Relaciones bajo plástico

Relaciones bajo plástico


RELACIONES BAJO PLÁSTICO
He recibido esta interesante reflexión de un joven (22 años) uruguayo que me ha dado su permiso para compartir, un texto sobre la obligatoriedad impuesta del uso del condón y sus consecuencias en la sexualidad y en las relaciones.
Coincido en que todo lo natural en la vida sexual humana, el coito, el embarazo, el parto, está hoy peligro de extinción. La seguridad es el argumento esgrimido para hacer desaparecer de nuestra experiencia todo aquello que debiera ser consustancial a nuestra naturaleza.
El miedo al otro, el vivir como un peligro y una amenaza el cuerpo ajeno forma parte ya, desgraciadamente, de nuestro inconsciente colectivo. Es el camino al infierno en la tierra.
Lo que dice Juan:
Quiero comentarte sobre un tema del que no te he oído hablar, pero que me afecta directamente, y del que tampoco he escuchado hablar a casi nadie por ningún sitio: me refiero al uso de preservativos.
Existe actualmente un absoluto pensamiento único sobre el tema. Todo el mundo da por sentado que utilizar condones es lo correcto -excepto la Iglesia, pero ya nadie le hace caso, y además lo hace a cambio de algo peor: la castidad. Pero yo estoy en contra del condón y a favor del sexo.
Es sorprendente que en tan solo 30 años el Estado, con todo su arsenal propagandístico, haya logrado meternos en la cabeza que algo tan natural como el contacto entre un pene y una vagina sea prácticamente diabólico, a menos que exista una goma de látex de por medio.
Tengo varias razones de por qué me parece terrible. Una es que el ser humano lleva cientos de miles de años teniendo relaciones sexuales naturales y eso seguramente lo tengamos grabado en nuestro cerebro. El intercambio de fluidos, las sensaciones y los olores son imprescindibles para disfrutar plenamente del acto sexual. Necesitamos el contacto piel con piel, fundirnos con el otro, hacernos uno solo, sentirnos en totalidad, lo que se logra a través de conectar nuestras partes más íntimas.
También la posibilidad de que se produzca la fecundación es otra sensación que nos ayuda para alcanzar el orgasmo. El condón actúa, por el contrario, como una barrera entre las dos personas, impide el contacto real, le resta sensaciones y emociones al acto sexual.
Además de restar sensaciones, también introduce otras que son negativas. El sexo es ante todo un ritual sagrado, donde nuestros problemas personales y cotidianos son completamente olvidados para dejarnos llevar por el placer. El preservativo nos recuerda que estamos haciendo algo peligroso, que nos puede enfermar e incluso que puede matarnos. Con ello introducimos algo que se opone completamente al sexo: la responsabilidad. ¡El sexo no puede ser responsable! El sexo tiene que ser libertad total, éxtasis, olvido de sí mismo, incluso hasta locura. Introducir la responsabilidad en el acto sexual es un sacrilegio. Por eso no es casual que muchos hombres tengan problemas de erección cuando se lo colocan: el condón es un elemento anti-erótico.
Los hombres somos los más afectados por ser quienes tenemos la obligación de ponernos esa cosa. Si decimos que no, se nos acusará de machistas y de atentar contra la salud de nuestras parejas. Tener sexo natural es hoy visto como un crimen.
¿Qué hay con las enfermedades de transmisión sexual? Pues estuve investigando sobre ellas y lo que descubrí es lo siguiente: no hay peligro alguno. Es falso. Es una completa mentira. Sífilis, gonorrea, clamidia, VPH... incluso el Sida; todo es una patraña. Estas enfermedades, con excepción del Sida, se curan en un par de semanas tomando antibióticos. Otras como el VPH son prácticamente inofensivas, millones de personas las tienen y no les ocurre nada. Y con el Sida, las probabilidades de contagiarse son muy bajas, y si ocurre, las probabilidades de morir son casi nulas.
Como resumen, según las estadísticas, se puede afirmar que conducir un automóvil o padecer obesidad es mucho más peligroso que tener sexo sin usar preservativos.

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