Tenía muchas ganas de ver esta película dirigida por Raoul Peck, el director haitiano que ya nos había sorprendido hace unos años con un film sobre el congoleño Patrice Lumumba. Y tengo que reconocer que fui a ver El joven Karl Marx con determinado recelo, ya que los temas históricos, si no están bien explicados, pueden caer en errores de concepción para quien acude a ver la película.
Tengo que reconocer que el producto final me ha gustado mucho. Me parece una buena película, muy bien ambientada y que relata de forma muy próxima el contexto histórico que movió la vida de Marx desde su huida de Alemania al cierre del periódico La gaceta renana hasta la publicación del Manifiesto del Partido Comunista. Son cuatro años, entre 1844 y 1848 donde se forjó la personalidad y parte de las teorías políticas del socialista alemán en coalición de amistad con el también alemán Friedrich Engels.
No voy a desgranar aquí aspectos concretos de la película que, desde luego, recomiendo a todo el que lea esto que vaya a verla. Digamos que trabaja bien el origen tanto de Marx como de Engels y la rebelión de ambos personajes en sus circunstancias. Marx, filosofo alemán de origen judío venido a menos casado con Jenny von Westphalen que huye del entorno aristocrático, y Friedrich Engels, alemán e hijo de un propietario de fábricas en Inglaterra que le hizo estar cerca de la explotación y plasmarla en sus escritos de primera mano, llegando a casarse con una trabajadora despedida por su padre de la fábrica.
Este texto lo quiero concebir más como unas pinceladas hacía cuestiones que la película no remarca o deja en suspenso y que también son necesarias para darle un poco más de coherencia a la historia. Me centraría en algunos aspectos básicos, que son adyacentes a la propia película: Proudhon, Weitling, Bakunin y las Ligas.
Por el contrario de lo que pudiera parecer, la figura de Proudhon, que aparece muchas veces en la película, no queda en mal lugar. Un peligro que se corre si la visión del autor es puramente marxista. Muy por el contrario el personaje de Marx y Engels admiran la figura de Proudhon (como en realidad sucedió) y la eleva al primer personaje que desarrolla una teoría científica de la economía y de la crítica capitalista. Sin embargo esta cuestión es necesario que se ponga en palabras de Marx. Proudhon, efectivamente, fue uno de los economistas más brillantes de la primera mitad del siglo XIX con obras de tan profundo calado como ¿Qué es la propiedad?, La idea general de la revolución en el siglo XIX o Sistema de las contradicción económicas o filosofía de la miseria. Posteriormente Proudhon aportaría al socialismo obras como El principio federativo o La capacidad política de la clase trabajadora. Y esto teniendo, que a diferencia de Marx, Proudhon es de origen obrero. Es un artesano que se ha formado, prácticamente, de forma autodidáctica. No ha pasado por ningún aula universitaria. A pesar de que Marx admira en la película a Proudhon, no deja de ser curioso el modo en el que se relata la supuesta superioridad intelectual de Marx sobre Proudhon. Siendo justos a la verdad, gran parte de la teoría económica marxista parte de los presupuestos proudhonianos. Otra cuestión es la sintetización o los sesgos que le dio el pensamiento marxista. De hecho, la respuesta de Marx a Proudhon con su Miseria de la filosofía no refuta en ese momento las cuestiones económicas proudhonianas. Habría que esperar a un Marx más maduro para que esas ideas fuesen superadas y, desde luego, con el telón de fondo de la lucha que llevará con Bakunin. En este último caso, aunque fuese de forma menos sistemática, si se supera parte de los preceptos económicos proudhonianos cuando Bakunin antepone el colectivismo al comunismo marxista.
Sin embargo la película no es injusta con Proudhon. Queda en buen lugar y es admirado por Marx aunque no congratule en los postulados organizativos proudhonianos. Quizá los que quedan peor parados, en este caso, son algunos proudhonianos o el achacar que el proudhonianismo no tiene un carácter internacional.
La figura que peor parada sale en la película es, sin duda, la del alemán Wilhem Weitling, que desarrolló la teoría comunista bastantes años antes que Marx, a partir de libros como La garantía de la armonía y la libertad o El evangelio del pobre pescador. La estrategia de Weitling de la creación de Ligas que articulase un movimiento más general, si queda plasmada en la película, pero se achaca al propio Weitling una personalidad egocéntrica que le impide ver más allá de su propia persona y sus seguidores. Un personaje que queda muy esquematizado en la película, así como la estrategia de constitución de la Liga de los Comunistas, impulsada por Marx y Engels, pero que, en ningún caso, se convirtió en un movimiento hegemónico entre los trabajadores. Muy por el contrario, fue minoritaria. Y esta cuestión si que no la refleja la película. En realidad las aportaciones doctrinales de Marx y Engels son enormes, pero sus aportaciones organizativas fueron fracasos estrepitosos. El movimiento obrero francés siguió siendo proudhoniano hasta la Comuna de París de 1871, para posteriormente bascular entre el marxismo de Lafargue-Guesde, el socialismo de Jaurès o el sindicalismo revolucionario (y el anarquismo) de Pouget y Pelloutier. El movimiento obrero británica, por las teorías de Owen primero y de los fabianos después, tuvo un sesgo muy alejado de la revolución que concibió Marx. En Alemania, si bien el marxismo tuvo un importante impulso, la creación del SPD y las criticas que Marx ejerce al programa de Gotha o al posterior de Erfurt alejan a la poderosa socialdemocracia alemana de los preceptos más puros del marxismo. Por no hablar en lugares como España o Italia donde el influjo del anarquismo fue mucho mayor. En el caso de España hasta el final de la Guerra Civil en 1939 y en el caso de Italia hasta la década de 1910. Esa Liga de los Comunistas que se ve presentando en la película no tuvo mucha influencia. Y aunque ya no aparece, la influencia de Marx en el AIT (Asociación Internacional de los Trabajadores) fue realmente importante en muchas secciones, pero en otras mantuvo pulsos en los que no salió ganando, lo que al final acabó por romper la propia Internacional.
Por último, la figura de Bakunin aparece de forma exponencial, pues aunque estuvo en el París de 1844-1845, y allí conoció a Marx, no es en este momento cuando entre ambos se entabló una rivalidad y un debate de amplio calado en el movimiento obrero internacional. Aunque si hay un detalle interesante, cuando Marx en una discusión que mantiene con Weitling, hace referencia a Rusia (aprovechando la presencia de un ruso en la reunión) para hacer ver que la revolución que él promueve no se podría realizar en lugares como Rusia, que sería más propicio para las teorías más básicas de Weitling.
Aunque la película tiene momentos que roza la hagiografía, es, desde luego, un film que merece la pena. Porque el director tampoco esconde una cosa. Es una época donde la lucha de egos es fundamental para entender algunas cuestiones. Y Marx no fue ajeno a esa lucha de egos. En muchas fases de la misma, al presentar Marx sus teorías, se presenta así mismo como un genio y su círculo más próximo el adulan. De eso no estuvo exento ninguno de los revolucionarios de la época. Tenía sus círculos de confianza y tenían sus egos.
Un aspecto muy interesante de la película es la cuestión de género. Las figuras de Jenny von Westphalen y de Mary Burns forman parte también de la historia del movimiento revolucionario del siglo XIX. Y se plasma en la película la lucha de las mujeres en las fábricas de Inglaterra. Me ha faltado una figura que habría sido interesante de introducir (aunque la citan en una ocasión): la figura de George Sand, seudónimo utilizado por Amantine Aurore Lucin Dupin, que en aquella época también tuvo contacto con todos estos revolucionarios.
Aun así tampoco se puede negar una cosa. Karl Marx y Friedrich Engels contribuyeron de forma decidida al avance del movimiento revolucionario de la época. Efectivamente, eran auténticos genios y lectores ávidos que sacaron conclusiones revolucionarias ante el avance del capitalismo y de la revolución industrial. Como lo fue Proudhon, como los fue Weitling, como lo fue Bakunin. Merece la pena rescatar sus figuras y llevarlas a la gran pantalla. No estaría de más una trilogía sobre Marx o abordar una película que narre la vida de Proudhon o Bakunin. La de este último da para una auténtica novela.