratorio, señalando las
manipulaciones de que se sirve la gran patronal y sus compadres del ente
estatal para tener mano de obra abundante y gratuita, que es robada, literalmente,
a los países pobres. A éstos el neocolonialismo europeo, además de saquearles
sus recursos naturales, ahora les estás expropiando lo más valioso, su
población.
Es
tantísimo lo que está en juego que los apologetas de la emigración no se detienen
ante nada. Pretenden que el conflicto principal se da entre autóctonos y
emigrantes, cuando no es así, pues en todo ello hay unos ganadores, los ricos,
las clases medias y la aristocracia obrera, y unos perdedores, los trabajadores,
parados, jóvenes y mujeres de menores ingresos y recursos, sean indígenas o
emigrantes. Para sostener esta ficción, han de tapar que los inmigrantes con
arraigo, los que llevan en Europa diez años o más, están en contra de la
emigración actual con más motivos que nadie, debido a que ellos son los
perdedores netos. Por ejemplo, si el salario real del emigrante medio ya
afincado aquí está ahora en los 3-4 euros la hora, la llegada de, pongamos por
caso, un millón de nuevos emigrantes (que es el número de personas robadas a
Siria por Alemania con la mayor desvergüenza), significaría que los salarios de
aquéllos se quedarían en los 2-3 euros, lo que conforma una situación de
precariedad preocupante.
Por
eso los defensores de la emigración, que se erigen en portavoces y bienhechores
de los emigrantes sin que éstos les haya autorizado a ello, tienen que valerse
de la intimidación y el miedo como elementos concluyentes para lograr el
asentimiento de las gentes a la política institucional de abastecimiento al
gran capitalismo europeo de mano de obra criada en otros países, con lo que
para él resulta ser gratuita, de coste cero. En ese uso matonil del temor y la amenaza
coinciden todas las fuerzas política, todas las ideologías, todos los aparatos
clericales y todos los poderes institucionales.
La
situación está alcanzando un punto crítico, en el cual ya no sirve, como hasta
ahora, el efecto embrutecedor y paralizante de las mentiras y, sobre todo, del
hostigamiento y la intimidación a quienes se atreves a exponer la verdad, que a
veces son inmigrantes a los que sin contemplaciones se tapa la boca. Por
ejemplo, cuando algunos marroquíes beneméritos arguyen que su país se está
quedando sin juventud porque toda ella se viene a Europa, y que eso es una
catástrofe demográfica, económica y cultural (es, en realidad, un genocidio
perpetrado con palabritas melifluas y discursos buenistas), además de política,
se les agrede verbal y mediáticamente y se les trata como unos indeseables, sin
que hagan nada en su ayuda, más bien al contrario, los profesiones multi-subsidiados
de “la lucha contra el racismo y la xenofobia”.
La
meta ha de ser aportar conocimiento y luz sobre la totalidad del fenómeno
migratorio. Hay que proporcionar análisis ponderados y objetivos a fuer de
serenos y bien documentados para que cada persona pueda formarse su propia
opinión sobre esta determinante materia con razonable libertad, lo que ahora no
existe. Hay que oponer a la propaganda institucional pro-emigración la verdad sobre
la emigración como el gran negocio del capitalismo senil y vandálico europeo,
neocolonialista, del siglo XXI.
Es
necesario investigar su fundamento económico y los efectos, tan dispares, que
origina en los ricos y en los pobres de los países ricos. También es preciso analizar
lo que está sucediendo en los países pobres exportadores de mano de obra, convertidos
en granjas de crianza de seres humanos que, alcanzada la edad de ser
productivos, son llevados a Europa. En estos países hay unos ganadores con la
emigración, sus oligarquías, casta clerical y Estados, y unos perdedores, las
pobres gentes forzadas a convertirse en ganado de labor con rostro humano.
Eso no niega la
responsabilidad moral y política de los emigrantes, de cada uno de ellos persona
a persona, cuyo deber cívico es permanecer en su país para allí promover
cambios revolucionarios que realicen el derecho a vivir en donde se ha nacido
(que es uno de los derechos naturales de todo ser humano) en vez de venir a
Europa a integrarse en la sociedad de consumo, fortaleciendo el neocolonialismo
europeo con su trabajo y estancia. No hay paternalismo posible ya, y cada parte
debe asumir sus responsabilidades. Porque el paternalismo es una de las peores
expresiones de racismo.
Quienes
creen que la emigración es algo así como una actividad “anticapitalista”
deberían leer los textos de, entre otros, Alberto Recarte, un economista de
cierto prestigio impúdicamente valedor del capitalismo. En ellos Recarte
explica que la emigración es una bendición inmensa para la patronal y el poder
financiero español, más aún, que es el fundamento mismo de su crecimiento en
los últimos decenios.
Hay
que estudiar experiencias históricas de captura forzada, semi-forzada o
manipulativamente “libre” de mano de obra, conversión de los seres humanos en
ganado laboral y emigración. Por ejemplo, en Roma, en donde el aprisionamiento
de nuevos esclavos era la meta número uno de las guerras incesantes que llevó
adelante la república romana y luego el Principado, su sucesor. Hay que explorar
al tráfico trasatlántico de esclavos negros, de África a América en la edad
moderna, que ahora se repite con Europa como destino. Y, sobre todo, conviene
examinar la política migratoria de los nazis en el poder, que llenaron Alemania
de emigrantes, igual que está haciendo esa mujer perversa y enloquecida que es
Ángela Merkel, sucesora y continuadora en todo lo importante de Hitler.
Alemania es hoy, igual
que lo fue con los nazis, el enemigo número uno de Europa. En España la derecha
y la izquierda, la extrema derecha y la extrema izquierda, todos, siguen a
Merkel, repiten sus consignas y realiza su política. Frente a ello se ha de
alzar el programa de la revolución popular integral para la emigración. La
gente que hoy en Alemania aplaude el expolio de la población de Siria es la
misma que en 1933 votó a Hitler, el mismo tipo de alemanes depravados que
luego, en 1943-45, estando la guerra ya perdida, estuvieron hasta al finar con
el Führer, matando y haciéndose matar sin sentido. Ahora es una Führer quien
lleva a adelante todo ello, porque en el presente una buena parte de las
maldades y genocidios realizados desde el poder han de ser dirigidos por
mujeres, pues ese el signo de los tiempos…
De
notable importancia será el estudio de la política migratoria del franquismo,
que trato en mi libro “Naturaleza,
ruralidad y civilización”. El fascismo español se sirve a lo grande de la
emigración, sobre todo en dos de sus variantes. Una es el saqueo de la
población rural, convertida en mano de obra para la industria y las ciudades,
lo que lleva a la aniquilación de la sociedad rural popular tradicional y su admirable
cultura milenaria, lo que tiene lugar en 1955-1970. Otro, el forzamiento de la
emigración hacia Europa, lo que convirtió las remesas de los emigrantes, la
gran masa monetaria en divisas que enviaban a España, en probablemente el
fundamental factor económico que dio estabilidad y continuidad al régimen de
Franco. Sin esas dos operaciones migratorias el fascismo español no habría podido
mantenerse los cuarenta años célebres, luctuoso suceso que es un caso concreto
ente cientos que muestra que cualquier hecho migratorio es pieza esencial de
las estrategias de la reacción y las tiranías.
El
problema no termina ahí. Se debe estudiar la emigración a Europa como una forma
de limpieza étnica y sustitución racial, dirigida a convertir a los pueblos
indígenas europeos en una nueva versión de los pueblos indígenas de América, en
minorías oprimidas, marginadas, alcoholizadas, entregadas a las drogas,
enfermas del cuerpo y del espíritu, que no se reproducen y en fase de
extinción. Todos los pueblos tienen derecho a la continuidad como etnias pero
ahora ese derecho está siendo conculcado a lo grande en Europa, donde existen
numerosos barrios, ciudades y poblaciones en el que el proceso de sustitución
étnica y limpieza racial ya se ha realizado. En sólo una generación, si no hay
revolución, los pueblos europeos serán minorías en sus propios países, minorías
perseguidas y condenadas a la desaparición. El furor del racismo antiblanco,
que es hoy la forma principal que adopta el racismo institucional, es decir,
estatal y empresarial, en Europa, así lo indica. Frente a tales horrores la
revolución anticapitalista popular es el único remedio efectivo.
En
todo este torbellino de perfidia y demencia los aparatos mediáticos del poder
constituido nos echan encima una y otra vez a los niños y niñas pijos, a las
hijas y los hijos de papá, que con, su conocida arrogancia clasista y odio por
lo popular, denuncian sin descanso lo muy “racistas”, “xenófobas” e
“islamófobas” que son las clases asalariadas, por resistirse a la estrategia de
limpieza étnica y sustitución racial diseñada por la gran patronal. Estos
sujetos se están haciendo ricos con tal ejecutoria, y es imposible ponerse
delante del televisor o abrir un periódico sin que aparezcan allí, agresivos, demagógicos,
insultantes, amenazantes. No puede ser de otro modo, son los nuevos “soldados de la fe” inquisitoriales del
capitalismo globalizado… aunque lo cierto es que están perdiendo la partida y
es posible que tenga un fin triste y ominoso a medio plazo.
Tenemos
que considera el futuro con optimismo. La perfidia del gran capitalismo
europeo, cuando se ha hecho agente de un genocidio étnico y cultural contra los
pueblos europeos, brinda a éstos una buena oportunidad para desprenderse de él
por derrocamiento revolucionario, para convertirlo en una realidad del pasado.
Eso es la revolución. El tándem gran capital/Estado, que es el meollo de la
Unión Europea, puede naufragar si los pueblos europeos se alzan para persistir
en su ser, para evitar el exterminio, para reproducirse y tener hijos, para
liquidar los poderes estatales/empresariales que nos aniquilan
Muchas
más cuestiones hay que ir analizando y trasladando a la opinión pública. El conjunto
formará un corpus argumental con el que mover en la calle a los pueblos contra
el hecho migratorio y quienes lo realizan y defienden, por la revolución
popular, por una sociedad comunal autogobernada y autogestionada.
Para
ello hace falta inteligencia, cómo no, pero sobre todo valentía, Quien se
atreva debe saber que va a ser linchado por los poderes establecidos y
perseguido por sus partidas callejeras de la porra, lo que alguien ha
denominado “ejército del terror” del capitalismo globalizador. La valentía y el
coraje son, en este asunto, el componente esencia de la metodología necesaria.
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