Basalburu, el bosque comestible de Salburua… o un nuevo ejemplo de las zancadillas de la Administración a la autogestión.
En este blog tenemos claro que la autogestión popular es vivida con recelo y desasosiego por las instituciones. Y no nos extraña, porque en el fondo también supone un profundo cuestionamiento del monopolio de la gestión pública que intentan arrogarse esas instituciones. Por eso, cuando la autogestión popular florece, las instituciones tratan de controlarla, ya sea eliminándola o demonizándola, o más sutilmente “acercándola al redil normativizado” mediante engaños, hasta convertirla en otra cosa (cogestión, cesión… siempre bajo el control institucional), o acabando con ella por agotamiento después de someterla al marasmo burocrático que acaba con los sueños e ilusiones de la más pintada.
Viene todo esto a cuenta de la petición que nos ha llegado para colaborar en la difusión de la odisea que está viviendo el proyecto popular vecinal de Basalburu, para la generación de un bosque comestible en Salburua. Basalburu es un proyecto que se define con estos objetivos:
El Objetivo general es generar espacios físicos y humanos dentro del barrio de Salburua en el que poder experimentar nuevos modelos de consumo, alimentación, generación de alimentos y recursos naturales, autogestión, organización, ocio, aprendizaje y participación ciudadana, más sanos, sostenibles y responsables.
El objetivo específico es crear un bosque comestible, entendiendo como tal un agrosistema de bosque ecológico cuyas plantas ya sean arbóreas, arbustivas o herbáceas sean comestibles o aptas para otros usos, respeten la biodiversidad local.
Pues bien, Basalburu lleva ya cuatro años padeciendo una experiencia más de cómo el Ayuntamiento de Gasteiz puede acabar con las energías y esperanzas de cualquier proyecto popular, aún sin dejarle nacer. Y, encima -estamos seguras y tiempo habrá para comprobarlo-, terminará poniéndose alguna medalla si el proyecto no muere en el camino.
De todas estas “habilidades antiautogestionarias” del “gabinete Urtaran” ya hemos hablado en alguna ocasión en este blog pero ahora, antes de entrar en los detalles de lo que está sucediendo con Basalburu, conviene recordar unas declaraciones del por entonces concejal Belandia, sobre estas cuestiones:
La segunda necesidad a la que dará respuesta el plan es la participación ciudadana en Vitoria, que no termina de ser eficaz ni de dar respuesta a la gente, que en muchas ocasiones decide organizarse por su cuenta. “Debe cambiar el modelo de que todo este tipo de prácticas sean contra el Ayuntamiento para ser con el Ayuntamiento, nosotros tenemos que ser el socio de todas esas iniciativas, de proyectos culturales, teatrales, musicales, etcétera, que trabajan en la ciudad; deben tener en los espacios municipales su campo de expansión”, señala Belandia. La idea es que los responsables de cada área municipal ayuden a los promotores de esos proyectos alternativos a desarrollarlos, a generar sinergias, controlando a la vez que la calidad de la programación es la adecuada, y garantizando también la sostenibilidad económica de los centros cívicos.
“Eso no se hace de la noche a la mañana”, advierte el responsable municipal, quien explica que en principio se desarrollarán experiencias piloto y poco a poco las actividades más tradicionales irán conviviendo con otras más vinculadas a los movimientos sociales de la capital alavesa. Ahora toca buscar las fórmulas jurídicas (como hubo que hacer, por ejemplo, con el proyecto autogestionado Zabalortu), y también las meramente operativas, para hacer de la necesidad virtud y conjugar el ahorro con la participación ciudadana.
Pues bien, con estas grandilocuentes declaraciones de intenciones de Belandia bien presentes, vayamos ahora a conocer en detalle lo que nos cuentan desde Basalburu y con ello nos percataremos del largo trecho entre la retórica del gobienro municipal y la realidad que padecen los proyectos populares.
Soy Irma. Miembro de Basalburu y estoy aburrida y cansada de gastar mi energía, tiempo e ilusión en tantos obstáculos y resistencias que nos pone el Sistema. El mastodonte burocrático y político es enorme, y está medio disecado. Elijo salirme de esa pelea.
Vecina de Salburua. Barrio joven y periférico de Vitoria-Gasteiz.
Una más del grupo de personas impulsoras del proyecto de bosquecillo comestible en nuestro barrio.
Hace ya casi cuatro años parimos la idea, buscamos trozos de tierra en desuso, propusimos acciones concretas, tuvimos el apoyo activo de unas cuarenta personas de distintas edades, sexo, procedencias, profesiones…
Nos unía la ilusión de querer hacer barrio, de aprovechar la ubicación periférica del barrio tan cerquita de la zona rural y del campo verde para sentir más cerca la tierra aunque seamos urbanitas. Queríamos compartir con nuestros hijos e hijas un ocio más natural, menos consumista, más sostenible, más colaborativo.
Imaginábamos, soñábamos, con un entorno cultivado y cuidado por l@s vecin@s, sin propietarios, sin parcelas con nombre y apellido, donde la fruta y los recursos que generosamente nos ofrece la tierra, gracias al trabajo voluntario, con el mimo, el cuidado, la ilusión y las ganas de aprender fuesen suficientes.
Queríamos disfrutar trabajando junt@s.
Una más del grupo de personas impulsoras del proyecto de bosquecillo comestible en nuestro barrio.
Hace ya casi cuatro años parimos la idea, buscamos trozos de tierra en desuso, propusimos acciones concretas, tuvimos el apoyo activo de unas cuarenta personas de distintas edades, sexo, procedencias, profesiones…
Nos unía la ilusión de querer hacer barrio, de aprovechar la ubicación periférica del barrio tan cerquita de la zona rural y del campo verde para sentir más cerca la tierra aunque seamos urbanitas. Queríamos compartir con nuestros hijos e hijas un ocio más natural, menos consumista, más sostenible, más colaborativo.
Imaginábamos, soñábamos, con un entorno cultivado y cuidado por l@s vecin@s, sin propietarios, sin parcelas con nombre y apellido, donde la fruta y los recursos que generosamente nos ofrece la tierra, gracias al trabajo voluntario, con el mimo, el cuidado, la ilusión y las ganas de aprender fuesen suficientes.
Queríamos disfrutar trabajando junt@s.
Y … topamos con la administración.
En estos años no hemos parado ni un solo mes, con nuestros errores y nuestros aciertos, en juntarnos, en hacer actividades tocando y pisando la tierra y el monte. Abiertas a todas las personas que se han querido acercar. Sin cobrar. Sin seguros. Compartiendo el almuerzo, los conocimientos y las risas. Como un grupo de amigos. Y Menos mal! Porque es lo que nos ha dado fuerza para aguantar todo el proceso “legal”.
El proyecto de bosque comestible de la parcela de Elorriaga sigue estancado por las exigencias burocráticas, protocolos, “leyes”, seguros, tasas, explicaciones que se escapan al sentido común, reuniones con técnicos, políticos y demás expertos y representantes de la administración y del gobierno local y promesas y más promesas.
Se nos ha pedido discreción, paciencia, paciencia, discreción, más paciencia, cumplir las normas, todas las normas, tiempos, formularios, protocolos… cuatro años!!! Y dos gobiernos locales.
Hemos perdido por el camino personas super válidas de puro aburrimiento y frustración.
Somos gente, somos calle, somos vida. No somos ni queremos ser un megaproyecto perfecto.
Hemos perdido por el camino personas super válidas de puro aburrimiento y frustración.
Somos gente, somos calle, somos vida. No somos ni queremos ser un megaproyecto perfecto.
Sólo pedimos que nos permitan usar ese trozo de tierra, tan cerca de nuestros hogares en edificios de pisos, al que podemos llegar paseando jóvenes y mayores. Que nos permitan ocupar, sí ocupar (parece que a los burócratas les aterra esta palabra) una parcela que en su día ya fue huerto y ahora está abandonado, y que nos faciliten una toma de agua para poder regar y cuidar las flores, las plantas y los árboles. Recoger los frutos y merendar. Hacer té con menta y charlar. Coger una guitarra y pasar un rato bajo la sombra de un frutal.
Bueno, pues nos quieren cobrar el agua.
Señor@s polític@s y técnic@s: que no es para regar “mi” jardín, ni “mi” huerta, ni para llenar “mi” piscina, sino para regar cuando realmente haga falta un espacio comunitario abierto a tod@s, para disfrute de tod@s!!!! Y para beber si tenemos sed durante el trabajo.
Nos querían cobrar el uso de los metros cuadrados de tierra a utilizar…
Que la ciudad es de todos! Que pagamos nuestros impuestos para que esos recursos sean empleados para el bien común! Y este proyecto es abierto. Para hacer un barrio más sano, más feliz. No hemos pedido ni un euro! Sabemos que hay necesidades sociales más urgentes.
Señor@s polític@s y técnic@s: que no es para regar “mi” jardín, ni “mi” huerta, ni para llenar “mi” piscina, sino para regar cuando realmente haga falta un espacio comunitario abierto a tod@s, para disfrute de tod@s!!!! Y para beber si tenemos sed durante el trabajo.
Nos querían cobrar el uso de los metros cuadrados de tierra a utilizar…
Que la ciudad es de todos! Que pagamos nuestros impuestos para que esos recursos sean empleados para el bien común! Y este proyecto es abierto. Para hacer un barrio más sano, más feliz. No hemos pedido ni un euro! Sabemos que hay necesidades sociales más urgentes.
Porque, aunque a muchos les parezca mentira, hay personas dispuestas a enseñarnos, a prestarnos herramienta, a aportar semillas, planta, tiempo, manos, ideas…
Lo mejor de Basalburu son las personas, son los momentos en la naturaleza, el compartir… ver el ciclo de las estaciones…
Irmaren (Basalbururen) oihuak Udalalak eta Administrazioak hartutako jarreraz ozen bezain garbi hitz egiten digu, ea guztion artean oihu horiek zabaldu eta biderkatu ditzakegun Udalarako jasaezina bihurtu arte… eta guztiok ikasteko berriro ere zer gertatzen den Administrazioak iniziatiba autogestionatu batean bere eskua sartzen duenean. Horren aurrean ziur gaude Irma (eta Basalburukideek) oso irmo eutsiko diotela, zuen nahiak eta desioak ezin dira ezabatu burokraziaren borragomaz.
[ Kutxiko Txoko Txikitxutik webgunetik hartua ]
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